«Los monstruos, monstruos son».
Danielle
Al caer la tarde la habitación volvía a ser un auténtico desastre.
Casi todo desperdigado por los suelos.
La cama deshecha. La almohada y cojines, desparramados.
Cada cosa, esparcida en medio de un absoluto caos.
Tal y como me sentía.
Una granada emocional capaz de estallar de nuevo, era todo cuanto yo era en ese preciso momento.
El desorden me importaba más bien poco.
Dudaba si hacerlo o no, pero me obligué a enfrentar lo que Julliam me había hecho.
Si no lo ves, no lo crees. Y yo aún no quería creérmelo.
Me senté frente al tocador, y enfrenté mi realidad con rabia.
Mirándome al espejo, atrapé mi cabello con una sola mano por detrás de la nuca, apartándolo hacia el lado, y vi mi reflejo.
Esa no era yo.
Llevé mi mano confusa hacia el lado de mi cara marcada.
Mis dedos a penas rozaron mi pómulo amoratado cuando mis ojos se apretaron solos y mi boca se entreabrió, soltando un quejido serpeante.
Ese delicado tacto fue realmente doloroso, pero era aún más tormentoso por dentro.
Reafirmé lo que había vuelto a pasar.
Vivía una pesadilla, y no saldría de ella despertándome.
Deslicé la chaqueta de punto que cubría mis hombros, y los dejé al descubierto.
Los brazos. Mi espalda.
Era una mala obra de arte.
Una pintura negra al fiel estilo de Goya, daba mal fario.
Escuché a Julliam tirar de la manivela para abrir la puerta de mi habitación, con una sutileza que no parecía que fuera suya.
Miré a través del espejo.
La entornó, dispuesto a abrirla, y me giré, lanzándole lo que tenía a mano.
Un jarrón que seguía ileso.
Él cerró antes de que chocara y el trasto se rompió contra el marco.
— ¿Tienes algo más? —asomándose, con esa parsimonia que te hacia estremecer de puro miedo y esa sonrisa malévola que se instauraba en su boca con cada gesto ruin.
Disfrutaba, y mucho, con el conflicto.
Abrió la puerta de par en par y desde ahí puso sus ojos sátiros sobre mí.
Tapé mi cuerpo de inmediato, recolocándome la ropa de forma repulsiva y mirándole con desprecio.
— ¡Lárgate!—no quería saber nada de él.
Ni siquiera si seguía vivo o le había atropellado un tren de alta velocidad haciendo sus sesos boñiga.
Por mí, se podía ir al infierno.
Julliam soltó una carcajada, y entró como si todo lo que pisara le perteneciera.
Paseó sus pies espaciada y lentamente por la habitación hasta pararse delante de la ventana.
Su sola presencia generaba una perturbadora tensión que ahogaba el cuarto.
— Tienes que salir, nena —soltó pautado, como si yo fuera algo que a él le preocupara.
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Todo por amor (+18)© ✔️
RomanceNo esperes la típica historia romántica, tampoco un cliché de mafia. Lee el prólogo, si no te gusta deja de leer ❤️ ▪️BOOKTRAILER disponible en Instagram, puedes encontrarme como @KiraBodeguero. 🏆Ganadora en la categoría mafia/policiaca de los #Red...