CAPITULO 10

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León

Sin rumbo, seguí una ruta. No importaba cual.

Danielle parecía estar disfrutando de la travesía, apoyaba su cabeza en mi espalda.

Ella se relajaba.

Yo en cambio, iba dando tumbos por las glorietas de mis neuronas.

Allí, en cualquier parte, entre carretera y tierra, paré.

Reposé mis pies en asfalto, parando la moto, y me quité el casco.

- ¿Quién era ese tío? —necesitaba saber ya de qué le conocía.

- ¿Quién? —tratando de hacerse lo que no era.

Empezamos bien —conjeturé sin decir nada.

El tema empezaba a hacerme unas cosquillas que carecían de hormigueo.

No me interesaba en absoluto el complot de Julliam, pero ella sí.

- Tú sabes quién —esperando a que bajara de la moto.

- Un idiota —gruñó, ya en terreno llano y desprendiéndose del casco.

- Muy perspicaz...—manifesté sarcástico - De eso ya me he dado cuenta —elevando mi pierna para recibir la calzada - ¿Puedes ser más específica? —Ya en vertical, delante de ella - Te estaba siguiendo ¿Por qué?

- Julliam... —al menos, ya dijo su nombre - Trabaja para mi padre ahora —refunfuñó. Un poli que ejercía de lacayo. No me sorprendió - Lo utiliza como si fuera una especie de escolta —siendo tan mala compañía dudé que hiciera bien ese trabajo - Cumple lo que él le dicta —explicó malhumorada - Y vigilarme al parecer es su nueva orden —un buen chivato. Eso quizás si se le diera de puta madre.

- ¿Quién es tu padre? —extrapolé.

- Es el jefe de la policía científica —su voz tras pronunciarse revivió en mí una pesadilla.

Hubiera preferido un puñal en mi garganta.

¡Mierda!

- ¿Evans es tu padre?

Mis recuerdos más turbios resurgían de unas cenizas que creí enterradas.

- ¿Le conoces? —preguntándome algo que no estaba dispuesto a responder, al menos, no del todo.

- Sí —dando la respuesta sencilla a una pregunta compleja. Demasiado.

Lo que desconocía era si Danielle tenía calado a su propio padre.

Evans resultó ser un lastre pesado desde hacía ya, demasiado tiempo.

Una jodida almorrana enquistada en el culo.

Soberano de la bofia más ruin.

Dirigía a unos cuantos perros de su misma índole. Bazofia capaz de cualquier cosa a cambio de unos miles sobre la mesa. Banda despreciable hasta por mí.

Travestido en uniforme, escondía la mayor mierda inimaginable.

Sabía a la perfección quien era. Harto de él, me conformé con estropearle un par de planes.

-¿De qué? —tocando llaga. Mi visita entre barrotes dio para mucho.

- Trabajé con él hace bastante —revoloteando el quid de la cuestión. De cierta forma, había sido así.

- ¿Eras poli? —preguntó para sí. No pareció hacerle ninguna gracia. Obviamente, nunca se me hubiera pasado por la cabeza - ¿Te cansaste de serlo? —continuó, dejando en evidencia que no tenía ni la menor idea de quién era yo.

Todo por amor (+18)© ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora