CAPITULO 26

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León

Íbamos por las calles de un barrio, a plena luz del día.

Solos, Vince y yo.

Con él al volante no llegaríamos muy lejos.

— ¡Vamos hombre! Conduces lo bastante lento como para pasear a la señorita Piggy —exageré, recostándome en el asiento del copiloto y situando mi brazo por encima de mi cabeza, aparentando sueño.

Vince me echó el ojo con mala baba.

La exageración le acompañaba casi siempre.

— JA, JA, JA —bromeó, contorneándose y espaciando su risa fingida.

Devolvió su atención a la calle, escamado por mi comentario y pensando en cómo devolvérmela.

— Muy gracioso —continuó molesto, con ese tonito de voz inconfundible. — Me meo de la risa.

Apartó su vista de la carretera y me echó una mirada fulminante.

¡Qué ofendidito es!

Me descojoné y devolvió la atención a la estrada con su moral tocada.

— ¿Crees que puedes hacerlo mejor, blanquito? —replicó ofendido.

— Con los ojos cerrados —dije convencido. — Me dará tiempo a echarme una siesta —fuí directo a la autoestima.

— Me parece que hablas demasiado...

Pretendía que me tragara mis palabras.

Otra vez será, Vince.

Dibujó una pícara sonrisa en su cara y me miró.

— No des gato por liebre, amigo —aconsejó con palabrería adornada. Muy propio de él. — No sabes de qué soy capaz —terminó de decir.

Alardeaba más que hablaba.

Dirigí mi vista hacia el cristal.

— ¡Estate al loro!

Imagino que trataba de demostrarme alguna cosa, sin que yo le prestara la más mínima atención.

Solo le oí de fondo.

Mi cabeza estaba en otra parte.

Entre callejuela y callejuela, vi a Danielle acorralada contra las cuerdas por un tío a quien no le pude ver la cara.

Mi familia ya no era lo único que me importaba.

— Para aquí —mandé contundente en cuanto la vi.

— ¿Cómo dices? —flipando con mi actitud repentina y tratándome como si fuera un chiflado — ¿EN MEDIO DE LA CALLE? —creía que le tomaba el pelo.

— Vince, PARA —supo que hablaba en serio y obedeció.

— ¿Pero qué te ha dado? —sin escapar de su asombro mientras yo tiraba de la manivela del interior del coche para salir de ahí cuanto antes.

No cerré ni la puerta.

— ¿VAS A HACERME LA CARRERA A PIE? —articuló fanfarrón, asomando su cuerpo, sin desabrochar su cinturón, ni apagar motores y viéndome partir — ¡SABES QUÉ NO ME GUSTAN LOS RETOS DÓNDE SÉ QUE GANARÉ! —protestó quejoso, para variar.

No dije nada.

Crucé una de esas calles estrechas.

— ¡NO PUEDES COMPETIR CONMIGO! —le oí decir desde la distancia, perdiéndole de vista. —Maldita sea —se quejó y cerró la puerta del coche.

Todo por amor (+18)© ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora