Capítulo 1

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Buena presencia.

No sólo era la actitud, o la mirada, o la forma en que te parabas. Sino que también tu forma de vestir. Siempre debía de estar presentable, acorde a la situación, al momento y a mi personalidad, lo más importante.

No sé a qué edad las chicas empezaban a preocuparse de su manera de vestir, yo siempre lo hice. Jamás me costó combinar, el negro era mi color y mi aura, así que ese nunca fue el problema. Tal vez las estúpidas botas de tacón sí, pero ya me había acostumbrado a ellas.

Pasé mi dedo por el borde de mi labio inferior, limpiando lo que sobresalía de mi labial color ciruela, y respiré profundamente, porque sentí los pasos acercándose.

Sonreí cuando la vi, al igual que ella. Había visto fotos antiguas, pero a decir verdad, aunque se notaba que los años habían pasado, Bellatrix seguía teniendo la misma sonrisa retorcida que en su juventud, y el mismo aire de demencia. 

-Si no hubiera visto la muerte de tu madre, juraría que estoy frente a ella -comentó, dándome una mirada analítica que me recorría entera.

-No soy mi madre, pero le puedo asegurar que me parezco demasiado -hablé con certeza.

-Eso espero, Astrid -me dio una mirada de advertencia.

No dije nada, me quedé quieta y con la boca cerrada, porque sentía que Bellatrix quería eso. Quería tener un tiempo para observarme y poder estudiarme a fondo. O tal vez leer mi mente, cosa que ni aunque se esforzara iba a poder.

-Tu abuelo, antes de morir, nos mandó muchas cartas hablando de ti -me dijo, dando pasos hacia mí.

-Creo que sabía que se iba a morir, por eso lo hizo -le confesé, no dejando que me afectaran los recuerdos de mi abuelo.

-Me dijo que eres mejor que cualquiera de tu edad -me dio una mirada de recelo.

-Y no se equivocó -le aseguré.

-Pues eso espero, porque él creó expectativas muy altas de ti, que deben ser cumplidas -dijo, remarcando cada palabra con fuerza.

-Y las cumpliré, Bellatrix -le di una pequeña sonrisa de boca cerrada.

-Más te vale -me advirtió.

No sé si fue su mirada o cómo sonaban sus palabras, pero me dio la impresión de que me creía. Tal vez era el hecho de que me parecía tanto a mi madre, y de que estaba segura que mi abuelo había hecho un excelente trabajo criándome. 

-Vamos, debemos presentarte.

Caminé, dejando mis cosas en el vestíbulo, y me adentré a la enorme mansión de los Malfoy. Mi abuelo también me habló de ellos, fueron bastante útiles en la primera guerra, pero al parecer ahora eran unos ineptos.

Todo estaba vacío, al principio me sorprendí, pensé que debido a la situación la mansión estaría llena de mortífagos, pero después descubrí porqué todo estaba tan desocupado. Había una reunión, todos estaban sentados alrededor de una larga mesa donde la cabecilla era Voldemort.

Debo de reconocer que no esperaba que fuera así, pero bueno, para ser tan poderoso debió de sacrificar algo. No todo era fácil.

Las miradas se dirigieron hacia mí, todas de manera simultánea. Bellatrix puso su mano en mi espalda y me empujó, despacio, hacia Voldemort. Di unos pasos y le hice una reverencia con mi cabeza. Deslizando mi mirada por el suelo hasta mis botas y luego hasta su rostro, sin dejar intimidarme por la impresión de su cara.

-Es una nueva servidora, mi Señor -le dijo Bellatrix.

-Sarah -pronunció Voldemort al observarme, con sumo asombro.

Donde termina la oscuridad [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora