Capítulo 36

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Exclusividad. No sabía lo que significaba para Draco esas palabras, pero para mí eran simples. Él, sus besos, sus abrazos, sus sentimientos, eran solo para mí. No había manera de que yo pudiera compartir con alguien más lo que él me podía dar.

No éramos novios, no teníamos una relación, pero él y yo debíamos respetarnos como si estuviéramos juntos, porque de cierta forma lo estábamos. Por esa razón nos besábamos más seguidos, en los pasillos cuando estaban desolados, en las salas cuando los alumnos se iban y en los terrenos de Hogwarts cuando a él le daban ganas de acompañarme en mis paseos. Que últimamente eran bastante seguidos.

Eso me gustaba, que él se interesara en estar a mi lado, que no fuera yo la que lo buscara, que él se encargaba de buscar instancias donde estuviéramos a solas.

-Astrid.

Salí de esa pequeña burbuja y miré a un chico de Slytherin dos años menor que yo. Lo habían elegido como prefecto, su nombre era Paul.

-Ya sabes, lo mismo de siempre.

-¿Qué es lo mismo de siempre? -le pregunté.

-Chicos de Gryffindor de segundo año animados por los del último han dicho cosas impropias en clases de Encantamientos. Me lo han informado.

-¿Sabes quienes son?

-Sí.

Me gustaba ese chico, siempre tenía toda la información, no a medias como los demás. Fuimos juntos por los pasillos, hasta que encontramos a un grupo de niños de primer año con su corbata de Gryffindor mal puesta.

-Chicos, qué bueno encontrarlos -dije, subiendo mi tono de voz.

Eran cuatro, y todos actuaban de una manera distinta. Se notaba en sus rostros, pues uno de inmediato dio un paso atrás y sus ojos se abrieron en miedo, otro tragó saliva y una mueca de nerviosismo cruzó por su rostro, él otro se mantuvo firme, sin dejar intimidarse por mi presencia, y él último dio un paso hacia adelante y me miró desafiante.

-Justo le quería dar unas lecciones a Paul de Artes oscuras -proseguí y puse una de mis manos en la espalda de Paul, haciéndolo hacia adelante -Vamos, Paul, elegí con quién quieres ensayar.

Paul eligió al más débil de todos, o tal vez al más inteligente. El que había dado un paso atrás y mi presencia lo había puesto nervioso.

-Bien, tal como te enseñé, Paul.

Paul no dudó en apuntar su varita hacia el chico y hacer que una soga invisible apretara su cuello. Él era de los pocos alumnos que no dudaban en actuar, que no le daba miedo darle una lección a otros.

El chico que dio un paso al frente y me miró desafiante me apuntó.

-Si no quieres que lo que apunta a tu porquería de amigo sea una maldición imperdonable baja tu varita.

Su mano tembló levemente en impotencia y yo agudicé mi mirada, mientras Paul elevaba su varita haciendo que el chico también se despegara unos centímetros del suelo. Hasta que finalmente su amigo dejó de apuntarme.

-Suficiente, Paul.

Me hizo caso de inmediato, dejando que el chico cayera al suelo.

-Cuiden sus lenguas si no quieren que sean cortadas -les advertí.

Sin decir nada más me giré para volver a mi sala común. Esas eran mis primeras advertencias, suaves aunque no lo parecieran, porque podía ser mucho peor que eso, podía torturarlos infinitamente si tenía una razón correcta.

-Buen trabajo, Paul -le dije y él sonrió -Sigue así.

Subí hasta mi habitación, al entrar vi a Draco sentado en mi cama. Lo quedé mirando por varios segundos, era primera vez que nos encontrábamos en mi habitación.

Donde termina la oscuridad [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora