Capítulo 2

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El dicho de que lo bueno se hace esperar no era válido para mí. Mi abuelo siempre me enseñó sobre la puntualidad, por lo que si me quería arreglar, él decía que debía de levantarme más temprano. Lo que no era un problema. Era una persona madrugadora, ya que siempre me dormía a una hora prudente, es que vivía en una casa donde para todo teníamos horario, por lo que llegada la noche no me quedaba mucho qué hacer.

Así que apenas el reloj dio las nueve de la mañana, yo estaba sentada en el comedor para tomar desayuno. No era la única ahí presente, también estaba Narcisa Malfoy, la anfitriona. Al principio todo era silencio, yo tomaba mi té tranquila con la vista al frente. Estaba algo relajada, ya que no había casi nadie en la larga mesa, pero sentía que debía presentarme formalmente ante Narcisa, por modales y porque era la dueña de casa.

La miré con sutileza. Se veía nerviosa, sus manos temblaban ligeramente y mantenía su mandíbula apretaba. Sus ojos brillaban, se notaba que había estado llorando. Era entendible, después de todo, su marido estaba en Azkaban.

Iba a abrir la boca, aunque no sabía muy bien qué decir, pero la llegada de Bellatrix hizo que me retractara de inmediato. Es ridículo pensar que ella era la alegría de la casa, la que siempre estaba con una sonrisa y riendo de forma escandalosa. Ese que era una demente.

Con pasos decididos caminó hacia mí, sentándose a mi lado para tomar desayuno. La salude con algo de formalidad y volví a mi té, pero ella requería de mi atención.

-Para ser mortífago debes pasar tres pruebas. La primera empieza en una hora, en el ala oeste de la casa -me señaló -llega puntual. 

Asentí obediente. Eso era lo que más me emocionaba, las pruebas.

Ya sabía de lo que se trataban, mi abuelo me lo había contado todo. Él quería que yo estuviera bien informada, para así estar preparada.

1-¿Qué tanto dolor puedes observar?

2-¿Qué tanto dolor puedes soportar?

3-¿Qué tanto dolor puedes provocar?

Tres preguntas, tres escenarios, tres desafíos.

-¿Y Draco? -preguntó Bellatrix, dirigiéndole la mirada a Narcisa -¿No piensa desayunar antes de la prueba?

Narcisa quedó mirando al resto de las personas y se cercioró que estuvieran lo suficientemente lejos para que no la escucharan.

-No ha querido salir de su habitación -le replicó Narcisa.

-No veo el motivo. Debería comer algo, sería una verdadera vergüenza que se desmayara en medio de la prueba.

La verdad, siempre fui muy buena guardando mis comentarios cuando hablaban personas que tenían mayor autoridad que yo, pero no sé qué pasó, que no pude evitar abrir la boca.

-Si no puede soportar un simple ayuno, no creo que esté hecho para esto -solté, sin el permiso de nadie.

Ya lo había dicho, ¿qué podía hacer? Retractarme, jamás. Bajar la mirada, jamás. Avergonzarme, jamás. Pedir disculpas, sólo si era obligación.

La mirada fulminante de Narcisa llegó hasta lo más profundo de mi ser. Es que dicen que cuando te tocan a los hijos sale lo peor de ti. En cambio Bellatrix dejó escapar una risa, recibiendo también una mirada fulminante por parte de su hermana.

-No te preocupes, Narcisa. Ya te dije que hablé con Draco -la intentó tranquilizar Bellatix -está emocionado.

¿Emocionado? Debí estar muy ciega ayer, porque no vi su emoción por ninguna parte.

Donde termina la oscuridad [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora