Capítulo 3

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No esperó a que yo le diera permiso para pasar, y sin ni siquiera decirme algo, entró y cerró la puerta detrás de él quedando apoyado en ella.

Mi cara de desconcierto debió ser poética en ese momento.

Él se quedó quieto, pero con una mirada curiosa. Inhaló tres veces con profundidad y quedó pensativo.

-Gardenias -dije, cruzándome de brazos -eso es a lo que huele.

Él asintió lentamente, al parecer su duda había sido resuelta. Luego adoptó una postura algo más seria, acomodando su traje negro, como si así pudiera intimidar un poco más.

-¿Se puede saber qué haces aquí? -pregunté, hundiendo mis cejas.

-¿Cómo lo haces? -inquirió, ignorando mi pregunta.

Ladeé la cabeza, algo confundida.

-¿Cómo lo haces para no sentir mientras están torturando a alguien? -reformó la pregunta con rapidez.

Ah... Así que de eso quería hablar el heredero de los Malfoy.

-¿Por qué te debería responder esa pregunta? Es algo que tus padres te debieron enseñar hace bastante tiempo.

Vi su rostro de frustración al escuchar que no pensaba responder su pregunta. Fue divertida.

-Tú la miraste y le dijiste que podrías traer a su hija, prácticamente para que murieran juntas -repitió Draco -Mientras ella gritaba, lloraba, suplicaba, tú hablaste con ironía, burlándote en su cara.

-No hablé con ironía -negué -si ella me lo decía, yo no hubiera tenido problemas en traer a su hija.

-¡¿Por que?! -preguntó, subiendo la voz en un tono exasperado.

No respondí y él se quedó en silencio, calmándose, intentando volver a sus cabales.

-¿Sabes? -emití, mientras caminaba hasta llegar a sentarme en mi cama -Ya no te debes preocupar por esa mujer. Te debes preocupar de la persona que tendrás que matar en dos días, a la que tendrás que torturar y después quitarle el sufrimiento con dos palabras y un sutil movimiento de varita.

Su mirada estaba fija en mí, me miraba con atención y algo de recelo.

-O mejor, podrías empezar a preocuparte por tu cuerpo y por tu mente, que mañana serán atacados por maldiciones que te harán retorcer en el suelo, y tendrás que ser fuerte para no perder la cordura ni pedir piedad -le aconsejé, manteniendo la voz tranquila -sólo es una sugerencia.

Él no dijo nada, y así como entró, se fue, sin ni siquiera decir algo.

Suspiré profundamente y me dispuse a dormir, lo que me costó un poco más gracias a ese pequeño momento de intranquilidad que me hizo pasar Draco Malfoy.

A la mañana siguiente me levanté a la misma hora que el día anterior, e hice exactamente lo mismo. Esta vez me vestí algo más cómoda debido a la prueba que debía de enfrentar. Draco sí estaba en el comedor, tan pálido y ojeroso como todos los demás días. Apenas abría la boca para comer, tal vez su estómago estaba demasiado apretado para recibir comida, de todas maneras debería hacerlo, su cuerpo iba a necesitar energía.

Le iba a comentar que era mejor que comiera, pero, aunque estábamos frente a frente, el ancho de la mesa era bastante grande para que me escuchara, y no quería subir mi tono de voz. Además, que ni siquiera me miraba, parecía no recordar que la noche anterior entró a mi habitación, sin pedir permiso, exigiendo que le respondiera preguntas y luego se fue, sin despedirse.

Qué modales, Draco Malfoy.

La segunda prueba estaba a minutos de realizarse. Draco, sorprendentemente, había llegado minutos antes. Se veía muy nervioso, o por lo menos yo lo percibía así, ya que él intentaba disimularlo un poco con ese espalda erguida y rostro serio.

Donde termina la oscuridad [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora