Capítulo 8

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Comprando útiles escolares. ¡Ridículo! Es que jamás me vi en esa situación tan estúpida. Ir al colegio iba a ser el mayor sacrificio que haría por el señor Tenebroso, incluso, parecía ser más difícil que cualquier prueba para obtener la marca.

Llegué a la mansión Malfoy con una sonrisa y llena de esperanza. Y en un mes todo se había desvanecido de golpe.

No obtuve la marca.

Mi misión era ser la guía de un miedoso.

Tenía que compartir con el miedoso, egocéntrico, infantil, todos los malditos días.

Debía ir al colegio.

No era lo que esperaba. No era lo que mi abuelo me había hablado. Él me dijo que me estaba preparando para cosas grandiosas, y para ser sincera, nada de lo que estaba pasando era grandioso. Todo parecía muy mediocre para mí, es que estaba capacitada para más, no para algo tan básico y tedioso.

-Levante los brazos -me pidió Madame Malkin.

Levanté los brazos mientras ella hacía sus arreglos.

-Eres nueva, ¿verdad? -preguntó.

-Lo soy -respondí.

-Ya estás lista, ve a ver como te queda.

Abrí la cortina y me dirigí al espejo. Draco se seguía mirando, y eso que había salido mucho antes que yo. Quedé mirando la túnica y todo lo que llevaba puesto, es que me tenía que comprar el uniforme completo. No era lindo, para nada, y eso me fastidiaba aún más.

-¿Qué pasa? -preguntó Draco.

Me quedé en silencio, aún analizándome en el espejo.

-¿Ahora no me hablas? -inquirió.

-Pensé que no querías que te hablara -repuse.

-Sí, pero cuando pregunto algo me gusta que me respondan.

-Está bien -preferí ser amable -el uniforme es completamente horrible.

-Tus vestidos son peores -masculló.

Lo miré mal y quise gritarle mil cosas, pero no tuve la oportunidad de hacerlo, porque la puerta de la tienda se abrió. Tres personas entraron. Una chica y dos chicos. Los quedé mirando a través del espejo, al igual que Draco, que por su mirada me dio la impresión que ya los conocía.

-Si te preguntas por qué huele mal, madre, es que acaba de entrar una sangre sucia -anunció Draco a Narcisa, que nos esperaba en una esquina.

-¡No hay ninguna necesidad de emplear ese lenguaje! -lo reprendió Madame Malkin saliendo de detrás del perchero a toda prisa.

No me giré, seguí mirando a través del espejo. Puse mis ojos en la chica, la que Draco llamó sangre sucia. Era raro no sacar mi varita y apuntarla. Era raro no poder girarme y matarla. Todos estaban viendo, y sabía que no podía hacer eso. No frente a todos.

-¡Y tampoco quiero ver varitas en mi tienda! -añadió.

Miré a los dos chicos que lo acompañaban. Uno pelinegro y otro pelirrojo, ambos tenían su varitas alzadas, al parecer para defender a su amiga.

-¡Bah, como si se atrevieran a hacer magia fuera del colegio! -se burló Draco. Tuve que aguantar la risa recordando lo espantado que estaba Draco cuando utilicé magia para alejarlo de mí.

-¡Basta ya! -ordenó Madame Malkin, y miró a sus espaldas en busca de ayuda -Por favor, señora... -le pidió a Narcisa.

Draco se giró para quedar mirando a los chicos de frente.

Donde termina la oscuridad [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora