Capítulo 31

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No sabía qué era peor: tener a Theodore o a Draco entre el público. Un amigo que puede ser fácilmente un traidor y un chico que... que es un imbécil.

No había otra forma de describirlo.

Me dolió cuando me pusieron la Marca, pero no era nada exagerado. Mi rostro se mantuvo neutro hasta que terminó la ceremonia, había sufrido mucho más las veces que me torturaron como entrenamiento.

No había emoción por ninguna parte, todo fue tan gris como los días que se avecinaban. En otro momento eso me hubiera generado algún tipo de nostalgia, pensar que mi abuelo me había descrito ese día como el mejor que mi vida y terminó siendo un mero transmite, era triste. Pero me sentía tan desganada que quería que eso terminara tan rápido como los demás.

Los días pasaron sin muchas novedades. Con reuniones ridículas donde no llegaban a nada y todos tenían información distinta sobre Harry Potter. No me sentía yo misma cuando dejaba de escuchar después de quince minutos la reunión, cuando mi mirada se perdía y mi mente iba a otro planeta. Se supone que todo esto de ser mortífaga sería emocionante.

Lo único que apaciguaba mis días eran las caminatas hacia el jardín de flores privado que había en la mansión Malfoy. Pasaba bastantes horas ahí, escondida, refugiándome de todo lo que sentía y toda la oscuridad que había afuera.

Pero el refugio fue descubierto, porque escuché el ruido de la reja abrirse y pasos acercarse.

-¿Qué haces aquí? -pregunté de inmediato al ver a Draco entrando.

-No sabía que te debía dar explicaciones cuando esta es mi casa.

Me tensé al instante. Su buen porte estaba en medio del camino, llevaba las manos en los bolsillos de su pantalón y mantenía su cuerpo recto, pero con un aire algo despreocupado.

-¿Me seguiste? -le pregunté.

-¿Qué? -me miró divertido.

-¿Que si me seguiste, Draco?

-¿Por qué te tendría que seguir? -inquirió con un tonito absurdo.

-No lo sé, vengo todos los días a este jardín y jamás te he visto -le respondí como si no le creyera nada. Es que no le creía.

-No seas ridícula -masculló.

Rodé los ojos y me paré del borde de la pileta para salir. Draco se interpuso en mi camino, no a propósito, ya estaba ahí, pero no se movió para que pudiera pasar. Era un poco estrecho el espacio que había entre las flores.

No le dije nada, su cercanía me estremeció, solo pude quedar mirando nuestros zapatos. Él tampoco dijo algo hasta que levanté mi mirada.

-Jamás te felicité por obtener la Marca.

-No necesitaba eso de tu parte -le aclaré.

Él asintió en un solo movimiento de cabeza.

-Y a decir verdad, esas felicitaciones hubieran sido cínicas. Y no me gusta el cinismo.

-¿Por qué dices eso? -me preguntó, frunciendo su ceño en confusión.

-¿En realidad te pone feliz que tenga la Marca, Draco? -le pregunté, incrédula -Lo dudo bastante.

-Era lo que querías, Astrid, ¿por qué no estaría feliz por ti?

Su extraña actitud me causó un revoltijo, de esos que te llegaban a desestabilizar. Sabía que si seguía la conversación iba a terminar diciendo algo hiriente, gritando, incluso lanzándole una maldición, así que respiré profundo e intenté mantener la compostura.

Donde termina la oscuridad [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora