Capítulo 35

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Necesitaba algo y Draco me lo dio. Porque al día siguiente había despertado con más energía, con ganas de mirarme al espejo y peinar mi largo cabello, con ganas usar mi labial predilecto y sonreír un poco. Con ganas de no aguantar que nadie me ponga un pie encima.

Así transcurrieron los días, entre más luz veía más me daba cuenta cómo estaba siendo manejado Hogwarts. Era Snape el nuevo director, pero apenas se veía por los pasillos, los que realmente parecían mandar y dar las órdenes eran los hermanos Carrow.

Y ahí estaba mi deber como premio anual, hacerle saber a los problemáticos que si no bajaban sus revoluciones, podían pasar todo el año a punta de maldiciones. Sí, ahora era distinto, todo aquello que estaba en mí, todo aquello que era mal visto, era pan de cada día en Hogwarts,

Pero tampoco me gustaba andar vigilando a todos los alumnos, me llegaba información de personas encargadas, si el asunto era banal, daba advertencia, si volvía a cometer un error, le decía a Amycus Carrow que pusiera de ejemplo al alumno en la clase de Artes oscuras, donde se encargaban de enseñar la maldición cruciatus en esos que se empeñaban a hacer problemas.

Cuando los problemas eran mayores, como los solía hacer ese tal Longbottom, me gustaba encargarme yo, al igual que con esa Weasley que con su cabellera anaranjada me mareaba.

-Astrid.

Draco me alcanzó a medio camino. Yo miré a mi alrededor, viendo si alguien estaba ahí. Cuando vi que todo estaba despejado me animé a mirarlo.

-Draco -respondí -¿Qué quieres?

No habíamos hablado mucho, pero las miradas eran cosa de cada día, tanto que me llegaba a poner nerviosa pensando que alguien se daría cuenta. Daba lo mismo si eso sucedía, no tenía que seguir fingiendo que era mi primo, pero de todas maneras era extraño.

-¿Estás ocupada esta tarde?

-No, creo que estoy desocupada -le respondí. En ese momento no analicé sus palabras ni las intenciones que estaban escondidas.

-Bien, porque quiero que salgamos a dar una vuelta -soltó con tranquilidad.

Pestañeé un par de veces y después estallé en una risa, afirmando mis libros contra mi pecho.

-¿No crees que eso es algo que se pregunta?

-¿Cuál es la diferencia? Igual irás -aseguró.

Sí, igual iría, tenía toda la razón, pero por eso mismo es que tenía que ponerle unos obstáculos más antes de llegar a mi respuesta.

-Vale... Te he dicho que no te la pondría fácil, ¿recuerdas? Así que no, Draco, no iré, mucho menos si no haces de una manera correcta las cosas.

Él ladeó la cabeza y sonrió con esa forma tan engreída que tenía.

-¿Sabes...? Deberías dejar de dar un paso y luego retroceder dos -le aconsejé.

-Bien, bien...

Aclaró su garganta y de acomodó su uniforme.

-Astrid, ¿quieres ir a dar una vuelta conmigo por los jardines de Hogwarts esta tarde?

Contuve la sonrisa de estúpida que quería salir, manteniendo mi seriedad.

-¿A qué hora?

-Siete -respondió.

-No, a las siete se cena, y no pienso pasar hambre para dar un paseo con un chico -le respondí al instante.

-No hay problema, habrá comida -replicó al instante.

Era suficiente para mí.

-Bien, entonces nos vemos a las 7 de la tarde justo aquí -le dije -No seas impuntual, odio que me hagan esperar.

Donde termina la oscuridad [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora