Capítulo 4

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Dormí toda la tarde y no cené. Era raro en mí, generalmente cumplía mis horarios al pie de la letra, pero aunque salí con mucha dignidad de esa habitación, estaba agotada y tremendamente adolorida. Que sea fuerte no significaba que dejara de ser humana, por lo que sentía dolor, mucho dolor.

Sin falta leí por la noche, pero esta vez desde mi cama. Dejé el libro en la mesita de noche y dormí rendida, como si no hubiera dormido toda la tarde. Al día siguiente me sentía mucho mejor, con algunos calambres en mis piernas, pero no era nada insoportable. Tomé desayuno tranquilamente con las mismas personas de siempre. Draco esta vez no bajó, y es que lo comprendía, el pobre debía de estar muerto de miedo por la última prueba.

Narcisa como siempre estaba nerviosa y con sus ojos llorosos, se notaba que pasaba cada noche en desconsuelo. Entendí que no era sólo por su marido, como lo pensaba al principio, también por su hijo. Lo que me parecía ridículo, debería estar orgullosa de que su hijo siga los pasos de su familia, para algo los crían así, ¿verdad?

Aunque haya resultado un miedoso, debía de estar orgullosa por la positividad de Draco al pensar que se iba a convertir en un mortífago.  

Pero bueno... No le podía decir nada, era la dueña de la casa y yo una simple inquilina. 

-¿Lista para la última prueba? -pregunta Bellatrix -será en la tarde.

-Lo estoy -respondí, segura.

-Ya mañana te pondrán la Marca Tenebrosa y serás oficialmente una mortífaga -me quedó mirando con una sonrisa -Tus padres y tu abuelo estarían muy orgullosos de verte.

Le devolví la sonrisa, pero no dije nada. Hablar de mi abuelo me ponía sentimental, bueno, realmente de toda mi familia que descansaba en paz en el cielo o en el mismísimo infierno. 

Pero estaba feliz, la Marca Tenebrosa era todo lo que siempre había querido y al fin la iba a tener.

Recorrí los pasillos para explorar, nuevamente, pero me cansé rápido, así que volví a mi habitación. Ahí en realidad no tenía mucho qué hacer, estaba bastante aburrida. Cuando mi abuelo estaba vivo yo hacía cosas todo el día, generalmente estudiaba a su lado y él me hacía preguntas. Aunque teníamos elfos que ordenaran, a nosotros nos gustaba ordenar los libros de la biblioteca. Recorríamos el jardín cada mañana y estudiábamos las plantas que teníamos, y si nos quedaba tiempo libre, que era pocas veces, él me hablaba de su vida cuando era joven y de algunos familiares. 

La puerta de la habitación se abrió, dejando a ver a Draco Malfoy que esta vez no se había tomado ni siquiera la molestia de golpear.

-¿Sabes? -pregunté, mirándolo -Mi abuelo siempre dijo que las habitaciones son personales, y nadie puede entrar a tu espacio sin pedir permiso.

-Pues dile a tu abuelo que sus consejos moralistas no van conmigo -espetó.

-Le diría, pero está muerto.

Una pequeña mueca de incomodidad se posó en su rostro, pero volvió a adoptar la misma dureza en su expresión con la que había llegado.

-Que esta sea tu casa no te da derecho a entrar a esta habitación cuando se te dé la gana -le expliqué. 

-Está bien, no lo haré más -dijo rápidamente y cambió el tema -Necesito algo de ti.

Lo miré atenta, esperando a que siguiera hablando, pero no dijo nada.

-¿Tengo que adivinar...?

Negó con la cabeza y me miró nervioso.

-Necesito consejos... -murmuró.

Donde termina la oscuridad [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora