Capítulo 37

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La clase de adivinación terminó, yo me demoré en recoger mis cosas porque había hecho un verdadero desastre con la tinta, así que tuve que ocupar mi varita para limpiar. Escuché los pasos de la profesora Trelawney, le di una pequeña sonrisa amigable cuando levanté mi mirada. Ella me la devolvió, pero mucho más forzada que el año anterior, como si ahora en realidad me temiera.

-Una vez te di un consejo, ¿lo recuerdas?

-Sí -recordé la vez que estaba borracha en una fiesta de Slughorn.

-¿Lo estás tomando en cuenta?

-Sin ofender, pero le recuerdo que esa noche usted se había pasado de copas -le dije y me paré del cojín en el que estaba sentada -Y no sigo consejos de nadie, mucho menos de usted.

Ella no pareció ofenderse, con su extraña forma de mirar a través de esos gruesos lentes se acercó a mí.

-Eres hábil con la adivinación, se podría decir que tienes un don que no has desarrollado aún. Tú misma puedes ver en tus manos, en tu reflejo, en todo lo que te rodea, que la vida, que las decisiones y todo lo que estás haciendo últimamente, no te va a llevar a nada bueno. Solo veo oscuridad, una oscuridad profunda y mucho olor a tierra.

La miré desconcertada y sin pensarlo tomé mis cosas.

-Nos vemos en la próxima clase.

-¡Astrid!

Yo me giré, sus palabras habían logrado perturbarme.

-Observa, no dejes nunca de observar.

Mi mirada fría se hizo presente, pero solo para defender a la desesperación que me habían provocado sus palabras. Sin pensarlo salí de la sala para dirigirme a mis obligaciones como premio anual. No llegué a ellas, a la reunión que tenía con los hermanos Carrow, pues ver a Longbottom y su incapacidad de cerrar la boca requirió una interrupción.

Él era de esos típicos chicos que cuando pasaba por su lado su mirada me escaneaba en repulsión y murmuraba palabras que no llegaba a entender, pero podía deducirlas muy bien.

-Debes parar.

Él me quedó observando.

-Si no quieres que todo Gryffindor pague las consecuencias, debes parar -le repetí.

-¿Pagar las consecuencias? ¿Consecuencias de qué? -preguntó y dio un paso hacia mí -Pensé que uno tenía consecuencias cuando hacía algo mal, no cuando expresaba sus opiniones.

-Hay reglas, Neville, reglas que debes acatar. Y si no las cumples, hay consecuencias. Pensé que estaba claro, pero al parecer te cuesta eso de entender.

-Créeme que lo entiendo. Entiendo que hay unos malditos psicópatas en el poder, queriendo manejar Hogwarts y nuestras vidas.

Solté una risa divertida.

-No van a manejar tu vida, eres un sangre pura, y deberías estar orgulloso y aliviado por esa razón. ¿Acaso ya no has sufrido suficiente, Neville? ¿Quieres tener el mismo destino que tus padres?

Neville llevó una mano a mi cuello y lo apretó. Aguanté cada segundo, sin dejar de sonreír. Su respiración agitada y sus ojos queriendo hacerme daño eran algo que nunca había visto en él, y que me gustó ver. Podía aguantar que me hiciera daño si eso hacía que dejara atrás su patética vida, si se daba cuenta que podía ser tan malo como yo. Pero no pasó más de un minuto antes de que me soltara y diera un paso hacia atrás, mirando su mano.

-Podrías hacerle compañía a tus padres, si es lo que quieres. Tú solo sigue comportándote como un idiota y muy pronto estarás encerrado con ellos, para que sean la familia que nunca pudieron ser.

Donde termina la oscuridad [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora