Capítulo 7

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Kate me presentó a Abel su hermano, él y su novio Nilo, eran los únicos que sabían de mi falta de recuerdos.

Abel era alguien muy tímido y serio, pero demostró mucha felicidad al verme con vida. Nilo era alguien que hablaba mucho y demasiado alegre.

Ellos me hicieron conocer el lugar, y me contaron algunos recuerdos juntos.

— ¿Recuerda cuando tenía un crush con ella? — Preguntó Nilo, Abel rodo los ojos. — Perdón amor, pero ella tiene poderes.

— ¿Sabes de mis poderes? — Pregunté intrigada.

— Todos saben de tus poderes, eres como la Madonna de los poderes.

— ¿Puedes decirme cuáles son?

Él me miró con una expresión horrorizada, posó su mano en el pecho y abrió la boca.

— No le dices a Madonna como cantar. — Dijo ofendido.

Yo lo mire confundida.

— Basta con tus referencias, esto es serio. — Dije frustrada.

— Nilo. — Habló Abel. — Estamos para ayudarle, no para confundirla.

El giro los ojos.— Le quitan la diversión a todo. Está bien, vamos a practicar tus poderes.

Llegamos a una sala de entrenamiento.

— ¿Qué sabes hacer? — Preguntó Abel.

— Se pelear, tengo resistencia y sé usar muy bien las armas.

— Habla de tus poderes.— Intervino Nilo. — ¿Qué es lo que puedas hacer con ellos?

— Si me concentro puedo ver todo lo que pasa en otros lugares, sin la necesidad de moverme del lugar.

— Bien, puedes controlar la proyección, es cuando tu alma sale de tu cuerpo, no estás físicamente en lugar pero es como si lo vieras en persona. Eso es una muy buena ventaja en combate. ¿Qué puedas hacer con el fuego? — Preguntó Nilo

— Lo uso en casos extremos, cuando estoy desesperada o muy enojada.

— Entonces no controlas el fuego, él te controla a ti. — Dijo Abel.

— ¿Es alguna metáfora?— Pregunté sin entender.

Nilo río. — Sin duda sigue siendo nuestra Aurora.

Abel lo fulminó con la mirada, y volvió su atención a mí. — Me refiero a que, cada vez que usas el fuego, usas tu energía humana. El fuego es parte de ti, puedes controlarlo como puedes controlar la respiración.

— ¿Y cómo puedo hacer eso? — Pregunté  más confundida.

— Controlando tus emociones.— Respondió Nilo.

Eso me desanimo, no tenía control de nada mucho menos de mis emociones, es como si todas mis emociones fueran el doble de intensas. No podía dejar de pensar en miles de escenarios en mi cabeza, uno más catastrófico que el anterior.

No iba a compartir mis pensamientos con ellos, sentía que era algo personal.

Extrañaba a Zafira, estoy segura que ella podría ayudarme con tanta mierda en mi cabeza.

— No suena tan fácil. — Dije seria.

— Podemos entrenar hasta que lo sea. — Dijo Nilo.— Empecemos ahora.

— ¿A pelear? — Pregunté confundida.

Antes que pudiera decir algo, Abel enganchó su pierna con la mía, derribando mi cuerpo. Quede en el piso y él con su puño a centímetros de mi rostro.

— Creí que sabías luchar. — Dijo con una sonrisa.

— No estaba preparada, no creí que ibas a atacarme. — Respondí enojada.

— Ese es el punto, el enemigo no avisa, debes estar siempre preparada. —Abel extendió su mano y me ayudó a ponerme de pie. — Vamos a trabajar tus reflejos y velocidad.

Una vez de pie me puse en posición de combate, quizás pude darle uno o dos golpes, pero el resultado era el mismo, yo en el suelo.

— Soy un asco en esto. — Dije frustrada.

— Eres rápida, pero piensas mucho. — Dijo Nilo.

— ¿Quieres que lance golpes a lo bruto? Claro que tengo que pensar. — Dije molesta.

— No me refiero a eso, está bien que pienses en tus movimientos, lo que está mal es sobre analizar la situación, piensas demasiado. Eres rápida, tienes buena técnica y fuerza, aprovecha eso. Quiero que respires y pienses en esquivar, de esa forma podrás analizar la manera de pelear que tiene tu oponente, cuando veas la oportunidad contraatacas.

— No dudes. — Dijo Abel.

Decirlo era fácil, lo difícil era que mi cabeza me diera un descanso, no era algo que estuviera en mi control, mis pensamientos eran parte de mi aunque no quisiera.

Tome una fuerte respiración y me puse nuevamente, en posición de combate.

Espere y esquivé como Nilo me dijo, en un momento tuve mi oportunidad y la aproveche, esquivé un golpe y lo derribe.

— ¡Lo hice! — Dije feliz.— Lo pude golpear ¿Lo viste?

Nilo me sonreía feliz.— Si lo hiciste muy bien, esa es la seguridad que busco. Eres muy rápida y fuerte.

— Demasiado. — Dijo Abel mientras se levantaba adolorido. — Creo que me rompió una costilla.

— Perdón. — Dije apenada. — Fue la emoción.

— Esta bien, me alegra que lo pudieras hacer. — Dijo recuperado.

— Quiero intentarlo otra vez. — Dije emocionada.

— Esta bien, pero esta vez con Nilo. — Dijo Abel haciéndose a un costado.

Nilo rodó los ojos y lo llamó cobarde, eso antes de que lo derribara tres veces.

— Mejoraste mucho, supongo que tienes memoria muscular.— Dijo Abel. — Ahora vamos a probar con algo un poco más difícil.

— ¿Qué cosa? — Pregunté.

— Vas a intentar controlar el fuego. — Dijo Abel mientras traía unas ramas.— Primero vas a prender a usar el fuego en cualquier situación, luego vas a incendiar una rama no todas. Y por último le das dirección, lo manipularas a tu antojo.

— ¿Puedo hacer eso? — Pregunté fascinada.

— Claro que puedes. — Dijo Nilo. — Pero tienes que practicar.

Y así me pasé todo el día, pude manejar mejor el fuego, pude usarlo sin tener una emoción muy fuerte, lo podía hacer aparecer en cualquier momento, aunque me costaba mucho manipularlo, era un avance para mi.

Resistencia #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora