Mansión Malfoy ~ Presente.
Una taza de té humeaba entre mis manos mientras estaba sentada en el cómodo sofá orejero de terciopelo verde ubicado en el salón del ala oeste de la mansión con vistas al jardín.
El sol comenzaba a ocultarse tras la arboleda que lindaba la propiedad y el cielo se teñía de tonos anaranjados y rosados que ofrecían un espectáculo visual precioso.
Una curiosa cría de liebre olfateaba las margaritas que mi añorada suegra había plantado cuando Scorpius era un bebé. Aún podía recordar como si fuese ayer el día en que tomó con sus manitas pequeñas una margarita de un blanco impoluto y se la llevó a la nariz provocando un sonoro estornudo impropio de un infante de seis meses de edad.
Nos reímos durante tanto rato que finalmente Scorpius comenzó un berrinche porqué se sentía ignorado por sus dos referentes femeninas.
Toda la casa me traía recuerdos preciosos de la vida que había compartido con Draco Malfoy, su increíble familia y el bebé que con tanto cariño habíamos traído al mundo hasta convertirlo en el maravilloso hombrecito que estaba a pocos días de marcharse para comenzar los estudios para ser un gran mago.
Había crecido tanto, tan rápido.
Toda mi vida fue perfecta a partir del momento que note su piel contra la mía por primera vez, hasta que algo en mí cambió cuando entramos en esa estrafalaria tienda el número 93 del callejón Diagon.
Ver de nuevo a George, con esa sonrisa a pesar de todo lo sufrido y dispuesto a retomar el contacto conmigo me sobrepasó.
Me mantuve ausente durante el resto de las compras y decisiones que debíamos tomar en familia y mi amado esposo, comprensivo como siempre, colocó su mano en la parte baja de mi espalda a modo de apoyo y tomó las riendas de la situación consintiendo a nuestro pequeño heredero en todos sus caprichos y, cuando arribamos vía red flu a la chimenea del salón principal, acompañó a Scorpius a mostrarle la lechucería al ave parda nueva que adquirimos dejándome un poco de tiempo y espacio para recordar melancólicamente mi breve encuentro con George Weasley.
--Aquí estás querida. He tenido que preguntar a los elfos dónde habían servido el té --comentó Draco con afecto mientras se acercaba al sofá de una plaza ubicado a mi derecha.
--Las vistas de este pequeño salón me agradan en demasía --sonreí de lado mientras tomaba mi taza de la mesita.
--Querida, no puedes engañarme ya lo sabes. ¿Cómo ha sido? --preguntó mientras tomaba su respectiva taza y arqueaba las cejas en pos de hacerme hablar.
--Jamás te mentiría --concluí con un suspiro--. Fue totalmente horrible. Devastador. Le solté todo lo que he guardado durante años de forma atropellada y sin darle opción a hablar o replicar. ¡Por Merlín! Le dije que me llamara Señora Malfoy --oculté mi rostro entre mis manos.
Draco río risueño y se llevó la mano al costado. Me miró socarrón con sus preciosos ojos grises y soltó la taza con cuidado antes de apoyar los codos en sus rodillas acercándose a mí.
--Señora Malfoy --rió de nuevo--. Eres completa y absolutamente divertida.
--Me alegra que mis desgracias te parezcan tan revitalizantes, querido.
--Amor, cuando accedimos a casarnos a pesar de no querernos más que como fieles amigos prometí estar contigo en lo bueno y en lo malo. Pero no prometí no reírme de ello --contestó divertido.
--Eres horrible. ¡Te odio! --bromeé.
--Me amas y lo sabes --añadió--. Venga, querida. No te martirices. Con suerte no volverás a encontrarte con él y seguiremos viviendo felices como hasta ahora junto con nuestro maravilloso hijo.
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Cuando George rompió mi corazón ||TERMINADA||
FanfictionDiecinueve años después de que Voldemort fuese derrotado, el heredero Malfoy comienza su primer año en Hogwarts. T/n, su madre y fiel esposa de Draco Malfoy, se reencuentra con su amor de la adolescencia, George Weasley, cuando acompaña a su hijo po...