Capítulo 17 ~ A su lado el vapor era hielo

388 36 0
                                    

Mansión Malfoy ~ Presente

Decir que Draco estaba enfadado era quedarse corta. No había consentido dirigirme la palabra desde que volvimos de Hogwarts ayer por la tarde. Le había preguntado, incontables veces, qué había ocurrido en aquél íntimo encuentro con Harry Potter en el despacho de la directora Minerva Mcgonagall, pero por Merlín que no había abierto la boca para decir algo al respecto. No podía haber sido tan horrible, ¿no? Ambos eran adultos hechos y derechos, maduros y responsables, padres de familia, por lo que podrían haber mantenido una conversación formal. "¿Tal y como tú has hecho con Weasley?" me auto-pregunté. Bueno, al menos sabía que no habrían llegado más allá de los insultos, ninguno parecía gravemente herido cuando se unieron a Ginevra Potter y a mí en la sala común de Slytherin, aunque lamentablemente tampoco había ninguna marca de pasión, como pude comprobar cuando Draco se cambió la túnica por su pijama antes de ir a dormir esa noche. Consideré que no era buena idea comentarle que había ofrecido a la pelirroja acompañarnos un día a la hora del té. No quería importunarle más, pero me estaba resultando insoportable que no me hablase, así que a la hora de la cena dejé los cubiertos a ambos lados del plato, tomé mi servilleta y sequé la comisura de mis labios antes de proceder a romper el silencio.

-Esto es absurdo, ¿cuánto tiempo te piensas llevar así? Por amor de Salazar, soy tu esposa-estallé

-Y como tal debiste comportarte y no dejarme solo con...con...con ese arrogante

-Solo quería demostrarte lo que se siente. ¿Tengo que recordarte que horas antes me hiciste lo mismo con Weasley?- acusé

-No es lo mismo-se excusó

-Es exactamente igual o peor, porqué tu me lo has hecho dos veces y una de ellas en nuestra propia casa

El rubio frunció el ceño y agachó la mirada. Jamás reconocería en voz alta que no llevaba razón.

-¿Qué te dijo?-quise saber

-¿Realmente?-preguntó levantando la mirada del plato y yo asentí- Nada elocuente. Pff, siempre tan idiota, tartamudeando y recolocándose sus gafas de esa forma tan...

-¿Sexy?-le interrumpí y me tiro un panecillo-Oye, ¿qué modales son esos?

-Tómatelo enserio o no diré nada más-amenazó

-Está bien, está bien-dije riéndo- Continua, por favor-le animé

-Se disculpó-soltó con un bufido- por haber puesto en peligro a mi hijo. No por todo lo que me hizo sufrir, no por... por todo lo que pudo pasar entre nosotros y nunca ocurrió porque fue demasiado cobarde para intentarlo. ¡Que ironía viniendo de un Gryffindor!-añadió pasando bruscamente una mano por su barbilla- No, el muy engreído se disculpó porque sigue pensando  que él es el centro del mundo.

-¿No hablásteis de... de vosotros?-pregunté

-Soltó que se alegraba de verme feliz con la maravillosa familia que había formado junto a tí. Aunque admitió que le sorprendió saber que habíamos aceptado el compromiso que tú padre acordó con los míos. Pensó que mis padres te repudiarían cuando quién-tú-sabes fue derrotado.

-Bueno, durante un tiempo yo también lo pensé, como recordarás. ¿No te alegras de haberte encontrado de nuevo con él?

-Bah, hubiese preferido no haberlo hecho nunca de haber sabido que iba a ser así

-¿No te parece una ironía del destino que nuestro hijo sea amigo de un niño mitad Potter mitad Weasley?-pregunté riéndo incrédula y él me correspondió

Aunque a decir verdad, esa pregunta la lancé más para mí que para él. Tantos años apartados del mundo mágico, salvo para caso excepcionales y nuestros amigos, y ahora llega la entrada en Hogwarts de nuestro hijo revolviendo nuestras vidas en unas semanas. ¿Nos estaría regalando el destino otra oportunidad? No lo creo. Tanto Potter como Weasley tuvieron un año y medio para arrepentirse de su error antes de que Draco y yo tomáramos los votos. Un año y medio para volver, aceptar sus sentimientos y formar una vida junto a las personas que verdaderamente querían, pero jamás lo hicieron. Ni en un año y medio ni en los veinte restantes. ¿Porqué aparecían ahora? Aunque, para ser sinceros ninguno de los dos había llamado a nuestra puerta. Era de esperar que tarde o temprano volviésemos a verles, pero para ser sincera esperaba que pasaran algunos años más.

Cuando George rompió mi corazón ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora