Capítulo 12 ~ La sala que viene y va

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Flashback ~ 21 años antes

La pequeña insignia de plata, con una I grabada en el centro, resplandecía en mi mano mientras que Pansy ya la lucía orgullosa en su túnica junto con la insignia verde de prefecta de Slytherin. Esa misma mañana nos habíamos reunido con la profesora Umbridge en su despacho después de que nos seleccionara como grupo selecto para implantar la disciplina necesaria para el correcto cumplimiento de toda la nueva normativa en Hogwarts. He de confesar, que yo misma me saltaba esas normas cada vez que creía necesario, sobretodo los ratos que estaba con George, pero llevar esa insignia quizás haría a mis compañeros hacer la vista gorda si era yo la implicada. ¿Quién sería el primer alumno que pillaría saltándose las normas? Miraba de un lado a otro del patio observando detalladamente, pero todo parecía en orden. Algunos estudiantes leían tumbados sobre el césped o apoyados contra un árbol, otros paseaban junto a un compañero, todos cumpliendo a rajatabla la insaciable lista de contratiempos que la Suma Inquisidora tuviese a bien indicar como prohibiciones.

Cansadas de buscar un pretexto para hacer cumplir la ley, Pansy abrió el libro de pociones y comenzó a explicarme porqué era tan inepta en esa clase. Ingrediente arriba e ingrediente abajo, remover para la derecha y no para la izquierda, las veces exactas que indicaban las instrucciones y a la velocidad requerida. Muy importante tener en cuenta la temperatura y verificarla si es necesario. Suspiré. Apoyé los codos en las rodillas para dejar reposar la cabeza en mis manos totalmente aburrida de esa tutoría inesperada. ¿Dónde estaría George? Seguramente estaría con esa fotocopia que le persigue a todas partes y que difícilmente le deja tiempo a solas conmigo. Fred no me caía mal del todo, al fin y al cabo era simpático y con buen sentido del humor, pero rara vez se comportaba así conmigo. Sabía que tenía mucho que luchar para que sus hermanos y amigos dejaran de verme como a una persona insufrible y malvada. Tantos años mantenimiento una reputación para ahora querer mandarla al traste por...¿amor? Aún me costaba creer que estaba loca por un Gryffindor. Su pelo rojo como el fuego a juego a los colores de su casa, ese mar de pecas bañando su rostro, esa mirada llena de pasión que me regalaba en cada encuentro... ¡Qué lástima que el estúpido de Malfoy le hubiese provocado en el primer partido de la temporada! Con lo bien que le quedaba el uniforme de quidditch y, por Merlín, ese olor a cera para escoba que tenía después de cada entrenamiento cuando me lo cruzaba por los pasillos. ¡Qué pena no haber tenido el suficiente valor para acercarme a él por ese entonces! Quizás de esa forma a Draco jamás se le hubiese ocurrido esa cancioncilla. Aunque debo reconocer que era tan pegadiza que hasta yo la tatareaba a veces cuando George no escuchaba. "A Weasley vamos a coronar..."

Yo sí que coronaría a un Weasley, por robarse mi corazón y ocupar todos mis pensamientos, cosa que hasta día de hoy nadie había logrado con tanta intensidad. "A Weasley vamos a coronar..."

La corona, el trono, el cetro y todo lo que él requiera. Mi vida entera se la regalo. "Por eso los de Slytherin debemos de cantar a Weasley vamos a coronar, a Weasley vamos a coronar..."

-Tierra llamando a Riddle, ¿estás prestando atención?-gritaba Pansy chasqueando sus dedos frente mi mirada perdida.

-Eh, yo...-intenté justificarme

-Ya respondo yo por ti. ¡Estabas ignorándome!-gritó indignada- Encima que me preocupo de intentar ayudarte

-Lo siento Pans, es que estaba pensando en...

-En ese pelirrojo, ya te lo digo yo-adivinó interrumpiéndome- Estabas que se te caía la baba

-Eso no es verdad-me ofendí

-Claro que sí-afirmó- ¿Qué ha sido de aquellos tiempos en los que...?

Pero me quedé sin saber a que tiempos se refería porque, en el otro extremo del patio, Draco se enfrentaba a tres chicos acostumbrados a meterse en más problemas de los que podían asimilar acompañados de un tejoncito que iba a nuestro año. Nos acercamos las dos con paso apresurado mientras íbamos escuchando como Draco descontaba puntos a diestro y siniestro a Gryffindor y Hufflepuff ante la atónita mirada de la sangre sucia y la ira de su amiguito pelirrojo. Apenas quedaban gemas rojas en el contador de Gryffindor y el de Hufflepuff sobrevivía a duras penas. La cara de Potter estaba tan roja como el pelo de su amigo y, aunque ver a los Gryffindor enfadados era un pasatiempo divertido, aprovecharse de nuestro nuevo estatus para descontar puntos inmerecidamente era sobrepasarse.

Cuando George rompió mi corazón ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora