Capítulo 10 ~ G de George

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Flashback ~ 21 años antes

Tras ser una de los pocos alumnos que no habían querido regresar a casa por Navidad, ansiaba en demasía volver a ver los pasillos llenos de gente mañana. Verdaderamente, podría haber acompañado a Draco como cada año a la Mansión, pero la idea de estar cerca de mi padre o algún mortífago me hervía la sangre. Por otro lado, George me había ofrecido acompañarle con su familia a esa destartalada casa que hacían llamar "La Madriguera". No tenía nada en contra de pasar unos días fuera de las comodidades a las que me habían acostumbrado siempre en la Mansión, pero pasar unos días tan importantes rodeada de una familia tan unida, la cuál y en su mayoría me odiaba, me parecía demasiado irrespetuoso.

Había sucumbido a los encantos de George. No era difícil. Su continuo sentido del humor y su afán de protegerme y cuidarme por encima de todo me derretían. Últimamente sonreía tanto que la cara me dolía por usar músculos que jamás había utilizado. ¡Hasta tenía mejor aspecto! Y eso ya era decir, porque no había nadie mejor que yo. Él conseguía derribar todas mis defensas y provocaba que mi piel se erizara con sólo susurrarme al oído. Podía perderme durante horas en la profundidad de su mirada y, a pesar de que me moría por un beso suyo, aún no habíamos encontrado el momento perfecto para ello, y eso que últimamente pasábamos demasiado tiempo juntos. ¡Hasta Draco se había puesto celoso porque se sentía abandonado! Después de que había sido él mismo el que me había animado a abrir mi corazón. No podía creer que en unas horas amanecería y volvería a ver a los dos hombres que ocupaban mi vida. El corazón se me aceleró y mis mejillas se sonrojaron. ¡Cómo los añoraba!

Me giré en la cama para alcanzar la varita y convocar un hechizo para saber la hora. El problema de vivir en las mazmorras era la escasez de ventanas y el exceso de humedad. Sí que teníamos algunas que daban a las profundidades del lago negro, pero a través de ella no podías adivinar cuanto faltaba para salir el sol. Las cuatro y veinte. Aún faltaba mucho, demasiado. Me levanté para alcanzar mi baúl y tomar cierto jersey tejido a mano y con una inicial grabada. No se lo había devuelto desde nuestra primera cita en Hogsmade y jamás admitiría que a veces lo usaba para sentirme cerca de él, sobretodo desde que se marchó en el expresso de Hogwarts para disfrutar de las fiestas junto a sus seres queridos. Mmh, aún olía a él. Me acurruqué entre las almohadas buscando una postura más cómoda y, en cuestión de minutos, me dormí profundamente con el aroma de George Weasley abrigándome.

Al día siguiente, una niebla incipiente llenaba los corredores que daban al patio. Me había saltado el desayuno para leer un rato sentada en uno de los ventanales de la plata baja mientras mis pies rozaban la nieve que cubrían el césped. Hacía tanto frío que tenía la nariz enrojecida y mi respiración producía vaho. Me había enfundado un gorro hasta las orejas a juego con mi bufanda de Slytherin y, bajo la túnica, aún llevaba el jersey que tenía tejida una G en el pecho. Me quedaba algo grande y largo, pero me ayudaba a sentirme cerca de él. Leí durante casi toda la mañana hasta que una pequeñita, esponjosa y ruidosa lechuza dejo una carta encima del libro.

"Te espero en la estación de Hogsmeade, me apetecen unas cervezas de mantequilla en compañía de mi slytherin favorita. Pd: Recuerdas como encontrar el pasadizo de la bruja tuerta, ¿verdad? ~G.W."

Sonreí de oreja a oreja ante aquella nota y cerré el libro de golpe. Subí corriendo hasta el pasillo del tercer piso, y cuando comprobé que nadie merodeaba por alrededor, aclaré mi garganta para pronunciar la contraseña; "Dissendium". Acto seguido, la joroba de la estatua se abrió y dió paso a la entrada al túnel. Me deslicé por ella y conjuré un Lumos para poder ver bien a través de la oscuridad de aquél pasadizo secreto. Tras una hora caminando, llegué al sótano de Honeyducks. Salí procurando no ser vista y me adentré en el pueblo nevado para llegar a la estación.

Cuando George rompió mi corazón ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora