Cuando George rompió mi corazón ||TERMINADA||

Capítulo 18 ~ Expecto Patronus

Flashback ~ 21 años antes

El brazo aún me ardía. Notaba la piel quemándose produciendo un dolor penetrante que no desaparecía. Casi podía camuflar por completo el dolor que me producía el resto del cuerpo. El labio inferior partido, varias costillas rotas y los múltiples cortes no eran nada comparado a ser marcada. Prefería ser víctima de otro cruccio. Prefería otra de las sesiones de la sádica Bellatrix Lestrange para "hacerme fuerte". Sí, ya lo creo que lo prefería.

Me retorcí en la cama desconocida aún con los ojos cerrados y recordé que la tarde anterior me había escapado. Burlé la vigilancia que siempre me acompañaba y traspasé las protecciones de la mansión con ayuda de Draco para lograr aparecerme. El dolor punzante que sentía provocó que me desconcentrara una y otra vez impidiéndome tener el destino en claro y retrasando mi cometido. Cuando logré llegar ante la puerta del número 93 del callejón Diagon y divisé a Fred, me sentí tan a salvo que me permití el lujo de desmayarme. Eso es lo último que recuerdo, sé que no llegué a ver a George.

George... No había entrado en mis planes regresar a la Mansión ese verano. No después de que el mundo mágico admitiese que mi padre había regresado y que Lucius hubiese sido condenado a Azkaban. No, claro que no. Quería ir con mi pelirrojo adorado, elegir el buen camino, pero cuando Narcissa nos esperaba a Draco y a mí en la estación no lo hacía sola. No pude evitarlo, tenía miedo, pero en ningún momento pensé que sería torturada por mi propio padre al negarme ser mortífaga. Draco tampoco lo había tenido fácil, estaba sufriendo tanto o más que yo, con su hogar invadido por una horda de seres malvados y sufriendo el mismo acoso.

Aguantábamos como buenamente podíamos, pero no había sido hasta la mañana anterior que decidimos llevar a la práctica nuestro plan de escape tras una de las múltiples reuniones lúgubres que mi padre realizaba. Nos había encomendado nuestra primera misión y, por Merlín, no podíamos hacer eso. Estabamos completamente horrorizados. Asi qué, en cuanto acabó y nos obligaron a volver a nuestras habitaciones, hicimos nuestra propia reunión y acordamos que yo escaparía a pedir ayuda a aquellos capaces de plantarle cara a mi padre mientras él intentaba escusar mi ausencia alegando que estaba demasiado enferma. Su madre le ayudaría, sin duda, pero no disponíamos de mucho tiempo. Debía volver y, según suponía aún metida entre las sábanas de esa cama desconocida, ya había perdido demasiadas horas.

Cuando mis músculos comenzaron a reaccionar a mis órdenes, me levanté deprisa y corriendo. Me sentí mareada al momento notando como algunos cortes que apenas habían cerrado volvían a sangrar bajo miles de vendas y gasas que alguien me había puesto. La cabeza me dolía, pero seguía sin compararse a lo que sentía en el antebrazo izquierdo. Me acaricié las sienes y abrí los ojos. Todo seguía oscuro y no podía ver dónde me encontraba. Tanteé con la mano en busca de mi varita pero no la encontré. Mi respiración comenzó a agitarse y una nueva oleada de miedo me recorrió la espalda como un escalofrío. ¿Había fallado en algo? ¿Ver a Fred fue una ilusión?

-¿T/n? ¿Estás despierta?-preguntó una voz preocupada y cansada.

Podía reconocerla, sabía que sí. La había escuchado muchas veces. El dueño de la voz recorrió los pasos que nos separaban y se sentó con cuidado a mi lado tomando mi cara con ambas manos y apoyando su frente contra la mía rompiendo a llorar. Sabía que debía hablar, tenía el tiempo contado, pero romper ese íntimo momento que había añorado y soñado cada noche me parecía algo imposible. Quería acariciar su rostro, pasar mi mano por su pelo, abrazarle como si no hubiese mañana. Me dejé guiar en el beso suave que compartimos y por unos minutos logré sentirme protegida entre sus brazos. Su olor me embriagaba. Su piel era suave y cálida. Quería quedarme ahí por siempre, pero no podía, no debía...

-No tengo mucho tiempo-hablé al fin con un hilo de voz mientras las lágrimas recorrían mi rostro- Debo volver.

-¿Volver?-exclamó bastante sorprendido como si fuera algo impensable, algo que quisiera impedir- No puedes volver, mírate, estás herida, muy herida, como siga así va matarte. Yo, yo no puedo perderte, no ahora que has vuelto a mí. ¡Llevaba semanas sin saber si estabas bien!