Capítulo 20 ~ El camino equivocado

319 28 0
                                    

Flashback ~ 20 años antes

No dormíamos. No comíamos. Ni siquiera teníamos ánimos para seguir fingiendo ser esos insufribles alumnos de Slytherin que se creen superiores. Confiar en Snape había sido todo un fracaso. "Dumbledore debe morir, no hay otra salida. Sólo así, nos ganaremos la confianza de tu padre y nuestra tapadera será un éxito". ¡Qué fácil lo veía él! ¡Salazar bendito! ¿Cómo íbamos a ganarnos un hueco en la Orden si matábamos a uno de ellos? Al principio, contábamos con el apoyo incondicional de George, pero sus cartas fueron bajando de frecuencia con los rumores de que el ataque de Katie Bell, su amiga, fueron a causa de Draco y mía, y terminó dejando de escribir cuando hace unos días ocurrió el ataque de su hermano Ron. Yo seguía escribiéndole, pero ni siquiera sabía si llegaba a leerlas. Draco y yo estábamos completamente solos, sin las personas que amábamos a nuestro lado y reparando un armario para llevar a cabo y con éxito un plan que aborrecíamos.

Esa noche, pasado el toque de queda y encerrados en la Sala de los Menesteres del séptimo piso frente al tapiz de Barnabás el Chiflado bailando para los trols, esperábamos sentados en el suelo, apoyados contra uno de los múltiples tiestos que había en aquella sala abarrotada, una señal. Algo que nos comunicara que por fin habíamos reparado aquél armario evanescente con éxito, un mínimo atisbo de esperanza para saber que estábamos más cerca del final de esa pesadilla.

Apenas hablábamos entre nosotros, mucho menos lo hacíamos con los demás, ya no éramos los mismos de antes. Parecía que la marca tenebrosa que portábamos en el antebrazo izquierdo chupaba toda buena energía, dejando sólo la maldad en nuestro corazón. Nos sentíamos devastados, acabados. No queríamos, ni siquiera, seguir viviendo, pero, ¿quién protegería a Narcissa si abandonábamos?

-¿Has oído eso?-preguntó Draco exaltado

-Será otro de esos duendecillos de Cornualles que merodean por aquí haciendo una travesura de las suyas-respondí apática

-No, no. Lo he vuelto a oír. Shh, escucha-pidió y volvimos a quedarnos en silencio- Déjalo habrán sido imaginaciones mías.

-No, espera. Acabo de oír algo. Es cómo un aleteo-añadí sentándome más erguida.

-¡El armario!-exclamamos al unísono

Nos arrastramos a toda prisa el metro que nos separaba de la puerta del armario. Hacía horas que habíamos enviado, por segunda vez, un pajarito común a través del armario. No teníamos esperanzas en que volviese con vida, tal y como ocurrió con el primero, pero ese aleteo debía significar algo.

Draco abrió sin demora aquella pesada puerta y, como alma que lleva el diablo, la diminuta ave salió volando perdiéndose por algún rincón de la sala. Miré a Draco totalmente emocionada y le abracé rompiendo a llorar. ¡Lo habíamos conseguido! ¡Por las barbas de Merlín! ¡Por fin habíamos alcanzado nuestro objetivo! Draco reía y era un sonido precioso, llevaba meses sin escucharlo. Besó mis mejillas, me tomó en peso y giramos totalmente felices hasta que tropezamos y caímos volviendo a reír.

Nos quedamos tumbados demasiado tiempo, extasiados de nuestro logro, hasta que nuevamente nos cubrió el rostro un tono de amargura. Los habíamos logrado, pero eso solo implicaba una cosa. En breve cruzarían esa puerta varios mortífagos para ser nuestro equipo de apoyo en el último paso de la misión.

Había sido idea de Bellatrix Lestrange, y mi padre tuvo la cordialidad de aceptar su propuesta. "Mi Señor, son dos jóvenes inexpertos, podrían necesitar ayuda en un duelo de esa magnitud", había expresado la lunática con la cabeza agachada en señal de respeto. Pero las órdenes eran claras, sólo debían intervenir si nosotros fracasábamos y moríamos.

Cuando George rompió mi corazón ||TERMINADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora