Cuando George rompió mi corazón ||TERMINADA||

Capítulo 28 ~ Harry, ¿estás vivo?

Flashback ~ 19 años antes

La nieve comenzaba a desaparecer gracias al tiempo propio del mes de marzo que acontecía y permitiéndonos un poco de paz y tranquilidad en la Mansión por la ausencia de mi padre. "Te prometo, T/n Riddle, que ganemos o no la guerra, tú y yo estaremos juntos para siempre" eran las palabras que me había repetido a mí misma cada día para poder soportar este calvario. Me esperaría, no tendría que casarme con Draco y viviríamos felices para siempre, pero llevaba tanto tiempo sin saber de él... Tanto que seguía empeñada en practicar ese estúpido hechizo imposible de realizar con la única finalidad de estar en contacto con George. Él también podría haber mandado alguno para hacerme saber que estaba bien, ¿no? Me giré hacia Draco, que descansaba tumbado en mi cama mientras yo estaba sentada a los pies de la misma practicando.

-¿Porqué no lo intentas tú también?-le pregunté ya cansada de que sólo mirase- A lo mejor a ti si te sale y nos ayudaría muchísimo.

-No tengo recuerdos felices-sentenció amargamente

-Claro que los tienes, y muchos son con...

No pude continuar porque de golpe y porrazo alguien abrió la puerta torpemente sin molestarse a llamar antes. Me giré bruscamente para encarar a aquél desgraciado que hubiese tenido la brillante idea de molestarme. Y allí, como un pasmarote, me vi al idiota de colagusano parado y con la varita en ristre.

-¿Qué haces ahí plantado como un idiota? ¿Quién te ha dado permiso para entrar?-le grité

-Disculpe, disculpe ama. Os esperan abajo, ahora, no era mi intención molestarla pero ella... Ya sabe usted... Hay prisioneros y necesitan que los identifiquéis-dijo con esa voz chillona que le caracterizaba como la rata que era y salió por la puerta tan rápido cómo había entrado huyendo de mi posible reacción.

-Vamos amor, continuemos con el espectáculo-añadió Draco con un resoplido tendiéndome la mano

-Cariño, no lo digas cómo si quererme fuese una tortura-dije con fingido dolor mientras aceptaba su mano y caminaba muy pegada a él rumbo al salón principal.

-Tú eres lo único bueno de este sitio-admitió con una triste sonrisa

La marcha de mi padre a Merlín sabe dónde conllevaba la genial ventaja de no ver por allí campando a sus anchas a toda la horda de mortífagos que solían acompañarle, y yo le pedía a Salazar que aquél misterioso plan para acabar con el cuatro-ojos que vivió no sólo fuese infructífero si no que además le tomase mucho tiempo alejado de nosotros. Pero no todo podía ser bueno, habría sido pedir demasiado. No, tenía que quedarse la sádica Bellatrix Lestrange aquí para velar por "mi seguridad". Podía escucharla gritar presa de una ira inconcebible a los desdichados que tenía en carácter de prisioneros a pesar de que aún nos separaban de ella varios pasillos, lo que no llegaba a entender es porqué motivo nos necesitaba a Draco y a mí, cuando nunca teníamos ni voz ni voto en estos asuntos. Menos aún desde que "se nos escaparon" los Weasley. Pero demasiado pronto descubrimos la cruda realidad.

Draco se tensó, e incluso podía jurar de que temblaba. Apretó mi mano y me miró suplicante. Yo no necesitaba nada más para entenderle, eso era un "no le delates" en toda regla. Correspondí con una leve caricia de la palma de su mano con mi pulgar para tranquilizarle y le solté para colocarme sólo a varios centímetros detrás suya mientras él se agachaba ante el hinchado prisionero claramente afectado por la influencia de un hechizo, porqué que Salazar se levantara de su tumba si ese no era Harry Potter. Miré hacia Granger y luego hacía Weasley. Ambos conservaban su aspecto, algo demacrados por las consecuencias de la guerra que vivíamos, pero mantenían su esencia. Suplicaban con la mirada lo que Draco hizo segundos antes, recelosos de nuestra lealtad.