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Otro día empezaba en la maldita casa de los infiernos, mi humor realmente no es de los mejores pero los chicos no tienen la culpa, me aseé y cambié de ropa, caminé hasta la ventana que daba al jardín. Imaginar que hace solo unos días este lugar era completamente desconocido y ahora me sé cada roncón de memoria, la cantidad de árboles, de personas que entran y salen a lo largo del día, que por cierto no sobrepasan las diez, incluso sé el número de piedras que tiene el camino, he pasado bastante tiempo encerrada en esta mansión y me he dedicado solamente a hablar con los empleados y a caminar por el jardín hasta que llegan los niños de la escuela.

El Sol estaba a punto de salir por lo que, siguiendo mi rutina diaria, bajé las escaleras encontrándome que la señora Chaerin.

–Buenos días Rosé ¿paseo matutino?-inquirió con una sonrisa mientras comenzaba a preparar el desayuno.

–Buenos días, pues sí, no hay nada más que hacer en esta maldita casa, intento mantenerme cuerda el mayor tiempo posible-reí siendo acompañada de ella–Nos vemos en un rato-me despedí y salí al jardín respirando hondo, este es mi único momento de tranquilidad, el único en el que puedo pensar sin que me atormente la situación en la que estoy viviendo, intentar decifrar ¿por qué mi hermana me odia tanto?¿por qué mi padre no me quiere en su vida?¿por qué le importa más Joy que yo?¿qué pasa con Sehun y por qué no ha intentado buscarme?¿como mi vida pudo cambiar tanto en tan solo unos segundos? unos segundos que se volvieron eternos y que ahora son todo lo que vivo, momentos de tensión, de malos tratos, de arrogancia.

Suspiré y miré al cielo, se estaba tornando de colores naranjas y rojizos, tomé asiento en el suelo volviendo a mirar el horizonte, el amanecer es lo único que logra vaciar mi mente, mis preocupaciones, llenar mi corazón de un sentimiento cálido de esperanza, de que puede haber un futuro mejor lejos de estos muros, lejos de Manoban, un futuro que pueda compartir con los niños, sacarlos de este lugar y de la influéncia de esa mujer. Los primeron rayos chocaron mi rotro haciéndome sonreir, hoy será un buen día, hoy tiene que ser un buen día.

Regresé al interior de la residencia y subí a despertar a los niños como cada mañana, Irene sigue sin querer levantarse, Felix ya no se sobresalta con mi presencia y Jennie me tiene cada vez más confianza. Desayunaron todos juntos entre risas por parte de los menores y una mirada fría y expresión neutra por parte de Manoban, los pequeños se fueron a la escuela después de recibir un beso de despedida, incluso Jen lo exige, en el fondo sigue siendo una niñita adorable y dulce.

–A partir de hoy empezarás a trabajar-habló Lalisa poniéndose frente a mi–espero que te alejes de una vez por todas de mis hermanos, entiende que ellos no te necesitan y que tú no te quedarás para siempre-se acercó más a mi aprisionándome contra la pared–solo hasta que dejes de serme útil-acarició mi rostro con sus manos apretándolo después para que no me moviera–¿Lo entiendes preciosa? Eres remplazable, ni siquiera mis hermanos te recordarán una vez que te vayas-me soltó y me dió la espalda empezando a caminar a su despacho–En tu habitación están algunos documentos, revísalos y los quiero listos para mañana.

–Buenos días princesa-la saludé llegando a la mesa del comedor, me había levantado tarde como en los últimos días, ya ni mi paseo matutino he podido dar, la pequeña me ignoró tomando asiento en su lugar–¿Qué ocurre Irene?-me agaché a su lado tomando su mano pero ella la retiró bruscamente.

–Te estás volviendo igual que Lili, ya no nos prestas atención, prácticamente no te vemos, hace un mes que no me cuentas la historia y tampoco nos despiertas en la mañana-me reprochó con el ceño fruncido, volví a tomar su mano y esta vez no me rechazó.

–He tenido mucho trabajo en estos días-no mentía, cuando Manoban dijo «algunos documentos» se refería a una pila inmensa de papeles, me ha tenido trabajando día y noche, haciendo cuentas, maquillando libros bancarios, acompañándola a sus instalaciones para ver en lo que se empleaba su dinero, por primera vez ejercía la carrera que estudié y no estoy feliz de eso, me ha quitado tiempo con los niños, mi tranquilidad, mi buen humor en la mayoría de las ocasiones, solo queda agotamiento y molestia–pero te prometo que esta noche te arroparé y seguiré con el cuento.

–¿Lo prometes?-sus ojitos brillaron al escuchar mis palabras, es realmente hermosa, la versión contraria de Lalisa.

–Lo prometo cariño-acaricié su mejilla dejando un beso en su frente. Los chicos bajaron a desayunar y esta vez aunque aún me quedaba mucho trabajo que realizar los despedí con un beso como antes.

–Roseanne ve al club que queda en el centro y recoge los documentos que te dará Wendy-ordenó.

–¿Tú no irá..?

–¡Solo ve!-gritó mirándome–¡Ahora!-salí rechinando, ¡la odio tanto!

–Rosé, la señorita Manoban me pidió que la llevara-comentó Christofer, el chofer.

–Gracias Chan, mejor tú que ella-rió y lo acompañé, llegamos al lugar, bajé y entré, él se quedó fuera esperándome. El lugar estaba prácticamente vacío, aún no habían abierto, solo estaban las chicas que trabajaban aquí.

–Buenos días señorita Park, en un momento le traeré los documentos.

–Buenos días Wendy, muchas gracias-asentí con una sonrisa, nadie tiene la culpa de que la imbécil de Manoban me haga enojar, solo ella.

–Suzy te vamos a extrañar mucho y a este pequeño también.

–Yo también las extrañaré, pero tengo que aprovechar y salir de esta vida, me casaré.

–Encontraste a un buen hombre, no todos se hacen cargo de un bebé en una situación como esta-unas chicas se encontraban hablando en una esquina del local, la tal Suzy sostenía a un bebé de alrededor de un año en sus brazos, realmente muy tierno.

–¡Suzy cariño nos tenemos que ir, ya todo está en el auto!-esa voz, esa voz nunca la podría olvidar.

–Sehun-musité lo suficientemente alto para que me escucharan, el estab ahí, después de todo este tiempo lo tenía frente a mi y de la peor forma posible, las lágrimas comenzaron a descender por mi rostro, me sentía traicionada, tantos años de mi vida perdidos por su culpa, me engañó y aún así pretendía que nos casáramos.

–Rosé ¿qué haces aquí?-reí histéricamente, había perdido mi cordura por completo ¿qué más me espera en esta vida?¡¿qué?!

–¿Quien eres tú?¿De donde se conocen?-intervino la madre de su hijo y sentí ganas de morirme, tiene un hijo, uno pequeño que necesita de sus padres y aún así pretendía abandonarlo.

–Soy la mujer que hace poco más de un mes estaba junto a él frente al altar, a punto de casarnos-respondí a su pregunta y arrebaté el sobre de las manos de Wendy saliendo disparada por la puerta, solo quiero olvidarlo, borrarlo completamente de mi vida.

Catty glance (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora