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–Buenos días Lisa, yoo...quería disculparme por todo lo que ocurrió ayer, por gritarte, por llorar de esa forma y por reclamarte algo de lo que no eres culpable-hice una reverencia, la primera y la última que le haría, no volvería a cometer el mismo error dos veces.

–Da igual, hoy saldremos temprano es mejor que estés lista-y ahí estaba Lalisa Manoban otra vez, la mujer más engreída e insoportable que puede existir sobre la tierra, apreté mis puños hasta dejarlos blancos, no podía golpearla ahora que me acababa de disculpar, se vería muy hipócrita de mi parte, suspiré y asentí con la cabeza para después retirarme. Desperté a los niños y al terminar de desayunar los llevé hasta el auto dándole el beso de despedida.

–¿Hoy también me contarás el cuento?-inquirió Irene bajando la vídrio de la ventana y apoyándose en esta.

–Claro princesa, y si quieren, ustedes también se pueden unir, de todas formas mañana no hay clases-les ofrecí a los otros dos y entre mil muecas terminaron aceptando la propuesta, ellos también necesitan de alguien que les de amor.

–¡Sube! Nos vamos-obedecí sin decir ni una palabra, no serviría de nada, ni siquiera pregunté a donde iríamos, pues como siempre, no me contestaría. Pasaron alrededor de dos horas y aún no llegábamos a nuestro destino, habíamos salido de la ciudad hacía treinta minutos, lo único que se veían eran árboles, árboles y más árboles, al final de todos estos había un gran descampado con dos hombres de traje parados en el medio de este. Dejamos el vehículo junto a otros detrás de una enorme pared y nos acercamos a los uniformados, ambos se agacharon y abrieron una tapa metálica en el suelo «bastante común este tipo de lugares en reuniones como esta, apartados y nada visibles» Manoban bajó por las pequeñas escaleras y yo la seguí como pude «me obliga a usar tacones y luego ni siquiera muestra un poco de amabilidad» bufé al llegar al suelo y encontrarme con lo mismo de siempre, hombres con trajes elegantes y un vaso de wiski.

–Buenos días Manoban, veo que hoy trajiste muy buena compañía ¿no nos presentarás a esta muñeca?-habló con osadía el de traje azul, el estómago se me revolvió al escucharlo, había aguantado muchas insinuaciones desde que empezé a trabajar con ella pero aún no me acostumbro a eso y posiblemente nunca lo haga.

–No es de tu incumbencia Yang, vinimos aquí a hablar de negocios no para que estés poniendo tus asquerosos ojos en mi asistente-por primera vez agradecí la actitud de Lalisa al hablar con las demás personas.

–Cálmate Pampriya, nadie va a quitarte a tu chica-respondió otro en tono burlón fijando sus ojos en mi.

–A lo que vinimos-la pelinegra tomó asiento y yo a su lado, el camarero colocó dos tragos frente a nosotras–Ella no bebé alcohol, tráigale un jugo de naranja y piña-habló devolviéndole el vaso y este asintió, me sorprendió que supiera mis gustos si prácticamente no interactuamos en la casa y cuando lo hacemos es solo para hablar del negocio, la reunión comenzó y me emocionaba bastante verla exponiendo su opinión, estar rodeada de machos alfa y permanecer de pie con la cabeza alta frente a ellos es de valientes, y Lalisa Manoban era una de esos, no será buena persona, pero para los negocios es increíble, como maneja cada una de las ofertas y situaciones, los comentarios machistas, las faltas de respeto, como le calla la boca a cada uno de ellos y como ha logrado hacerse un lugar en el mundo de los negocios es algo que definitivamente hay que admirar.

–¿Cuanto pides por la chica Manoban?-inquirió uno de traje rojo, más elegante que el resto y que se había mantenido callado durante toda la reunión.

–Ya he dicho que no está en venta-aclaró con la voz fría proporcionándole una de sus miradas asesinas, muy a su pesar el señor solo se empezó a reir burlesco clavando su mirada en mi, más esta no era del tipo lujuriosa como la de los otros.

–Todos tienen un precio, y no creo que esta chica sea la excepción.

–He dicho que no y punto-se levantó arrastrándome a la salida «síganlas y traíganmelas ¡ya!» le escuchamos decir antes de salir corriendo, desearía mucho llevar mis zapatos deportivos ahora. Llegamos hasta el «estacionamiento» subiendo al vehículo y encendiendo el motor alejándonos de ahí lo más rápido posible. Varios autos salieron detrás de nosotras, Manoban intentaba dejarlos atrás acelerando la velocidad pero estos hacían lo mismo acercándose aún más, pronto se empezaron a escuchar disparos golpeando la carrozería.

–En la guantera hay un arma cargada, cógela y dispara-mandó y obedecí, era una cuarenta milímetros plateada con su nombre grabado en el cañón, saqué la mitad de mi cuerpo por la ventana con cuidado para no salir herida y apreté el gatillo en dirección a nuestros perseguidores, le di a dos de los hombres y a las gomas de uno de los autos, logramos perderlos unos minutos después mas seguíamos alejándonos lo más posible del lugar–No sabía que podías manejar tan bien un arma, tienes demaciadas sorpresas presiosa-hacía mucho tiempo que no me llamaba así, y por muy increíble que paresca esta vez no me molestó, me sentí alagada al escuchar sus palabras.

–Siempre me han gustado, y aunque a mi madre no, me llevaba a los campos de tiro varias veces al mes para que estuviera preparada si las necesitaba alguna vez-conté mirando a nuestras espaldas, no había nadie, espero que no los volvamos a encontrar, minutos después se colocó los manos libres y marcó a su jefe de seguridad.

–Namjeon estamos siendo perseguidas por los matones de Richard Kim, busca a mis hermanos en el colegio y sácalos por la puerta de emergencias sin que nadie te vea y llévalos a la mansión, nos encontraremos ahí en unas horas-ordenó con rapidez y colgó la llamada mirando nuevamente por el espejo retrovisor.

–Lalisa ¿quienes son ellos?

Catty glance (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora