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–Señorita Roseanne, su padre me mandó a traerle esto, dice que no es bueno que se quede sin cenar-la verdad es que muero de hambre, el estómago me ha estado rugiendo a cada segundo comunicándome su pesar y exigiendo que calmara su dolencia; mas mi orgullo es mucho más fuerte y no me permite aceptar nada de Richard.

–No cenaré, perdón por las molestias y gracias por su servicio, puede decirle a ese señor que no quiero nada de él-acomodé la almohada que tengo para recostar mi espalda, pasé la página del libro en mis manos y continué leyendo, "Orgullo y Prejuicio" era el libro favorito de mi madre, y lo encontré en la pequeña biblioteca de esta mansión–¿Ocurre algo?-inquirí en su dirección cuando me percaté de que seguía en el mismo lugar, con la bandeja en sus manos y sin intenciones de moverse.

–El señor Kim me ordenó no moverme de aquí hasta que usted haya terminado de comer-bajó la cabeza en señal de sumisión, ¿acaso en esta casa todos son marionetas o hay alguien que tenga mente propia? Bufé enojada, si Richard quiere pelea, pelea va a tener, veremos quién se rinde primero y quién queda en pie.

–Pues dígale de mi parte que yo no acepto órdenes de su parte, y que no comeré porque no quiero nada que venga de él-hablé pausadamente para que lo memorizara–ahora retírate-mi tono se volvió autoritario para que me obedeciera, al parecer es de la única forma en la que te prestan atención en esta casa. La muchacha asintió sin levantar la cabeza y se retiró con el mismo sigilo con el que había entrado. Que comience la guerra Kim. Como lo predije sólo pasaron unos minutos antes de que se escucharan sus pasos pesados retumbar en el pasillo.

–¡¿Por qué desobedeces mis órdenes?!¡En esta casa se hace lo que yo decida!-gritó perdiendo el control; y esto es lo que obtienes cuando desafías a un macho alfa, ataca al sentir su jerarquía en peligro sin importar a cuantos se tenga que llevar por delante.

–En primera estoy en esta casa retenida contra mi voluntad, no porque yo decidí venir a pasar una temporada contigo-respondí sarcástica dejando mi lectura a un lado–En segunda, a mi nadie me da órdenes, yo decido lo que es mejor para mí. Y en tercera déjame en paz de una maldita vez que me has estado molestando tanto que no he podido terminar el libro-se lo mostré sonriéndole con sorna.

–¡Joder, eres tan parecida a mi que estoy emocionado!-vociferó con una enorme sonrisa en su rostro; fruncí el ceño rodando los ojos.

–Yo nunca seré como tú, no importa que tengamos el mismo ADN; yo nunca mataría a alguien por placer, dinero o venganza, no soy quien para decidir si una persona vive o muere ni como o con quien debería hacerlo-rechiné los dientes conteniendo mis ganas de golpearlo. No soy como él, no puedo ser como él–a diferencia de ti, yo no me creo Dios-suspiró negando, por un segundo sus ojos cambiaron, se veía triste, pero no me dejé engañar, los monstruos no tienen sentimientos.

–Me estás juzgando sin conocerme, no soy diferente a Manoban, solo que tu madre supo ver más allá de las apariencias, ver quién soy en realidad al igual que tú hiciste con Lalisa-me dijo antes de dejarme sola con la cabeza hecha un lío. No lo había pensado antes, soy consciente de que Lisa está metida en este mundo, que tiene casinos ilegales, trafica armas y tiene muchas mujeres trabajando como bailarinas eróticas y prostitutas en sus clubes; pero ¿matar a alguien? nunca me había pasado por la cabeza.

La idea de ella matando a otra persona no abandonó mi pensamiento en todo el día, no pude seguir leyendo, no podía concentrarme; entre las palabras de Kim y la preocupación de no saber cómo salir de aquí estoy desecha. Perdí la cuenta de la cantidad de veces que las lágrimas se escaparon de mis ojos sin permiso, me quedé dormida en algún momento de la tarde, poco después de las dos si mis ojos no me engañaron la última vez que miré el reloj. Cuando volví en sí el cuarto estaba sumido en la oscuridad, solo se veían los destellos de las luces del jardín.

Fijé los ojos en el techo, es prácticamente lo único que he hecho en estos últimos días, perderme en ese pedazo de mampostería y recordar los buenos tiempos de mi vida, tanto con mi madre como con mi nueva familia. Bostecé refregándome los ojos intentando apartar el sueño; el hambre sigue atacando mi cuerpo sin cesar y mis ganas de llorar se vuelven más fuertes, no tengo la energía para regular mis emociones ni para intentar ocultarlas, no vale la pena hacer el esfuerzo tampoco.

–¿Rosé, mi amor?-ahora sí estoy segura de que perdí la cordura, su voz suena hermosa incluso en las alucinaciones, si son sobre ella puedo vivir con eso–Rosie-la escuché más cerca y fruncí el entrecejo mirando hacia donde provenía el sonido.

–¿Qué haces aquí Lisa?¿Cómo entraste?-la ayudé a entrar por la ventana con cuidado de no hacer ruido y de que no se hiciera daño. La abracé aspirando su aroma, no sabía realmente cuanto la había extrañado hasta que la tuve otra vez entre mis brazos, y lo confiezo, no sabría que hacer si alguna vez me falta.

–Eso no importa ahora, vamos-se separó sujetándome de la mano y dejando un beso en mi frente, sonreí negando.

–Nos harán daño, no quiero que te hieran, ellos están armados y vigilando cada centímetro de esta casa, no hay posibilidades de salir vivas de aquí-sollocé empujándola hacia la ventana, si armo un escándalo todos se centrarán en mi y ella podrá escapar sin que la vean–Vete por favor, los niños te necesitan-besé sus labios uniendo nuestras frentes y dejando que mis lágrimas corrieran libres por mis mejillas.

–Nos necesitan a las dos, no pienso dejarte en manos de ese hombre-volvió a unir nuestro labios regalándome una sonrisa al separarnos–Confía en mi, te sacaré de aquí.

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Catty glance (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora