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14 años antes: Rosé

«Deseo que regreses mamá» pidió con todas sus fuerzas mientras las lágrimas se deslizaban de sus ojitos cerrados, los demás niños la miraban con desprecio «no tiene mamừestá loca ¿quién llora en su cumpleaños?»«su hermana es mucho mejor que ella, y que decir de su mejor amiga, es la única rara»«no sé ni para que vine» eran algunos de los comentarios que se colaban por sus oidos, no quería verlos, quería permaner así, ajena a todo lo que ocurre, a lo que dicen, a los que no están; pero se esfuerza y los abre soplando las velas después, ese día tan especial se sentía una tortura, su madre ya no estaba con ella desde hace un mes y el vacío no se va, tampoco está segura de que en algún momento se vaya, solo quiere desaparecer de la vista de todos, volverse invisible.

–Deja de llorar de una maldita vez, es tu cumpleaños y tienes todo lo que querías-su padre le habló con dureza haciendo que las lágrimas incrementaran su intensidad, se sentía tan injusto que la tratara así «¿acaso a él no le duele que se haya ido?».

–Mamá no está, y es lo único que quiero-contestó con la voz ahogada abrazándose a si misma bajo la desagradable mirada de todos.

–Pero ella está muerta, acaba de meterte eso en la cabeza, incluso tu hermana se está divirtiendo y ella también perdió a su madre-regañó y la pequeña Rosé solo quería correr y esconderse, fingir que nada pasó y que todo estará bien, que su mamá vendrá a despertarla con un gran beso y nunca la volverá a soltar. Comenzó a temblar y a respirar de forma entrecortada, los ataques de ansiedad se habían vuelta cada vez más frecuentes y con mayor intensidad, solo una cosa pasaba por su mente ‹correr› y fue eso exactamente lo que hizo, corrió lo más rápido que sus temblorosas piernas le permitieron cuidando no tropezar con las cosas ya que su vista estaba borrosa, llegó a su habitación, su lugar seguro, y cerró la puerta con llave escondiéndose entre la cama y el escritorio, ahí nadie la encontraría, solo su madre, siempre usaba el mismo lugar al jugar a las escondidas y ella lo conocía perfectamente, solo tenía que esperar a que viniera a buscarla.

(...)

–Hey Rosie cariño, qué haces durmiendo a estas horas-regañó su madre apartando el cabello de su rostro, la niña se aferró a su cuello con sus brazos prácticamente asfixiándola–¿por qué no estás allá afuera jugando?

–Te estaba esperando, además papá me dijo que debería ser como Joy, que ella sí es una buena hija, no como yo-puchereó bajando la cabeza, tal vez era cierto lo que dijo y ella es solo un error.

–No digas eso, tú eres una exelente hija, la mejor que unos padres podrían desear-besó sus mejillas ahora sonrosadas–no importa lo que te digan o quien te lo diga, tú siempre mantente con la frente bien alta orgullosa de lo que eres-aconsejó ganándose un asentimiento y un abrazo de la infante, mas esta comenzó a sentirse cansada, pesada, perdiendo la conciencia, o recuperándola quizás.

Despertó en el mismo lugar que siempre, en el suelo entre la cama y el escritorio, ya se le había hecho costumbre, y al parecer un año no es suficiente para olvidar a una persona que amas, tal vez nunca es el tiempo suficiente, tal vez solo se aprende a vivir con ese dolor incrustado en el pecho, con esas noches de insomnio, con la falta de apetito, con el cansancio, con conformarce con verla en esos pequeños momentos en su cabeza, tal vez es solo eso y hay que dejarlo ser.

(...)

–Papá mira lo que pinté, es mamá convertida en un ángel-mostró orgullosa su pintura, realmente es talentosa y más aún cuando se trata de transmitir sus emocienes a través del arte.

–Roseanne tu madre no es un ángel, esas cosas no existen entiéndelo de una maldita vez-la ahora adolescente apretaba la pintura contra su pecho dejando las lágrimas salir, esto había ocurrido tantas veces ya que debía estar acostumbrada, pero aún guarda la esperanza de que su padre admita que le gusta, que sí es una buena hija y que no la trate como si estuviera loca.

–¡No es cierto, ella me lo dijo, que estaría cuidándome siempre desde el cielo!-contestó con molestia, nadie le creía, ni su hermana, ni su mejor amiga, solo la habían ignorado por completo.

–¡No hablas con ella, son solo alucinaciones, sueños estúpidos, es todo una farsa de la que me encargaré muy pronto!

Después de esa «conversación» Rosé se guardó los sueños y sentimientos hacia su madre solo para ella logrando que su padre desistiera de buscarle ayuda psiquiátrica. La relación con su hermana no era la de antes pero había mejorado, al menos ahora se toman en cuenta la una a la otra, en cuanto a Joy, ella era la mejor amiga que cualquiera podría desear la apoyaba en todo, incluso cuando quiso presentarles a su familia a Sehun, un chico de la universidad a la que iba y con el que estaba saliendo, sorpresivamente a todos les agradó el muchacho tomándole cariño incluso más de lo que le tenían a Rosé, esta pretendió no darse cuenta, de todas formas así estaba bien. Se graduó con las mejores notas como su madre quería pero esto resultó un inconveniente para el señor Park, no podía admitir que Joy siendo mucho más inteligente haya quedado segunda volviendo a abrir la herida en el corazón de su hija, esa que creía haber cerrado hace mucho tiempo, quizás si es cierto y realmente nunca sanará, quizás tendría que vivir con ella por el resto de su vida, quizás por eso fue que aceptó la propuesta de Sehun cuando este le propuso casarse, quizás necesitaba escapar de ese lugar, de esos recuerdos, quizás no contaba con que el día de su boda alguien llegara a interrumpir y la convirtiera en una prisionera, y quizás, solo quizás tampoco pensó que se podría terminar enamorando de ella.

Catty glance (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora