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–Solo no te vayas, quédate conmigo-el tono tan frágil de su voz me hizo imposible rechazar su petición, era completamente diferente a todos los que había escuchado antes, que básicamente se resumen en: arrogante y mandona; en este se escuchaba dolida, triste, perdida, como si estuviera sufriendo en silencio y de alguna manera me pidiera ayuda sin expresar concretamente esas palabras. Me abrazó con fuerza y rodeé su delgado cuerpo con mis brazos haciendo que recargara su cabeza en mi pecho, no se parecía a la chica altanera que me reclamó como suya el día de mi boda, como la que «arruinó» mi vida o como la que trata tan fríamente a esos niños que son sus hermanos, se veía más como la describía Jennie, sensible, con miedo y abandonada, como si se sintiera sola aún con todas estas personas alrededor–No me dejes  nunca, no seas como ellos, tú no te vayas-desvarió cerrando sus ojos y aferrándose aún más a mi, mi corazón se encogió en mi pecho de ver el dolor que ha estado escondiendo, supongo que todos nos volvemos vulnerables en algún momento, que todos tenemos un punto de quiebre, y este fue el de Lalisa.

–¿Quienes se fueron Lili?-recurrí al apodo que utilizan los pequeños con ella, se removió soltando casi inaudibles gimoteos y ahí fue que me di cuenta de que estaba llorando, me pregunto en que punto de su vida le hicieron tanto daño como para que aprendiera a llorar en silencio.

–Todos, todos se fueron, no quiero perderte a ti ni a mis hermanos-su cuerpo estaba bañado en sudor y su piel ardía como una hoguera, necesitaba que se calmara para darle los antibióticos pues su herida estaba sangrando otra vez y no quería que se le infectara.

–No me iré, pero debes soltarme unos minutos o podrías enfermar-susurré del modo más dulce posible, me preocupa su salud, y si para que esté bien tengo que dejar de lado todo lo que pasé por su causa y lo que sea que estoy sintiendo por ella lo voy a hacer.

–¿Prometes que regresarás?-el mohín en sus labios llamó mi atención provocando además que un calor acogedor embargara mi pecho de una forma extraña. Sonreí dejando un beso en su  cabeza, quizás me estoy aprovechando demasiado de su estado.

–Solo serán unos segundos y estaré frente a ti todo el tiempo-aseguré siendo consumida por toda la ternura que su rostro era capaz de transmitir y les puedo asegurar que no es poca. Aún dudosa me soltó alejándose solo unos centímetros de mi cuerpo, sus ojos se cerraron tan rápido como fueron abiertos antes, reí bajito poniéndome de pie, mas cuando los recuerdos de todo lo ocurrido en este horrible día golpearon mi memoria esta fue borrada de golpe sustituyéndola un sentimiento extraño que se arraigaba a mi pecho como espinas. Sacudí mi cabeza llegando hasta el botiquín, me agaché cogiendo todo lo necesario y volviendo a mi lugar anterior–Necesito saber cual es el nivel aproximado de alcohol que hay en tu sangre-comenté preparando las vendas–¿Qué tan clara te sientes?-inquirí fijando mi vista en su rostro, un pesado suspiro salió de su boca mientras se recostaba sobre el espaldar del sillón.

–Completamente clara-contestó sin titubear haciéndome fruncir el entrecejo, un confundido «¿qué?» fue pronunciado por mis labios sin darme el tiempo suficiente para procesarlo–Exactamente eso, no estoy ebria, quizás fueron solo unos minutos o quizás nunca lo estuve, tal vez por eso ahora no me atrevo a mirarte a la cara-«¿entonces todo lo que dijiste es cierto?» pregunté más para mi misma que para ella–Lo es, no soy lo suficientemente valiente como para decírtelo mirándote a los ojos pero realmente me importas, y eso me asusta como no tienes idea, los que alguna vez lo hicieron me abandonaron, y los niños, me importan lo suficiente como para alejarlos de mi aunque me duela si con eso los mantengo a salvo-el quiebre de su voz al pronunciar esas palabras no pasó desapercibido para mi, respiré profundo buscando las fuerzas para pronunciar esa frase que tenía clavada en el pecho.

–Sé que puede parecer una locura, tal vez es una locura pero también me importas, a mi cabeza le da igual como llegaste a mi vida, como me trataste desde un primer momento y lo mucho que digo que te odio, es como si nada de eso hubiera pasado-sonreí nerviosa, esto es lo más cercano que he tenido en mi vida a una confesión–no sé que ocurre con tus hermanos o por que los tienes que mantener a salvo, pero estoy segura de que si se los cuentas todo sería más fácil, alejarlos de ti no es la respuesta y además te extrañan muchísimo, Jennie aún no pierde la esperanza de que su hermana regrese, no la dejes esperar más-dejé salir por completo el aire de mis pulmones, me siento aliviada de cierta forma, como si dejara de cargar diez kilos sobre mis hombros.

–Quizás tengas razón, si hubieran sabido lo que ocurría tal vez no se hubieran asustado tanto, pero he pasado todos estos años intentando mantenerlos alejados de este mundo que ya no sé si lo hago por ellos o por mi, para protegerlos o para mantener algo que me conecte con la realidad-sus ojos se abrieron conectándose instantáneamente con los míos mostrando una versión de ellos mucho más humana, sin muros que me impidan ver su corazón–No sé que hacer-sujeté su rostro con mis manos acunando sus mejillas.

–Solo se tu misma, se dulce y comprensiva con ellos, ayúdalos con los deberes, despídelos al irse para la escuela, cuéntales historias como solías hacer antes, y sigue siendo esa mujer decidida e implacable en los negocios, solo tienes que encontrar tu equilibrio-besé su frente retomando después nuestro espacio personal–Si quieres puedes unirte a nosotros en la noche de cuentos, incluso Félix y Jennie vendrán, sería un buen comienzo-sugerí y ella asintió–pero primero curaré tu herida, debes ponerte bien lo antes posible.

Catty glance (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora