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–Eso ya lo veremos-respondió con una sonrisa arrogante que me hizo fruncir el ceño ¿acaso es sorda o qué?

–Al parecer no escucharse bien, no-remarqué la última palabra abriendo un poco los ojos–voy a trabajar para ti-centencié, escuchando una estruendosa carcajada salir de la boca de mi peor pesadilla y se acercó a mi siendo separadas por solo unos centímetros.

–Vas a trabajar para mi, serás mi asistente ¿o prefieres trabajar en uno de mis clubes nocturnos? serías muy bien recibida por los clientes, adoran la carne fresca-musitó con su aliento golpeando mi rostro, me alejé de golpe apretando los labios, la odio tanto ¿cómo puedes sentir repudio hacia una persona que acabas de conocer? Fácil, que sea una mujer imponente que te acaba de arrastrar con ella como pago de una maldita deuda en el maldito día de tu boda–Buena desición preciosa, se ve que eres una chica inteligente, pero para trabajar para mi hay algunas reglas que debes conocer y cumplir al pie de la letra-volvió a su expresión seria y asentí de mala gana–Me llamo Lalisa Manoban-al fin conosco el nombre de lo peor que me ha pasado en el mundo–señorita Manoban para dirigirte a mi y ni se te ocurra decir mi nombre cuando estemos en alguna reunión de negocios. Y la más importante, después de las 4:30 pm no se mencionará nada relacionado a los negocios y mucho menos de los clubes-demandó y reí.

–No me digas, ¿eres cómo la Cenicienta a caso, te conviertes en buena persona después de las cuatro? Porque déjame decirte que lo creo imposible, alguien como tú, tan podrida no puede demostrar sentimientos de afecto y mucho menos fingirlos, nadie los creería-tomó del cuelló estampándome contra la pared haciéndome soltar un gemido ahogado por el golpe y pegó su rostro la mío.

–¡Calla! Hablas demaciado preciosa ¿nunca te lo han dicho? Te podrías meter en problemas si provocas a las personas equivocadas-escupió con enojo.

–Dime ¿tú eres esas personas equivocadas?-reí con el poco aire que podía obtener–ya nada de lo que hagas podrá ser peor que esto, que ser tu prisionera, que tener que compartir mi vida con alguien como tú, este es el peor infierno que existe-contesté con arrogancia, no me voy a doblegar, no ante ella, mi orgullo es lo único que me queda y no renunciaré a el.

–Sí, soy yo, pero esto no es ni la mitad de lo que podría pasarte, recuerda que aún puedo mandarte a uno de mis clubes y no precisamente como bailarina o camarera-amenazó con una sonrisa desaciéndose del agarre, bufé porque tenía razón y yo no podía opinar al respecto–Bien, así me gusta, ahora subiremos y te mostraré tu habitación, de todas formas será tuya hasta que me seas conveniente-me tomó del brazo y me arrastró al piso superior, doblemos a la derecha y nos encontramos con un pasillo con seis puertas, la del medio de color negro y las otras de color blanco de las cuales tres tenían una letra en el centro de la parte superior «J, I y F» entramos a una de las que no tenían nada y por fin me soltó–Es esta, no salgas a menos que yo te lo diga-concluyó y salió cerrando la puerta de golpe, suspiré e inspeccioné el lugar.

Una cama matrimonial en el centro con cobertor y sábanas blancas, dos mesitas a sus costados con sus respesctivas lámparas, un armario enorme con espejos en las puertas, un tocador y la puerta del baño, el cual está equipado con todo lo necesario, tina, ducha de hidro masaje, secadores, toallas. Suspiré y me despojé de mis prendas, no me hará mal relajarme un poco, después de todo lo que ha pasado me lo meresco ¿cierto?

Llené la tina con agua caliente y me recogí el cabello metiéndome en ella, el calor surcó mi cuerpo relajando mis músculos, cerré mis ojos pasando las manos por mi piel de forma lenta, eché el gel y las sales en el agua haciendo burbujas y jugando un poco con ellas, mamá siempre me lo preparaba así, decía que no tenía sentido hacerlas y no divertirse. Lavé todo mi cuerpo y cabello masajeando lentamente este último para bajar el estrés de mi cuerpo, de ser el día más feliz de mi vida pasó a ser el más horrible ¿cómo estará Sehun?¿y mi familia?¿por qué Joy y Alice conocen a esta mujer?¿por que de los once billones de personas que habitan este planeta me tocó a mi vivir esto? Me enjuagué y vacié la bañera, me sequé y tomó un albornoz para cubrirme.

Salí del baño más tranquila dispuesta a dormir, de todas formas me han dicho que no puedo salir hasta que me lo manden, pero mi perfecto plan se vió afectado por la misma persona que arruinó todos los que tenía para este día, sobre la cama había un vestido azul marino con flores, un par de plataformas blancas y una nota «ponte esto y baja a cenar, te estaremos esperando no demores, y recuerda muy bien las reglas no querrás que las cosas empeoren» chasqueé mi lengua terriblemente irritada y miré la ropa bufando, la tomé y me la puse, arreglé el cabello para verme lo más decente posible, no conosco a las personas que nos acompañarán y sé que a ella no le importa pero no quiero dar una mala impresión. Cuando estuve lista salí y bajé al comedor encontrándome con otra gran sorpresa, una adolescente, un pre-adolescente y una niña eran las otras personas sentadas a la mesa a parte de la pelinegra.

–Señorita Manoban-susurré de mala gana haciendo una reverencia.

–Hasta que al fin llegas, me gusta que todos sean puntuales-respondió cortante y mis ganas de darle una paliza aumentaron–Roseanne es mi asistente-me sorprendí al escuchar mi nombre salir de su boca, bueno, de todas formas soy de su propiedad claro que lo tenía que saber–ellos son Jennie-señaló a la mayor de los acompañantes, una chica pelicastaña, con ojos marrones oscuros y razgados, piel morena y muy hermosa–tiene diesiséis años-la muchacha rodó los ojos y bufó ganándose una mirada dura de parte de Manoban–él es Felix-señaló al chico rubio de ojos café claro y tez pálida, me sonrió en forma de saludo y yo hice lo mismo–tiene once años, y ella es Irene-señaló a la niña sentada a su otro costado, se parece mucho más a ella, cabello negro, piel bronceada, un aire arrogante y a diferencia de la mayor unos ojos marrones brillantes–tiene siete años-su vista se clavó en mi y me observó de forma inquisitiva, como si estuviera intentando leer mis pensamientos–son mis hermanos.

Catty glance (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora