21

238 29 2
                                    

No sé cuanto tiempo estuvimos en marcha, ni siquiera sé donde nos encontramos ahora, Lisa se estacionó a un lado de la solitaria carretera y apagó el motor saliendo del auto, llegó hasta mi y a pesar de mi insistencia porque me dejara, logró sacarme de ahí. Me hizo caminar por el pequeño trillo que se abría paso entre los árboles, la vitalidad de todo a mi alrededor me hizo sentir diminuta, con ganas de encogerme aún más en mi lugar y desaparecer hasta que mis «problemas» se esfumen o al menos hasta que ya nada duela; apretó mi mano pidiendo por mi atención, los ojos se me llenaron de lágrimas peleándose por salir, el nudo en mi garganta me impedía respirar con normalidad «aunque no sé que ha sido normal en mi vida en los últimos meses» me obligó a mirarla y ver la preocupación en su mirada terminó de romperme–Perdón por lo que le pasó a tus hermanos y a tus padres, perdón por lo que te pasó-rocé la venda que cubría la herida de su brazo, pero también me refería al día en el que tuvo que dejar todos sus sueños por la seguridad de los niños.

–¿Por qué te disculpas? eso no tuvo nada que ver contigo-sujetó mi rostro por ambos lados y los cerré con fuerza dejando mis mejillas empapadas–¡mírame!-exigió en un tono bajo al que me era imposible negarme–no fue tu culpa, nada de lo que ocurrió fue tu culpa, Richard Kim fue el que dió la orden, los matones eran suyos, él fue el que tuvo la intención de acabarnos pero míranos aquí, seguimos en pie y seguiremos avanzando, aprenderemos a vivir con lo que nos pasó y quizás en algún momento ya no nos importe, quizás en algún momento todo esto deje de doler, pero no lo sabremos si se acaba aquí, si simplemente nos rendimos y nos dejamos arrastrar por problemas que no son nuestros-dejó un casto beso en mis labios que solo logró removerme internamente, me siento perdida, a la deriva en medio de una tormenta, con las emociones entumecidas y no sé que hacer, ni siquiera sé si debería hacer algo.

–Pero ese hombre es mi padre biológico, y el que creía mi padre provocó que mamá muriera, tus hermanos estuvieron en peligro por culpa de Kim, y casi nos matan a nosotras también. Ya no tengo a nadie, todos están muertos, de una forma u otra yo tuve la culpa.

–No tuviste nada que ver con eso, ellos eran adultos y tomaron sus decisiones, para bien o para mal terminaron pagando las consecuencias de sus actos, así que no te mortifiques por favor-pidió juntando nuestras frentes, asentí sin estar dispuesta a cumplir mi promesa y vi en sus ojos un poco de tranquilidad–Bueno a lo que vinimos-se paró en el borde del acantilado llevándome con ella, si fuera un día normal reamlmente me encantaría quedarme horas apreciando el paisaje–quiero que grites, eso te ayudará a sacar lo que tienes dentro, no es bueno guardarte el dolor, eso solo hará que empeore-se giró encarándome y tomó mis manos entre las suyas dándole suaves caricias.

–No lo haré, no puedo hacerlo-me negué alejádome unos pasos de ella, se volvió a acercar manteniendo sus ojos conectados con los míos.

–Que grites-Lisa alegó mientras sus ojos se oscurecían y apretaba la mandíbula.

–No puedo-exasperé con la rabia nublando mis pensamientos.

–¡Hazlo!-exigió acercándose aún más.

–¡No!-chillé soltándome de su agarre y mirándola agitada.

–¡Que grites de una maldita vez!-me gritó haciéndome explotar.

–¡AhAhAhAhAhAhAhAhAh!-saqué todo lo que tenía dentro, la rabia, la tristeza, el miedo y la culpa, sobre todo la culpa que pesaba tanto, la garganta me dolió a tal punto de no poder emitir algún sonido después callendo en el suelo cuando mis piernas ya no podían soportar mi peso, sentí los brazos de Lalisa rodeándome y me acurruqué entre ellos terminando de desacerme del dolor mediante las lágrimas, lágrimas constantes y amargas, supongo que las que guardé por tanto tiempo lograron escapar del muro uniéndose a las otras sin ser invitadas–Llévame a casa por favor-murmuré contra su pecho, se puso de pie llevándome con ella sin soltarme ni un segundo hasta llegar al auto.

–Todo estará bien cariño, te lo prometo-besó el dorso de mi mano regalándome una pequeña pero sincera sonrisa, de esas que te dicen que no hay de que preocuparse, que puedes confiar en sus palabras ¿y cómo no hacerlo si es la mujer que amo, si nunca ha dejado de cumplir su palabra, si ella es la que me <dejó unirme> a su familia cuando la mía me dió la espalda y ahora es la única que tengo? Le sonreí de vuelta y me acerqué juntando nuestros labios por unos segundos dándole a entender un «te creo», asintió y puso el auto en marcha. Cuando llegamos a la mansión me despertó, pues me había quedado dormida en algún momento del trayecto, entramos a la casa encontrándonos con los niños en el salón jugando a las cartas.

–¡Rosie, Lili ¿quieren unirse a nosotros?!-chilló Irene corriendo hacia nosotras haciéndome reir un poco.

–No creo que sea buen momento para es...

–Claro pequeña, será bueno distraernos un rato-contesté mientras tiraba de mi mano hasta la pequeña mesa.

–¿Estás segura de esto mi amor? puedo explicarles el motivo y estoy segura de que lo entenderán-comentó preocupada provocando que mi corazón latiera con rapidéz.

–Lo estoy, quiero olvidarme de todo por un par de horas, después volveré a la realidad y prepararé todo para el funeral-le aseguré acariciándole el rostro, suspiró besando mi frente más tiempo de lo habitual y luego tomamos asiento en el suelo junto a los menores, esto es lo único que necesito ahora, escuchar sus risas, verlos pelear porque todos son malos perdedores, sentir que soy parte de ellos, sentir su afecto, recordarme a mi misma que aún tengo una familia.

Catty glance (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora