💮El huésped💮

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Querido padre:

Papá dónde estás?, nos haces mucha falta aquí

Estos meses tuvimos una situación económica bastante delicada, por semanas madre no fue más que un  un manojo de nervios que fallecía a cada instante, por más que se esforzará en ocultar su penas era imposible no notar su infortunio.
Ella insistió varias veces en que ese no debería ser motivo de mis preocupaciones, sin embargo, no pude dejarla sola. Ambas lo discutimos casi todas las noches, dando tantas vueltas al asunto, la intención era obtener un nuevo ingreso sin tener que esclavizarnos a alguna de nosotras dos y después de tanto despotrique al final decidimos que rentar una habitación de nuestro hogar no sonaba como una mala idea, aunque Pericolo que había escuchado todo no estaba de acuerdo con ello pues alegaba que si de dinero era nuestro problema tú fácilmente podrías ayudarnos pues por algo eras nuestro sostén, no obstante mamá se negó rotundamente, en un inicio se mostraba reacia a contar sus razones pero al insistir más reveló su argumento era que ser una molestia para ti era la menor de sus intenciones y aunque le concedo razón sentí muy precipitada su decisión, ante su negativa Pericolo estuvo dispuesto a dar de su propia cartera para que mamá no se atreviera a dar pie a tal idea, sin embargo, ella terca y orgullosa lo rechazó, nadie pudo hacerla cambiar de opinión, nisiquiera Pericolo.

Cómo vivimos en un muy pueblo pequeño la temporada en que esperábamos nuevos huéspedes estuvo muy baja, además por razones que desconozco las personas de nuestro alrededor que se veían en necesidad de hogar preferían mendigar antes que estar en nuestra casa, por una yo no quería ceder mi habitación pero tampoco quería ver a mi mamá tan preocupada, afortunadamente pronto verano llegó y turistas inteligentes, compañías de teatro o entretenimiento llegaron a nuestro lugar, eso solo significaba una oportunidad segura para nosotras. Emocionada esperaba nuestro inquilino fuera un dueño de algún circo o un director de teatro que supiera alegrarnos cada instante en que nos acompañara, amarga fue mi impresión cuando ese dichoso huésped llegó a nuestro hogar.

Su nombre era Oscar, Oscar Campbell, dijo ser un becado de la universidad local de Illinois, cuando se presentó tenía una sonrisa tiesa y petulante como si jalaran sus labios con ganchos en cambio su mirada era sórdida y desafiante dándole así un aspecto totalmente hipócrita que no pude soportar, desde la primera vez que lo ví yo no confíe en él.

Apesar de mi corazonada tuve que aceptarlo, mamá se veía tan contenta que no pude decir nada al respecto, en cambio Pericolo que me acompañaba en ese momento no se limitó a verlo de mala manera, yo sabía que se suponía la noche que nuestro huésped arribó el tenía que marcharse de viaje por cuestiones de trabajo, pero no lo hizo, retrasó sus asuntos lo más que pudo para no dejarnos solas sin embargo le fue imposible quedarse más tiempo, antes de irse me recalcó que ese tal Oscar era un zoquete y me hizo prometerle cualquier cosa extraña que viera de él yo lo llamaría, yo no queriendo que marchara se lo juré con la más fiel de mis palabras.

En un principio Campbell fue condescendiente tratando de apelar a nuestra empatía invitándonos a contarle cualquier cosa que pasará en nuestras vidas, más nunca supe con exactitud a lo que se refería pues según me consta mi vida era tan común como cualquiera, en cambio el comportamiento de mi madre cuando el estaba en casa era igual de extraño, ella se pondría nerviosa y notablemente frustrada cada vez que el cuestionaba sus quereres.

Con lo mucho que le cuesta a mi madre hablar de ti y lo intrusivo que él solía ponerse era común mi madre se frustrara en repetidas ocasiones. En otros momentos el me llenaba de regalos esperando contara algo de ti, aún sabiendo tu vida entera jamás sería capaz de ponerte a disposición de un extraño, tardo algunas semanas en darse cuenta de aquello. Cuando nosotras no cedimos a sus interrogantes su comportamiento se tornó errático, se volvió un abusivo, se puso espeluznante.

Cada noche mientras mamá me arropaba y me envolvía entre las mantas antes de ir a dormir me sentía observada, mamá no decía nada pero incluso ella estaba angustiada, ella me abrazaba fuertemente contra su pecho pero al rabillo del ojo podía ver su asquerosa y aterradora mirada, él nos observaba desde la puerta entreabierta y estaba más que segura que en toda la noche nunca paraba de hacerlo.

Simplemente no podíamos hacer nada en contra, nos cortó la comunicación y nos enclaustró en nuestro propio hogar. Más de una ocasión trate de llamar a Pericolo y pedir ayuda pero Oscar estaría detrás para arrebatarme el teléfono y colgar mi llamada, él me miraría con esos ojos muertos y diría “¿a qué le tienes miedo?” , por más que yo intentara rompía en llanto a causa de la impotencia. Con mamá no era mucho más distinto, de intrusivo pasó a canalla, él le diría cosas tan horribles que la harían romper en llanto y si yo intervenía daría fuertes gritos que acallaran mi gallardía.

En tan sólo unos días nuestras ventanas y puertas tendrían candado y las constantes preguntas de tu persona no dejaban de atormentarnos, las pequeñas habitaciones de hicieron un infierno, "resiste, pronto acabará" decía mi madre que apesar de que de sus ojos brotaran gruesas lágrimas ella mantendría un seño estoico, esto no estaba bien y poca era mi fe a encontrarle final.

Mamá me encerraba en lo más profundo del ropero mientras yo podía escuchar como ese bastardo la maltrataba e humillaba, sin embargo, mi mamá se mantenía silenciosa, callada como si no fuera víctima de ninguna ofensa, en todo ese tiempo aprendí a odiar a ese hombre, a detestarlo, a aborrecerlo, en ese tiempo aprendí a quererle muerto.

Una noche de tantas en la que nuestro mutismo se mantenía perpetuo el huésped arrojó la vajilla de la nada, pedazos de blanca cerámica salieron disparados de todas partes mientras nos gritaba tantas cosas que apenas pude comprender, no quería mirarlo me daba asco siquiera pensar en él, en ese momento ese fue el motivo de todas sus iras por lo que fuertemente jaló de mi ropa y me estrelló a mi propio plato, su justificación "estábamos tratando de envenenarlo", mi nariz sangró y mi pecho ardió con cólera, ante eso mamá se mantuvo calmada pero sus ojos, jamás la había visto así, estaba fúrica y esa sutil mirada lleno de rabia hizo que tanto Campbell y yo calmaramos nuestro enfrentamiento, un hombre mucho más grande era aterrador pero la sed de venganza de mi madre lo era mucho más. Ese último lado de humanidad o inteligencia que quedaba en Campbell le hizo ver lo peligroso en sus actos, pavoroso volvió a soltarme y veloz huyó de casa por varias noches.

Aunque su acto de presencia se hizo intermitente ambas sabíamos el volvería una vez más. En esos instantes de quietud mamá se disculpaba profusamente, “lastimarte no era mi intención” lloraba ella, me partía el alma verla así apesar de todo se muy bien no era su culpa. Esos días de tranquilidad trate de llamar a Pericolo pero nunca atención mi llamada.

Él jamás me contestó.

Cuando Campbell regresó no pude reconocerlo, en cuestión de tiempo se hizo un esqueleto andante, la vida se le había escapado por las mejillas y un su aspecto antes petulante se torció con horror, repetidamente gritaba “la dama blanca me esta siguiendo, no para de susurrar, dile que se calle, por favor dile que se calle”, por más que jurará aquello no podía ver la dichosa dama blanca de la que el hablaba, aún así sabía no me estaba mintiendo.

Mamá me prohibió acercarme a él, se esforzaba tanto por que nisiquiera lo escuchara, aún con toda esa discreción fui testigo de la decadencia del hombrecadavérico que luchaba contra su propia mente, está vez si el trataba de irse nosotras no se lo premitiríamos, una mujer invisible lo torturaba pero no importaba cuan desgarrador fueran sus súplicas o su llanto, ya no le tenía miedo ahora menos le tendría lastima, él iba lastimarnos, él quería que te traicionaramos y no habría perdón por ello

Una mañana escuché a  Campbell desplomarse, ese día mamá me ordenó encerrarme en la habitación y no salir bajo ninguna circunstancia así teniendo el morbo que me hacía desear ver su cuerpo me abstuve, todo el día hasta que escuche los pasos por toda la casa y en la tarde oí las voces mamá y un recién llegado Pericolo, esa última no me hizo mucho sentido pues no se supondría Pericolo estuviera en esta parte de Italia durante esos días.

Cuando se me permitió salir tanto Pericolo como mamá me abrazaron fuertemente, está vez me hicieron prometer no hablaría de esto con nadie, aunque ninguno lo haya dicho sabía Campbell había fallecido.

No hubo rastro alguno de Campbell por ninguna parte y según se de hecho no existe una persona llamada Oscar Campbell.

Padre dónde estás?, nos haces mucha falta aquí

Diario de una mártirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora