Una

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En la fría noche carne podrida era el único hedor que se podía percibir en el ambiente

-No tienes idea de lo mucho que nos perjudica está muerte, no pudimos sacarle ni los suspiros- espetó el hombre molestó

-No se debe ser un gran genio para indagar, ¿quién es el único enemigo de Nasso en éste momento?, es obvio como para que intentes reprocharme

La mujer permanecía sentada al pie de las escaleras mientras el adulto tiraba complicadamente del delgado cadáver

-Donatella- el hombre mayor le llamó la atención -sabes bien no debes meterte en sus asuntos, es demasiado peligroso como para que te expreses con tanta ligereza

La dama al escuchar eso solo pudo mirarlo con una agria mezcla de cólera y tedio

-¿Es acaso mi culpa él no pueda ser discreto?, me he mantenido a margen tal y como me lo ha ordenado, explícame entonces cómo ha sido este error mío

El anciano le frunció el ceño

-Si tan solo me hubieses escuchado desde un principio

Donatella no pudo retener más su disgusto

-Si tan solo te hubiese escuchado mi hija pasaría hambruna- gritó ella -pero claro está que eso a Sólido no le importa-

Tantos meses llenos de angustia y ella su hija eran blancos de cada accidente, simplemente ya no podía confiar en nadie de ese triste pueblo, Donatella era una mujer resistente ella fácilmente podía soportar todas la bofetadas, todos lo insultos y rumores mal intencionados pero su hija en cambio era inocente, ella no tenía que ser culpable de todos sus pecados no era justo desquitaran su furia sobre ella

-¿Tal vez tú podrías...- dudó el anciano

-No puedo Pericolo, sabes que además de ti no tengo a nadie más en éste mundo-

Ella lo interrumpió, no valía la pena dar más vueltas al asunto cuando el resultado era evidente, la voz de Donatella era tan melancólica pero tan llena de razón que hacía estremecer al adulto

-¿Qué hay de Diavolo?

Ella le dedicó la mirada más lastimera

-Tú mejor que nadie sabes él no estará para mí bajo ninguna circunstancia

Pericolo bajo la vista al suelo, simplemente no daba fe a esas palabras, a pesar de que Donatella resintiera el abandono de ese amor suyo Pericolo sabía que él en ningún momento había dejado de amarla

-De todas formas, ¿Cómo fue que dieron con nosotras?-

La voz de la señorita resonó hasta su pecho

-La novicia que lastimó a Trish hace unos meses, ella, Diavolo- el hombre comenzó a titubear pues no estaba seguro de confesarle esa información a la joven madre

Ella en cambio dio todo su interés al adulto, le parecía imposible sus malos presagios tuvieran toque de razón

-¿En qué está metido Diavolo está vez?- expresó ella con terrible preocupación

Pericolo que había luchado consigo mismo por no revelar esa carga a su protegida supo en ese momento no podría ocultarle nada

-Passione- suspiró cansado -es tan pequeña por el momento, está tratando de sobreponerse a organizaciones rivales que son colosales, es por eso que tanta gente lo está buscando-

Inmediatamente todo hizo sentido en la cabeza de Donatella, los incidentes aislados dejaron de ser meras coincidencias, la conclusión era simple, si Diavolo no salía por voluntad propia lo harían ceder presionando a su familia

-Antes de morir ella dijo "el rostro del diablo", fue quién le delató-

Los tristes ojos de la mujer comenzaron a llenarse de lágrimas con solo terminar la frase, se sentía frustrada, impotente, débil

-Se bien que ella lo hizo pero debes comprender que esa ocasión no sólo salvaste la vida de tu hija sino también la de Nasso

La madre exasperada llevo su cabeza a las palmas de sus manos, lentamente las lágrimas se resbalaban por sus mejillas

-Donatella

El adulto solo era capaz de llamar a la dama mientras está se derrumbaba en si misma

-No es justo Pericolo- lloró ella -he hecho todo lo que me ha pedido, desaparezco cuando quiere, me callo cuando quiere, hago todo lo que quiere cuando y donde lo quiere

El anciano tenía un agarre tan fuerte en el cadáver que sus nudillos se pintaron en blanco

-No puedo vivir así Pericolo, ya no puedo- la mujer miró sus manos con horror y asco -lo amo, lo amo tanto pero no puedo seguir haciendo esto, las malditas mujeres blancas, ya no quiero lastimar a nadie

El hombre abandonó el cuerpo sin vida de la víctima y con la mayor de las delicadezas tomó asiento a un lado de la madre

-No quiero que Trish sufra, no quiero que le hagan daño

El adulto la abrazo con dulzura, mientras ella solo lloraba, soltaba un llanto tan fuerte y amargo que amenazaba con quebrar sus costillas

De olvido se hicieron sus besos y de ignorancia sus palabras, efectivamente ese amor traidor nunca volvería a sus brazos, Sólido Nasso no existe, Donatella Una no es más que un rumor y la dulce Trish es simplemente un mal sueño que nadie va a recordar.

Diario de una mártirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora