Querido padre:
Un par de ojos ajenos se fijaron encima de nosotros, no supe que hacer.
Hace unos días que fue el cumpleaños de mamá y tú nunca viniste.
Tan pronto se puso el Sol esa mañana me deshice de mi disgusto por el asunto Prosciutto e hice de esas horas un desfile para alegrar mi mamá. Molimos trigo y recogimos higos para hacerle un pastel, Pericolo me ayudó a a terminar de reunir mi dinero y así comprarle ese vestido de encaje blanco por el que la había visto suspirar y por supuesto la llenamos de flores y golosinas.
Aunque me gustaría hacerlo todos los días sólo es está la víspera en la que nos deja mimarla y quemar el mundo por ella, este año como todos los otros regresamos al mar. Es como si no hubiera otro lugar en el mundo para ella, cada ocasión ella tan solo quiere ir a descansar a la orilla del mar, recostarse en arena y sentir la sal manchando sus tobillos.
Nunca me ha agradado el Sol y ese particular aroma salado que desprende el agua, en cambio a mi madre le encanta y es cuando sus pies se sumergen en la arena que veo su rostro ligero de preocupaciones y cualquier cosa que pueda disgustarle simplemente carece de importancia, entonces ella corre y a Pericolo y a mí nos cuesta seguirle el ritmo pero de una cosa estamos seguros, ella está feliz.
Le he preguntado tantas veces por qué este lugar sobre todos pero cada año cambia su versión, nostalgia, ocio, curiosidad, sigo sin creer ninguna.
Ese día Pericolo rentó un bote y remamos hacía el horizonte mojándonos las manos y empapándonos de Sol y cuando mamá se sintió aburrida simplemente saltó, nisiquiera le importó arruinar su falda como es propio de ella, comenzó a nadar y con su más radiante nos invitó a acompañarla.
Pericolo siempre es el más serio en este tipo de cosas, por lo que solo yo fui detrás de mi mamá.
Al principio el agua me aterro, si bien no es la primera vez que iba estoy convencida de que nadar en la tina de mi baño no es nada a comparación de un inmenso y profundo cuerpo de agua del que es seguro soy capaz de perderme.
“Estoy aquí, si estoy contigo nada malo va a pasarte", me decía mi mamá tratando de calmarme, admito llore un poco pero mamá cumplió su promesa, ella nunca me abandonó.
La acompañe hasta que el agua comenzó a secarme, ella nado y se sumergió hasta que el alba agonizo, al llegar la noche nos sentamos a su lado a las orillas del mar cerca de la espuma. Mamá parecía una ninfa que se mezclaba perfectamente con el paisaje, el hecho de apartarla del océano era casi un crimen, aún sabiendo eso eventualmente teníamos que marcharnos.
En el momento que nos desprendimos de su blanca arena una gran pesadez se instauró en la espalda de mi madre como el mundo en Atlas, en todo el viaje nos sentimos mal.
Una muy terrible sensación de ser perseguidos nos invadió, de ser sólo uno podríamos alegar de paranoia, dos tal vez de histeria pero tres, tres representan un peligro verdadero. Primero fue un vehículo, extraño cercano a nosotros, después un hombre aunque no estoy segura de que fuera específicamente uno, aún sin poder verle el rostro lo reconocí, primero grande y corpulento y luego pequeño y frágil, la constante era obvia y su presencia indiscreta.
Los tres queríamos escapar de él pero no podíamos, de algún modo seguía encontrándonos. Pericolo se mantuvo estoico y él junto a mi madre acordaron que volver a casa no era una prioridad. Por primera vez en mi vida recorrí la este lugar de noche y acompañada y fui mágico, perdimos a esos siniestros ojos y nos sentimos felices, mamá sonreía y Pericolo también, yo me sentí tranquila.
No recuerdo mucho después de aquello, me quedé dormida, fue Pericolo quien me cargó todo el trayecto y cuando llegamos a nuestro hogar mamá todavía se tomó la molestia de bañarme cuando estaba adormilada, en ese momento estaba un poco confundida ya que en la voz de mamá note un cierto tinte de fastidio. Me costó entenderlo hasta esa mañana que salí al jardín, un diminuto pero muy frondoso árbol estaba en nuestra entrada.
Fue genuinamente sorprendente, tenía todo; un gran moño y tarjeta, listones de colores y dedicatoria, pero no llevaba firma, era como si solo hubiera aparecido en nuestra puerta y a nadie más le importara, el "A mi vida, Donatella" no es una casualidad, el que fueran azahares antes que cualquier flor tampoco, quién había enviado el presente conocía a mi mamá.
Cuando le avisé a mamá ella me ordenó apartarme y cuando le avisé a Pericolo me pidió ignorarlo, como se supone ignore un gran árbol creciendo en mi entrada.Era extraño pues nuestro jardín está lleno de esta clase de árboles, no comprendí por qué era que teníamos que dejar este a su suerte.
Yo todos los días sin excepción le di agua y hablé con él, al igual que la planta supe cómo se sentía, ser diminuto y casi imperceptible, con unas ramas tan flexibles que puedes ser los que los demás quieren que seas, tan flexible que puedes adaptarte a cualquier cosa.
Un día no vi el árbol y me sentí horrorizada, creí lo habían matado, lo habrían cortado y hecho de sus tiernas ramas un mueble inerte, me sentí llena de dolor, corrí llena de lágrimas buscando a mamá pero no la encontré en ese momento, seguí corriendo y encontré a Pericolo, le pedí explicación, le pedí consuelo y él sólo me miraba desconcertado.
Mi pequeño amigo había desaparecido y el sólo me miraba sin saber que responderme. Mamá llegó y yo estaba hecha un mar de lágrimas, entonces ella sin mucho afán tomó mi mano y me llevó al jardín. Oculto entre todos los gigantes estaba mi pequeño amigo floreciendo majestuosamente en un desfile de perfumes dulces ante sus mayores.
"Nunca sería así de cruel" me dijo mi madre, entonces supe la razón de que en esa parte del jardín no existieran más que azahares, desde entonces al igual que mi a madre se convirtieron en mis flores favoritas, no había momento del día en qué no quisiera tenerlas y cerca y cada mañana me esforcé por tener un ramo de ellos decorando la buhardilla.
Ahora se casi todo de ellos y por primera vez después de tiempo mamá se ha sincerado conmigo mostrándome parte de su pasado. Ella dice que cuando era joven eran estás las únicas flores que conoció y fue capaz de poseer del mismo modo que fueron con estás con las tú te acercaste a ella y le juraste amor, fueron los frutos de tan precioso árbol que le calmaban las ansias cuando estaba embarazada de mí y son solo estás las que le traen una mezcla de felicidad y calma, ella las ama y de eso no cabe duda. Mamá me cuenta e insiste que es como si el aroma a naranjo sencillamente fuera parte de su alma y yo por supuesto le creo.
Me gusta pensar que alguno de esos dos hombres eras tú esperando que ella viera el presente puesto que es obvio tu fuiste quien lo envío, aunque también me inquieta pues mamá lo hubiera apreciado mucho más si hubieras salido de la sombra, yo te hubiera tenido menos miedo y probablemente hubieras puesto menos nervioso a Pericolo.
Adoro las flores y mamá también pero a pesar de lo que me ha dicho sigo sin creer haya sido todo lo que tenía que decir.
No voy a presionarla, en todo este tiempo he comprendido que hay cosas que es mejor dejar en silencio, pese a todo esto me ha dejado un sabor agridulce en el paladar, sigo enojada por lo antes dicho pero creo me disgusta más escondas tu rostro antes que calmar la pena de la mujer que amas.
Debiste estar aquí, nunca debiste dejarla sola.
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Diario de una mártir
Fanfiction💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸 A la mártir de está historia le doy mi vida, ven a mí querida mía pues con ilusión espero tu pronta llegada, tu cruenta burla de desgracia apresura tu viaje ya que el destino es impaciente mi dulce dama. 💮🌸💮🌸💮🌸💮�...