Una

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Su hija iba dormida en los brazos de Pericolo, y no era una sorpresa para ninguno, ella solía ser así, primero tendría un golpe de euforia que la haría mantenerse terriblemente activa por un par de horas y después sin previo aviso caería agotada en cualquier rincón de la casa.

—Nada malo pasó al final, tal y como yo dije— se jactó Pericolo

—¿Enserio?, yo no te no vi muy convencido con la visita al mejor amigo de Trish— se defendió ella mientras abría la puerta

—Yo no tengo ningún problema con el muchacho y eso lo deje muy en claro— la siguió

—Ambos parecían bastante incómodos entablando una conversación, además podría jurar casi mueres al tratar de disculparte

—Eso es mentira, considero fui bastante natural

El hombre depósito con cuidado a la niña en el sofá a la vez que buscaba alguna frazada para cubrirla

—Si es a eso a lo que puedes llamar natural entonces supongo tienes razón— se burló ella

—Claro que tengo razón

Los mayores dejaron de hablar divertidos y mientras la pequeña dormía prepararon lo necesario para montar la cena

—Por favor ayúdame a preparar el baño para Trish, no me gustaría despertarla demasiado tarde para la hora cenar

—Claro, dame un momento

Él obedeció y apresuró su tarea, Donatella se encargó despertar a hija suavemente, no les fue necesaria una gran espera pues al cabo de unos minutos la pequeña dama ya estaba preparada y lista

—¿Quieres que te ayude mamá?—

Entró su hija a la cocina adormilada y con su cabello aún mojado humedeció su camisón

—Ahora no me es necesario nena, ve y ayuda a Pericolo a poner la mesa—

La nena permaneció junto a ella y en su lugar recargó su cabeza sobre su espalda mojándola a ella también

—Gracias por ser amable con Prosciutto, tus fueron palabras lindas y lo han hecho feliz. Te quiero mucho mamá

Donatella fue golpeada por una ráfaga de emociones que apenas pudo procesar, en parte fue la felicidad de escuchar a su hija declarando su cariño, en parte la satisfacción de haber reparado su error. Trish escapó del escenario dejando en la boca de su madre lo mucho que está quería decir, no le preocupó seguramente más tarde podrían hablar.

—Si este año tampoco estarás para la mañana de navidad, ¿podremos está noche abrir los regalos?

—No veo por qué no, aunque deberíamos avisar a tu madre antes de tomar una desición

Ella se acercó cautelosa mientras los escuchaba hablar, al ser silenciosa los hizo sobresaltar tan pronto notaron su presencia pero una vez juntos prosiguieron confiados a charlar en la mesa

—No hay suficiente pan para nosotros, ¿te molesta si salgo a conseguir más?

—Para nada Pericolo, Trish y yo te esperaremos a cenar, procura no tardar demasiado

La pequeña corrió detrás de su abuelo

—Yo descuelgo tu abrigo

—¡No tardaré!— gritó el anciano desde el vestíbulo

Fue lo último que anunció antes de marcharse. Donatella y Trish se miraron una a otra en silencio

—Ven acá, te resfriarás si continúas con el cabello mojado

Diario de una mártirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora