Nunzio

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Por más discreta que intentó ser la niña no pudo evitar interrumpir el frágil sueño del hombre mayor. Recostado en el sofá el anciano de sueño ligero abrió inmediatamente los ojos cuando escucho los bostezos de la pequeña damita sentada en el comedor, sus mirada se encontró con ese par de enormes y radiantes ojitos verdes que solo su amada niña era capaz de poseer

-ya has terminado?

La nena asintió con la cabeza

-tu madre ya se ha ido a dormir, por fin estás lista para ir a la cama?

Ella le esbozo una gran sonrisa como respuesta

Con dificultad Pericolo se enderezó del sofá para dirigirse a la silla dónde Trish sentada le estaba esperando, cuidadosamente la cargó entre sus brazos mientras que la pequeña hundía su cabeza en su pecho provocando de sus rebeldes cabellos rosados juguetearan por debajo de su barbilla

-estoy curioso Trish, ¿qué tanto escribes en esa libreta?

-cartas- dijo la niña al mismo tiempo que abrazó con más fuerza su pertenencia

-¿cartas?, ¿pero a quién?

-a papá

Por un momento detuvo su caminar, si bien sabía la forma en que Donatella había pintado a su padre para ella no estaba plenamente conforme en escucharlo ser mencionado se esa manera, le daba escalofríos

-¿enserio?- trató de componerse -¿puedo leerlas?

-no, son para papá, cuando vuelva yo se las daré

-¿me mencionas en esas cartas?

-tal vez

La infante estalló en pequeñas risas que la delataron, a Pericolo le ponía contento escuchar las risas de la pequeña Trish pero en ese momento solo lo hizo sentir más tenso.

Cuando llegaron a la habitación de la niña está jalo su manga con mucha suavidad, el adulto la bajó con delicadeza tal y como ella se lo había indicado, ella corrió hasta el centro del pequeño cuarto donde del suelo zafó una de las maderas dejando visible un hueco en el que parecía ocultar todos sus tesoros

-¿porqué guardas ahí tu libreta y no junto a las demás?

-por que es secreta- mientras respondía ella acomodaba cada pedacito de su cosas

-y si es secreta, ¿por qué la guardas delante mío?

-por que confío en ti

En ocasiones como esa era que sentía una agradable calidez en el pecho al mismo tiempo que los ojos se le aguadaban

Ya acomodada la madera la pequeña se acercó a él de nuevo, alzó lo más alto que pudo sus brazos indicando al adulto lo que deseaba, él volvió a levantarla para abrazarla

-vamos sirenita, debes descansar

Pericolo llevo tranquilamente a la niña hasta su cama pero en el momento en que siquiera rozó las sábanas ella dió un fuerte grito

-NO!!!- lloró -no me dejes aquí, no quiero!!!

Trish comenzó a retorcer su pequeño cuerpo con violencia y brusquedad mientras que Pericolo luchaba por no dejarla caer

-¡¿qué pasa Trish?!, ¡¿qué hay de malo con tu cama?!

Desesperado el adulto trataba de encontrar sentido al irracional terror de la niña

-no quiero dormir ahí- dijo ella entre sollozos -me da miedo esa cama

Comprensivo la abrazó contra su pecho mientras que ella lloraba sin consuelo, al otro lado de la habitación fue audible como la madre de la niña salía disparada hacia a su auxilio

Diario de una mártirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora