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Un maldito sin hogar y sin rumbo vagó igual que un muerto en vida por lo que alguna vez fue su reino, lleno de agua y acorralado recorrió cada centímetro de la costa esperando con añoranza la hora de piadoso su final.

Una noche de tantas mientras se arrastraba escuchó la claridad de una vocecita interponerse a sus tormentos:

“Al ras del alba mi amor por ti descansa, al ras del alba nuestra pasión se renueva, iré esperando al ras del alba para quererte con la misma locura con la que siempre te querré

El príncipe escarlata temió en un principio, ¿sería esa una falta de su propia conciencia?, no era posible, la voz que emitía tan precioso canto era tan perfecta que era imposible él lo hubiera sido producto de su enferma cabeza. Al no encontrar la fuente de la voz decidió ser cauteloso y dejarse embelesar por tan magnífica melodía, cada noche al escucharla sintió una sensación nueva aflorar dentro su pecho; alegría, euforia y gozo que al arder dentro suyo se hicieron deseo, anhelo y locura, era en momentos como esos en los que la amargura que construía su vida carecía de importancia y la belleza detrás de la obra sería la motivación que daba sentido a su existencia.

Cada noche el escuchaba más ansioso buscando la emisora de tal belleza, sin embargo, la gracia le  duro tan poco al entrar en razón y darse cuenta de que a cada momento estaba más desesperado pues encontrar a la autora de sus sueños e ilusiones era igual de absurdo que pensar que un día finalmente sería libre, el no merecía encontrar al mantra que le daba calma, sus sentimientos de tristeza se tradujeron en rabia

“Al ras del alba mi amor por ti descansa, al ras del alba nuestra pasión se renueva, iré esperando al ras del alba para quererte con la misma locura con la que siempre te querré”

Sonó fuertemente mientras las lágrimas de impotencia se le escurrían, el príncipe escarlata que no podía, maldijo, maldijo y blasfemo con tanto odio hasta que sus pulmones no pudieran más, lleno de dolor hecho su rostro partido sobre sus manos y lloró hasta que los ojos le dolieron. Su llanto fue tan lastimero que era imposible no escucharlo, la melodía de la isla había sido remplazada por su pena y la noche, el mar y la luna lo escucharon, pero está vez ninguna dio atención a duelo.

Días enteros pasaron desde que el príncipe no había parado de llorar

“Al ras del alba mi amor por ti descansa, al ras del alba nuestra pasión se renueva, iré esperando al ras del alba para quererte con la misma locura con la que siempre te querré”

La voz inquirió negandose a morir opacada a merced de los sollozos

—¡Cállate¡, no quiero escuchar más de ti desgraciada— espetó el príncipe furioso

“Al ras del alba mi amor por ti descansa, al ras del alba nuestra pasión se renueva“

Ella insistió sin escuchar

—¡Basta!, Te he dicho que te calles— el muchacho gritó tan fuerte que sintió sus pulmones ardieron

Eso no detuvo a la voz

“Al ras del alba mi amor por ti descansa”

El príncipe sintiendo todo el odio y cólera que su corazón fue capaz de soportar se levantó de su miseria dispuesto a hacerla callar

“Al ras del alba mi amor por ti descansa, al ras del alba nuestra pasión se renueva, iré esperando al ras del alba para quererte con la misma locura con la que siempre te querré”

Siguió cada palabra, letra y suspiro con la intención de terminar con ella de una vez por todas, ignoró su miedo y entro al mar rojo aún sintiendo la sal quemándole la piel. El mar consiente de su perversa intención lanzo sus más grandes olas tratando de alejarlo pero estás nunca le detuvieron.

Su ira lo arrastró mar adentro y mientras más profundo estaba sabía más cerca se encontraba

“Al ras del alba mi amor por ti descansa, al ras del alba nuestra pasión se renueva, iré esperando al ras del alba para quererte con la misma locura con la que siempre te querré”

El príncipe se levantó violento con una intención asesina y cuando pretendió perturbar la calma, la vió a ella, la interprete de la canción, todos esos sentimientos que había llegado a experimentar se sintieron absurdos y su sola existencia le pareció una burla.

Diario de una mártirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora