Diario de una mártir

💮Nochebuena💮

-Ella ya está involucrada-

Los murmullos callados de la madre se impregnaron en las paredes, la discusión frenética entre los dos adultos se había prolongado bastante

-Pericolo te lo ruego, ella no va estar segura aquí de cualquier modo

Donatella tenía los ojos hinchados por tanto haber llorado, estaba desesperada y no sabía qué más hacer, las opciones se le acaban y las alternativas eran pocas

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Querido padre:

Anoche tuve la mejor de las noches en toda mi vida, todas mis tristezas se resolvieron en un par de hora y por primera vez en toda mi vida pude verte a los ojos, aunque tú nunca dijiste mi nombre y nunca me llamaste me hija, aún supe eras mi padre. Todas las noches te soñé distinto, pero mi imaginación me ha traicionado, cuando te conocí eras más pequeño, más marchito y yo te adore desde el primer instante.

Eras bastante serio, por un momento creí no agradarte pero cuando me hablaste reconocí dulzura detrás de voz, me hiciste reír y yo no pude dejar de quererte, sin embargo, creí te quedarías a leer mis cartas pues al final es a ti quién yo escribo, tú probablemente creas que no lo supe pero lo noté, no pasaste siquiera de la primer página.

Cada palabra que te he dedicado tiene importancia, cada una va cargada de cariño, me dolió no lo hayas visto de esa forma, aún así comprendo no es culpa tuya, tan pronto apareciste, tan pronto te fuiste, dudo hayas pasado la noche en casa.

Hoy me he despertado demasiado pronto, más de la cuenta, mamá hablaba desesperada por el teléfono y por más que me esforzara no pude alcanzar a entenderla.

Mamá está triste y Pericolo nisiquiera ha llegado a casa desde anoche, estoy preocupada, todo el mundo actúa extraño desde tu visita, aún no logro entender por qué soy sólo yo quién va goza de dicha al verte.

Mi madre ha insistido es buen tiempo para que me marché, no puedo distinguir si es conmigo de quién se siente disgustada, apenas si he tenido oportunidad de escribir ésto pero no quiero irme, estoy empezando a sentir miedo.

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La pequeña niña agitaba sin cesar sus piernas que caían de la silla, sus movimientos nerviosos habían comenzando a agotar la paciencia de su mayor acompañante. La nena jugueteaba con una muñeca de porcelana mientras pretendía ser indiferente a su compañía, sin embargo, al igual que su madre era poco hábil para ocultar sus sentimientos

-Esa es un hermosa muñeca, ¿Te agradan demasiado los bufones de teatro no es así?

Ella apenas si levantó la vista de su pequeño amigo, su madre le había pedido guardar silencio ante el extraño, aunque hubiera sido descortés ignorarlo

-Me gustan más las sirenas- murmuró ella apenas audible

El hombre miró a la niña de reojo, era descarado negar su parentesco

-Yo prefiero las ranas- continúo él

-¿Las ranas?

En ese instante la pequeña levantó los ojos de su juguete, eran de un deslumbrante verde jade fiel copia de los suyos y esa forma almendrada llena de ternura que la hacía lucir tan encantadora era clara herencia de su madre

-No pueden gustarte las ranas- protestó la niña

-¿Y por qué no?

-Por que son feas y están llenas de baba