Un caballero de casco de plata camina indeciso por la habitación, pese a ser un hombre cuyo patrimonio entra en una sola maleta parece perturbado. La suela de sus zapatos resuenan azarosas sobre el piso de madera recién pulido haciendo que incluso un sueño tan bestial como el de la infante que dormita sobre el diván no quede desapercibido.
La pequeña le sigue con la mirada siempre atenta a cada paso, en su mente le ha encontrado armonía a su caminar desesperado y mientras su mayor muere en angustia ella reproduce entre sueños su sinfonía digna de orquesta. Suspicaz él sabe ella esta despierta, sin embargo, ella luce tan tranquila que sabe seria un crimen hacerla levantar
-Cuéntame una historia- dice la niña
Ella no disimula siquiera y su voz dulce hace que la ausencia se desvanezca, ella sabe que es inútil mentir aunque ahora esté siendo cínica.
El anciano detiene su marcha y por un momento obtiene un poco de claridad entre su bruma, ahora está seguro de sus sospechas
-¿Dónde fue que las escondiste?
En su voz apenas es distinguible ese tinte furico propio de sí e incluso así es capaz de hacerla estremecerse, aunque ella este acostumbrada reconoce cuando su ira es genuina, por lo que ella permanece en su lecho tendida fingiendo dormir negándose a devolverle la mirada, finge estar tranquila, finge no querer no llorar al ser descubierta
-Te marcharás de nuevo, si te lo digo puede no regreses nunca más- susurra ella con delicadez -cuéntame una historia -insiste
Él permanece lívido, no tiene tiempo ni tampoco está de humor para seguirla en sus juegos
-No tengo historia que contarte
Entonces ella deja de responderle, ella es necia y da la sensación de estar absurdamente mimada aunque él sabe que aquella acusación es mentira, la conoce mejor que ninguno y reconoce lo sola que la niña se está sintiendo, es conciente de que inevitablemente tendrá que ceder. Cuidadoso, tratando de ser paciente toma asiento a los pies de su helado lecho
-Son un obsequio- dice el anciano -un obsequio cuya dueña fue la mujer que alguna vez nada más ame
El interés de la pequeña es incondicional aunque él le sea totalmente ajeno
-Desde que tuve tu edad supe que mi filosofía siempre siempre la de ser un hombre simple, luchando por mantener su estigma discreta ante el asueto pero como cualquier hombre que goce de dualidad, sentí el amor como cualquier otro ser que existe es capaz de sentir.
Mi razón de existir fue ser ignarado, salvando vidas de seres que más tarde que temprano terminarían por olvidarme, era un gran lugar para existir, era esa una gran manera de vivir.Mientras él contaba su historia su voz comenzó a quebrase, a ser menos imponente
-Me gustaría decirte que nadie conoció la tragedia que se ha impregnado en mis huesos pero mentir hace al hombre menos digno, pregonamos paz con las manos manchadas de sangre, vivíamos al margen cuidando de aquellos pobres ilusos con la guerra dibujada en sus rostros. Pero aquello nunca me torturó, cada uno carecía de importancia pues eventualmente llegarían la muerte como esa fiel promesa que nunca descansa, sin embargo la oscuridad nace la luz y ella se hizo de mi virtud como yo de la suya, era compañía en mi aburrimiento por mi frívola tranquilidad, pasaría horas diciéndome lo bello que era cada lapso en el que aún respiraba- él se detuvo por un momento para reír enternecido -Ella era capaz de hacerme sentir otra sensación que no fuera desprecio, tenía humanidad y estaba llena de calor y ternura que hace mucho yo había perdido, me hacía sentir realmente vivo
Pericolo rió de una forma extraña la que Trish nunca lo había escuchado hacer antes
-La ame y me hubiera gustado amarla más, me hubiera gustado lastimarla menos, me hubiera gustado poder decirlo todo lo que te dicho a ti- el viejo relentizo sus palabras siendo realmente cauteloso con lo que estaba por decir -Cometí un error. Nisiquiera una fachada intelectual pudo hacernos ajenos de la bestialidad alrededor nuestro, el hermano puesto en contra del hermano, todo a causa de ignorantes que no comprenden que las personas como ella, como mi mujer
Su pecho enarcedecio a la mitad de su historia, de terminar la frase perdería consigo su rastro de cordura
-¿Qué pasó con ella?— preguntó la niña
Ella siendo tan inocente al mismo tiempo que ignorante no fue capaz de reconocer el anciano había comenzado a llorar desde hace mucho en su relato, como si de una tradición familiar se tratara había adoptado está forma tan especial y discreta de sufrir, tal y cómo hacía Donatella, eran estás la clase de historias de las que no estaba dispuesto a terminar contar
-Marchó querida mía- susurró - a través de ese gran sendero que nunca debió tomar. Marchó sobre sobre las aguas donde las personas jamás regresan
-¿El río de Jordán?- preguntó ella
Por supuesto que Trish reconocía el eufemismo.
Él no respondió, mantuvo el silencio mientras que sus viejas cicatrices que tanto años le habían tomado coser volvían a sangrar. A los ojos de la niña recostada yacía la silueta gigante frente suyo como estatus de vergüenza por el dolor infligido.
Ninguno se movió ni habló, el hecho de coexistir en el mismo diván se volvió un tabú.-Envueltas alrededor de la falda verde que mamá guarda en el desván- revela finalmente la niña
A tan tierna edad ella no es capaz de entender con claridad la historia que su abuelo le ha contado, pero es conciente de que aunque él no la mire Pericolo se parte en lágrimas tal y como hace su madre todas las noches. Trish está simplemente harta, no quiere lastimar a ninguno pero a esas alturas parce que cada acción suya desemboca en la tristeza de los demás, ella ya no quiere que ninguno llore a causa suya, ya no es capaz de soportarlo.
-Me recuerdas demasiado a ella- dice Pericolo sin pensar, sus nudillos han comenzado a temblar y aquel rastro de rectitud tarde en atravesar de nuevo su mente.
-Es por eso que me odias- prosigue la niña —por eso te vas, sin mí
El anciano permanece mudo otra vez, está demasiado dolido para responderle, siendo tal vez demasiado cobarde como para decir que algo así es mentira.
En silencio y con la misma sutileza de siempre se levanta del diván para ir en busca de aquellas infames botas de cuero que los ha puesto en situación.
Ella al igual que él no dice nada y aunque lucha por hacerlo no es capaz de derramar ni una sola lágrima, ese día ella finalmente aprendió a nunca pedir historias a su abuelo.
Aquel día Pericolo escondió mejor las botas, aquel día ni él ni Trish volvieron a hablar de aquella misteriosa mujer, a Pericolo y a Trish les pone tristes pensar en esa historia.
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Diario de una mártir
Fanfic💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸 A la mártir de está historia le doy mi vida, ven a mí querida mía pues con ilusión espero tu pronta llegada, tu cruenta burla de desgracia apresura tu viaje ya que el destino es impaciente mi dulce dama. 💮🌸💮🌸💮🌸💮�...