Incluso a él había comenzado a desobedecer.
Pericolo miraba anonadado a la pequeña que lo dama ignoraba con descaro, la situación le pareció irreal, su pequeña Trish era dulce y amable, su pequeña Trish siempre escuchaba a sus mayores, no era esa la nieta que él tanto amaba, luego estaba Donatella tirada en piso del baño, por más que trataba no podía evitar ser desordenada al llorar, estaba tan angustiada que apenas podía sostenerse y tenía un semblante enfermizamente pálido al mismo tiempo que sus manos al igual que ella no paraban de temblar, Pericolo incluso creyó que estaba al borde de un ataque, aunque trató de ayudarla su hija simplemente se negó, siendo la buena madre de siempre rogó la abandonara y mejor procurara el estado de su hija, entonces él hombre se encontró entre la espada y la pared, no podía marcharse con Donatella en ese estado pero tampoco podía retrasar más su viaje, en ese momento se sintió frustrado.
La niña con la mejilla roja e hinchada le esperaba impaciente, sobaba adolorida su cabeza pues había arrancado sus moños con tanta rabia que se lastimó a si misma en el proceso, Pericolo antes de marcharse dio a Donatella instrucciones detalladas para recuperarse física y mentalmente, pero está hace mucho había dejado de escucharle pues sus ojos carecían de brillo o ilusión, tan sólo era visible el horror impregnado en ellos, sabiendo que más tarde se arrepentiría Pericolo llevo a recostar a Donatella, antes de irse arrancó una sábana de su lecho, con la misma ató de forma brusca a la niña que en ningún momento dejó de gritar, tenían que irse en ese momento con o sin su consentimiento.
Su camino a la estación tampoco fue sencillo, la pequeña no dejaba gritar y patear ordenándole que la liberara, Pericolo siendo el hombre fuerte que era la contuvo, e incluso así no pudo ocultar las muecas de dolor pues su niña realmente se esforzando, al llegar a la estación de trenes Trish calló su rabieta pues antes que una mocosa era una dama y como cualquier dama decente aún gozaba de pudor, ella hubiera odiado tener público para la semejante escena que estaba montando, en su lugar mantuvo un rostro inexpresivo y sus labios callados en señal de protesta, esto por supuesto no ayudó en ningún mínimo a Pericolo pues el encargado sospechó de ellos inmediatamente y no podían culparlo pues a cualquiera le hubiera alarmado mirar a una infante de tan mal semblante acompañada de un adulto que jala por la fuerza. Esto les hizo perder más tiempo pues el oficial no daba fé a su documentación o a la carta firmada en puño y letra por la madre de la niña, a Pericolo no le costó mucho reconocer que el infeliz tan sólo vacilaba en busca de su beneficio, resignado cedió a la estafa y tan pronto pasó el dinero por debajo de la mesa él y su nieta ya estaban abordo del vagón, Trish ahora se negaba a mirarlo siquiera, nunca antes estuvo tan furioso.
Una vez más volvió a atarla con la sábana incluso siendo menos gentil de lo que lo fue la primera vez, la niña por su parte ya no gritó, ya no se quejó, ella tan sólo sollozó en silencio, la sábana que hacía de chaleco de fuerza para la infante era castigo por el terrible desastre que había causado desde primeras horas de la madrugada, en efecto era una reprimenda excesiva pero en aquel instante Pericolo no pensaba con claridad. Trish sintiendo que apenas podía respirar se recostó en uno de los asientos dándole la espalda a Pericolo, el adulto tan ofuscado tomó su asiento frente suyo, estaba seguro de que en en algún punto tendrían que volver a hablarse y quería está preparado para aquello.
La impotencia acompañada de frustración se había hecho presente desde la noche anterior; hacía algunos meses le había prometido a la pequeña Trish y a su amada Donatella pasar nochebuena a su lado, todos los años era rutina ir a saludar y acompañarlas en la cena para después marcharse, a pesar de esto ninguna dama le reprochaba su ausencia pues ambas gozaban de un gran respeto y tolerancia a su persona que él no creía merecer, era una noche antes de navidad que le permitían a la niña abrir sus obsequios pues Donatella decía que su rostro de emoción era algo que ella no podía describir al teléfono y por supuesto tenía razón, era ese el motivo por el que Pericolo amaba tanto esas épocas, sin embargo, en tan sólo un año sus circunstancias habían cambiado drásticamente, ahora vivía con ellas e inevitablemente estaba más unido a las dos, había disfrutado mucho teniendo a ambas cerca suyo pero después de ese hecho muchas cosas debieron cambiar. Ahora no tenía que marcharse tan pronto cayera el alba, tampoco debía limitar si tiempo al lado de su nieta y este cambio había ayudado enormemente a Donatella que no sabía exactamente como agradecerle, entonces vinieron las festividades y pensó que después de tal cercanía hubiera sido simplemente canalla abandonarlas, se hizo la promesa y tuvo que faltar a su palabra.
Regresaba de la compra cuando se percató de la horrible escena, el hombre, aquel desgraciado que le había robado la tranquilidad a su familia, su jefe subiendo las escaleras que dirigían a Donatella y a su hija, lo más rápido que pudo hacer fue alertar a la madre pero incluso él reconocía aquello no iba a ser suficiente, nisiquiera pudo dormir de lo tenso que se encontraba, al cabo de unas horas recibió la llamada de una Donatella desesperada, entre lágrimas le confesó que aunque lo había intentado no pudo apartarla, Diavolo reconocía el rostro de su hija, inútilmente trató de tranquilizarla aún él tampoco estuviera en una buena posición, entonces Donatella se lo propuso y por primera vez en mucho tiempo sintió miedo, debían actuar en contra del jefe.
El adulto se negó, no defendía las ofensas del diablo pero tampoco estaba dispuesto a conspirar, convenció a Donatella de que su reacción era más pasional que racional y cuando ambos estuvieron de acuerdo la madre volvió a rogarle llevase consigo a su hija, Donatella tenía por nueva ocasión toda la razón, Trish ya no estaba segura con ella y no podía protegerla si no se protegía a ella primero, entonces su plan inició.
La noche que rozó a la madrugada pasó buscando identidad a la niña, no era su primera vez haciéndolo, aunque no era una tarea sencilla, para una infante que no figuraba en ningún sistema y con tan poco tiempo de anticipación lo único que pudo hacer fue darle el nombre de una mujer fallecida, solo pudo pensar en una, ya estaba bastante arrepentido de su desición.
Ningún cuidador sabía con certeza lo que su padre le habría dicho a la niña la noche anterior pero estaba convencido de que era una cruel mentira si la pequeña Trish había estado dispuesta a actuar así frente suyo y del de su madre. Estaba tan enojado, con Trish por haberse comportado de manera tan nefasta y con Donatella por haberle mentido de tal forma a su hija, eventualmente la verdad saldría a la luz, ese era un hecho, aún así le asustaba lo rápido que lo había hecho.
Pensando hace mucho que se había quedado dormido, su lío de sentimientos, miedos y preocupaciones nisiquiera lo dejaban de atormentar en sueños, en general ya estaba bastante arrepentido, por dejar a Donatella, por el nombre falso de Trish, por haberla lastimado.
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Diario de una mártir
Fanfictie💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸 A la mártir de está historia le doy mi vida, ven a mí querida mía pues con ilusión espero tu pronta llegada, tu cruenta burla de desgracia apresura tu viaje ya que el destino es impaciente mi dulce dama. 💮🌸💮🌸💮🌸💮�...