Sophia.
La oscuridad comenzó a desaparecer según mis párpados se abrían lentamente y se acostumbraran a los rayos del sol que se escapaban por pequeñas aberturas o más bien, espacios entre la madera en que estaba echa la casa. Observé a mi alrededor desorientada totalmente, desconocía el lugar aunque todo señalaba a un sótano; estaba todo empapado de una gruesa capa de polvo, algunas que otras telas de araña en el techo, el olor a guardado me invadió al instante en mi conciencia regresó a mi, y comencé a estornudar, siéndome la garganta tan seca como un desierto.
Unos pasos se escuchaban aproximarse al sótano donde estaba, entonces comprendí al instante porque mis manos y mis pies estaban atados, estaba secuestrada, y por Adán.
Entonces mi respiración se agitó, un dolor intenso se posó en mi pecho, casi difícil de soportar. ¿Donde diablos estaba Geydi? andábamos juntas y solo me encontraba yo en el sótano, atada y con un fuerte dolor en la parte detrás de mi cabeza, podía jurar que la sangre había pastado mi cabello, todo se veía borroso, ¿donde estaban mis lentes? ¡Maldita sea!
A pesar de la incomodidad que tenía, a pesar del inmenso dolor y el terror que me invadió no saber el paradero de Geydi, me quedé quieta, tan quieta como una fotografía. ¿Qué más podía hacer o intentar? Estaba presa, estaba... muy metida en la boca del lobo.
Mi cabello estaba enredado, de seguro parecía una fiera y tenía muy mal aspecto, pero solo me importaba saber de Geydi, ¿donde estaba?
Una lágrima se deslizó lentamente por mi mejilla, mi labio inferior quiso temblar pero lo mordí para evitarlo, no iba a dejarle en claro a un asesino que era el causante de mi desastre, de que mi vida en tan poco tiempo estuviese tan desbastada, no quería dejarle ver el más mínimo rastro de debilidad, aún tuviera apuñalándome mil veces en el estómago, estaba segura que no emitiría un gemido de dolor.
Tenía la mirada clavada en el suelo, hasta que escuché la puerta abrirse y luego cerrarse. Llevé mi mirada hasta arriba y de inmediato me encontré con la oscura mirada de un chico corpulento y extremadamente alto, tanto, que tuve que echar mi cabeza un poco más hacia atrás para poder verle directamente a los ojos, como tenía de costumbre, jamás desviar la mirada y mucho menos cuando alguien intenta martirizarte, humillarte y acabarte, eso les enfurece a los dementes, pues dudan de si en realidad te hacen algún daño.
Sonreí en respuesta a su rostro confundido, me analizaba como una persona que se debatía entre comprar o no, a un perro en la veterinaria.
Todo era extraño, este no era Adán.
Estos son ojos que me analizan detenidamente, demasiados oscuros, los de Adán eran gris, pero a decir verdad, tenían un parentesco, obviamente estaba confundida aunque jamás se lo demostraría, jamás. Pero conecte los sucesos con ambos chicos y quizás este de los ojos negros que aún no conocía, habría sido quien nos encerró a mela y a mi en la biblioteca, lo supe en cuanto él también sonrió, era la misma dentadura de Adán, ¿cómo diablos podía ser? ¿Eran mellos o que? Mi cabeza dolió, era demasiado para asimilar.
Si algún psiquiatra estuviera observando esta escena, nos encerraría, se que así nos veíamos; como dos enfermos mentales que conversan cosas sobrenaturales dentro de un manicomio y sonreían mientras imaginaban estar dentro de ese "mundo" que no existía, sé que un psiquiatra nos internaría a modo de emergencia.
—Hola, Geydi.— su voz ronca y cansada me sorprendió, le quitaba lo aterrador, mientras que el silencio le hacía ver terrorífico.
—Soy Sophia.— corregí:—¿Donde está Geydi? ¿Que le han hecho?— pregunté pacíficamente, como si en realidad no estuviese preocupada.
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Herida
Mystery / ThrillerCristina Wiltom lo sabía todo. Fue herida como las demás, pero se había llevado todo lo que sabía a la tumba, dejando en manos de Sophia clein, un inquietante, desesperante y terrorífico misterio que resolver. Sin pruebas era imposible confirmar y c...