Capítulo 13

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Mi padre se quedó inmóvil observando mis agitadas respiraciones a causa de la impulsividad y la rabia que había tomado lugar en mi, lo miré directamente a los ojos, su confusión era evidente, estaba sorprendido y parecía no asimilar mi acto violento, uno que siempre estuvo muy escondido en mi interior, pero ahora había salido a la luz.

—Estás fuera de control, Sophia.— dijo, observándome como si fuese una desconocida para él.

Aparté mis ojos y miré al suelo, luego de, me senté en el pequeño mueble y respiré profundo, sabía que estaba actuando por impulso, que me había dejado llevar pero lo cruel de la realidad era la pérdida de una chica ejemplar, odiaba la sensación de que alguien estuviera burlándose en nuestra cara, infundiendo horror en nuestro pequeño pueblo y rondando por ahí como chivo sin ley. Tenía que pagar.

—¿Sabes qué?— pregunté y luego respondí.— creo que estoy muy loca, pero yo voy a encargarme de que pague, y le haré pagar muy caro.— Añadí decida.

—No eres ayudante de la prensa, no tienes ese permiso de ir a buscar un asesino y bien sabes lo que implica hacerlo, ¿es que acaso no ves el peligro?— respondió enarcando sus cejas, y se acercó a mi con pasos cauteloso,—No vas hacer esto, es peligroso.—

—Las consecuencias no me asustan, papá.

—No quiero, —su voz se apagó y cerró los ojos con fuerza.—No quiero que te pase lo mismo que a Mela, así que descarta esa absurda idea, Sophia.

Justo cuando iba a decir algo más, las palabras quedaron suspendidas por un fuerte abrazo de papá, —Hazme caso.— dijo y dejó un pequeño beso en mi frente, —Deberías ir a dormir, yo también lo haré.— volvió a decir separándose de mi cuerpo, y yendo a su habitación, sin voltear a escuchar algún comentario de mi parte, y, aunque no me diera un arma, yo me encargarías buscarla.

"No me importan tus amenazas, tú también deberías tenerme." Dije para mis adentros, recordando lo que una hora antes había leído en mi habitación, sabía que alguien había entrado y la había colocado allí, algo estaba muy cerca, o más bien, alguien estaba más cerca de lo que pensaba, debía dejar de temer y ser más inteligente.

Suspiré cansada. Decidí ir a mi habitación y poder descansar, había pasado la madrugada en vela, mis párpados se cerraban y sentía mis ojos hinchados por haber llorado tantas horas.

Mi habitación estaba de lo más normal; todo estaba en su respectivo puesto y nada alterado. Quien sea que se haya colado, había sido muy precavido y cuidadoso al colocar aquel papel sin dejar tan siquiera la huella de sus zapatos marcadas en el suelo, todo estaba normal. Como si aquel papel estuviese ahí, días antes y no lo dudaba, pues mi padre nunca entraba en mi habitación, y había pasado más de 8 horas en la cárcel, aparte de que estuve en la facultad antes.

Alguien había entrado y ya conocía de mi, lo que yo ni siquiera estaba cerca de conocer de él.

Me sentía extraña, las emociones en mí eran muy variantes; antes sentía horror pero ahora, más bien, sentía estar dentro de un juego en el que solo había que ser muy hábil al dar un movimiento dentro del tablero, pues había alguien que observaba cada movimiento para atacar, derrotar y ser campeón. Todo era muy raro y confuso. ¿Quien eres? ¿Quien eres? ¡Maldita sea! Repetía observando el techo de mi habitación, frustrada.

Estaba pensando tanto en todo. En buscar respuestas, en descubrí quien era él, y cada vez que recordaba las inmensas heridas que tenía mela en su cuerpo y como lloraba al haberse dado cuenta que perdió su hijo, me daban ganas de vengarme y me retaba hacerlo, aunque cueste caro.

HeridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora