Epílogo

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Estados Unidos, Boston.
2 años después

Todo había quedado atrás, ya no había más muertes en aquel pueblo de Londres donde viví unos largos meses, la policía se negó apresarme, no tenían prueba de lo que decía yo, y ellos sólo entendían que era una mujer muy pobre que necesitaba estar en la cárcel toda su vida y así poder sobrevivir con el alimento que se daba allí, así que mi madre y yo optamos por mudarnos muy lejos de todo el caos que era.

Las personas me dedicaban miradas acusatorias, de repudio y miedo, así que fue ese uno de los motivos para viajar a otro país.

—Eres Zairy, vivimos en Boston y tienes 23 años, Liza quedó en el pasado, ¿bien?— mi madre me envolvió en un abrazo luego de decir aquellas palabras, y era eso lo que necesitaba, un abrazo y no personas que juzguen.

—Lo sé mamá.— desvíe mi mirada de ella.— es solo que, no sé... me siento triste por ello.

—No te sientas triste, no por comenzar de cero cariño, en la vida se tropieza y los comienzos son necesarios.— dijo con una sonrisa que me transmitía seguridad.

Sus palabras eran ciertas, pero sentía que no debía cambiar mi personalidad por algo que me impulsaron a ser, yo no era esa, pero debía seguir en el papel.

—Lo entiendo.— respondí.

—Además...— mi madre jugó con la manga de su suéter.— sabes que está nueva identidad es para protegernos de los familiares de Adrián ya que...— tragó saliva.—tu padre, yo...

Abrí los ojos llevándome una gran sorpresa al escuchar mi madre mencionar a mi padre.

—¿Mi padre?—le interrumpí.

—Si, hija.— la voz de mi madre fue más baja y en un tono preocupado. —Había recibido amenazas por parte de su mujer, y bueno... la madre de Laura, yo...

—!¿Que tú qué mamá?¡—giré los ojos con fastidio, odiaba que alguien quisiera culparse de algo que evidentemente no tenía nada que ver.—Ya saben que fui yo quien la asesinó, si.— asentí con la cabeza, afirmando la lógica en todo esto.—Ellos... ellos lo saben todo.

—Cariño.— mi madre se acercó a mi lentamente pero la aparté y llevé mis manos a mi cabeza un tanto angustiada.

—¡No! Mamá.— negué con la cabeza mirándola.— soy una asesina y el hecho de que no esté en la cárcel no quita quita que lo sea, por Dios...—susurré de nuevo con las manos en la cabeza.—¡y ahora una mentirosa que finge todo, que ha comprado una maldita identidad!

—¡Yo también soy una asesina!.— la voz de mi madre fue detonante, firme y en un tono alto, fuera de lo común.

Pero esa confesión no la esperé, no de mi madre.

¿Asesina? ¿Había escuchado bien?

Ni siquiera pude pestañear ante lo dicho, nos quedamos en silencio y ella volvió hablar, no antes sin soltar aire por la nariz.

—Yo... bueno yo...— me dió la espalda y pude notar como jugaba con sus mangas.— yo ordené el asesinato de Safira Rey, la madre de Laura, y... el de tu padre también. Ambos están muertos.

Mi boca quedó en forma de un círculo y sentí que mi garganta se quedó tan seca que una palabra no podía ser pronunciada.

No me moví, no hablé, no... no pude tan siquiera articular una sílaba, es que ni eso.

—¡Escúchame Zairy!— mi madre tomó mi rostro en sus manos, y me obligó a mirarle.—nos buscaban para matarnos, así que debí hacerlo yo antes, hemos sufrido mucho, ahora somos millonarias y mereces una buena vida, no nos van a encontrar, ¿entiendes?

Tenía razón, yo debía calmarme y dejar el pasado atrás, dejarlo morir. Así que solo asentí y ella me atrajo a sus brazos y me mantuvo envuelta en ellos por un largo rato, uno muy agradable y reconfortante.

Mi madre se había convertido en la madre más compresora del mundo. Jamás me juzgo por todo lo que fui a sus espaldas.

Ella y yo, decidimos cambiar de estilo, de identidad y de país.

Mi cabello ahora era castaño, lo había teñido, desapareciendo el color natural que había en ellos, hice algunas perforaciones en mi cuerpo, comencé a usar prendas lujosas y fuera de lo común.

Ya no era Liza. Ya no era aquella chica que tenía una reputación en el suelo, una que tacharon como asesina y la causante del incendio y la pérdida de dos personas, ok, mi conciencia limpia no estaba, pero no me encontrarían jamás, porque los que podían buscarme estaba muertos. Aunque mi mente y mi conciencia, en algunos momentos querían hacerme recaer, no había éxito.

Tenía una nueva vida en Boston, un chico guapísimo al que amaba y del que me había enamorado.

Mi madre por otra parte, era muy joven y se había dado la oportunidad con un hombre millonario del cual esperaba un hijo.

Y yo, Zairy Britcher, había acabado con el más peligroso de los asesinos en todo Londres...

[F I N]

HeridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora