La fiesta no había terminado, todos estaban bailando sin parar, mientras que yo, estaba nerviosa y asustada, había asesino a dos personas, no me arrepentía, sabía que la policía no iba a encontrar culpable porque lo hice sin dejar huellas, pero mi corazón latía como loco, algo me decía que esto empeoraría.
Tenía que irme.
Lancé agua al suelo de la habitación e inmediatamente las marcas de mis zapatos desaparecieron.
Todo quedó en plena oscuridad.
Una horrenda oscuridad. La gente tenía pretendido irse cuando al instante la luz llegó, la música alta inundó todo al igual que las luces de distintos colores que rodeaban todo, motivados volvieron a la sala y se sumergieron en bailes, alcohol y drogas.
—¡Hey!— gritó alguien detrás de mi, pegándome un susto, por suerte, era Laura.— Te hemos buscado por todas partes, ¿donde estabas metida?— preguntó con voz agitada y una sonrisa que parecía la de una maniática drogada.
—Yo... yo fui por una copita de champán, allí quedé buen rato hablando.— mentí y ellas se tragaron esa versión sin hacer preguntas.
—Pero vamos por una más.— me quitó la copa y la arrojó a un lado.— ¿No te das cuenta? ¡Esto acaba de empezar, ah!— gritó llena emoción o algo más que eso.
Tiró de mi brazo y me guió entre el montón de gente que allí había.
Apenas podía escuchar algo que me susurraba Nicole, Laura por otra parte no dejaba de llevarse copitas de champaña a la boca.
Pero yo no me sentía bien. Asesiné el primo de mi amiga y otra chica que ni conocía, tenía que irme antes que se enterara.
Llevé mis manos a mi cabeza una vez estuve en una esquina apartada de todo, aproveché que la bebida era totalmente gratis y me tomé una botella de alcohol en tres trago, sintiendo el líquido bajar muy caliente por mi garganta y caer pesado en mi estómago, todo dió un par de vueltas pero logré estabilizarme luego de unos minutos.
¿Que haz hecho? O, mejor dicho: ¿Otra vez los celos y la impulsividad te ganaron, chica?
Cállate, maldita sea. Reprendí a esa vocecita que sonaba en mente.
¡No! ¡No! Yo... yo no lo hice.
Un frío recorrió mi cuerpo cuerpo, cuando intenté correr entre la multitud pero torpemente choqué con alguien. Era mucho más alto que yo, corpulento, de echo, sentí que había chocado contra una piedra.
El chico no se movió del lugar.
Yo tampoco pude moverme.
De pronto todo se paralizó, sentía que si levantaba la barbilla y le veía, moriría del susto, en mi mente se escuchaban voces advirtiéndome que no levante la cabeza, pero lo hice.
A pesar de lo mucho que temblaban mis piernas y mis manos.
Levanté poco a poco la cabeza, y clavé mi mirada en su rostro.
Tragué con mucha dificultad para articular una palabra, pero ni siquiera tenía saliva. Se me había secado y cerrado por completo la garganta.
¿Qué diablos? Yo... yo lo acabo de asesinar.
Él pareció divertirle la cara de horror que tenía, de espanto u otra expresión más terrorífica.
Vi como se levantaba la comisura de sus labios en una torcida y maliciosa sonrisa, entonces pasé mis manos por mis ojos, los limpié, sacudí un poco mi cabeza solo para ver si no era producto de mi conciencia y el alcohol, pero claro. Me equivoqué.
Era él.
Su mirada estaba clavada en la mía y yo quedé como hielo paralizada, fría y sin apenas poder moverme, lo había asesinado junto a la chica que se follaba en el yacuzzi ¿o es que lo hice en un maldito sueño? ¿No era real?
Mi cabeza dolía.
Me di cuenta que tenía la boca abierta cuando Laura llegó y se recostó en su hombro.
—Lizi el es Adrián, es mi primo.— comentó con entusiasmo.— apodado cruel.— volvió a decir con cara de espanto fingido y luego explotó en carcajadas.
Pero a mi no me provocaba eso.
El extendió su mano hacia a mi, quedé perpleja, quedé esperando que todo desaparecía y despertar de aquella pesadilla, pero nada pasaba. Seguía ahí, con la mano extendida hacia a mi, y con mis manos sudorosa se la extendí y este le dió un firme apretón pero suave, y eso fue más que suficiente para darme cuenta de que si era real.
—Un placer, Liza.— dijo y relamió sus carnosos labios, sin despegar la mirada de la mía.
No había expresión alguna en su rostro, pero me dió la impresión de que sabía algo, sabía que me enloquecía verle ahí y no por calentura sino por el terror que me causaba y el terrible dolor en la cabeza, saber que lo había asesinado hace un par de minutos y ahora estaba frente a mi.
—Ho-Hola— dije con torpeza. Desvíe la mirada, ya no era capaz de mantenérsela, su mirada era tan aterradora como estar perdida en un mundo lleno de zombies, o peor aún.
—¿Pasa algo?— preguntó en medio de mi silencio.— te ves pálida.— rosó su dedo pulgar por mis mejillas.
El rose fue tan suave que todo el bello se me erizó, incluso fue un tanto íntimo, sin darme cuenta había cerrado mis ojos disfrutando del simple rose de sus dedos.
—Ah, debe ser producto del alcohol, ¿con qué lo haz ligado?— Continuó al ver que aún se me dificultó hablar. Su voz era tan suave y lenta que daba escalofrío.—¡Hey! Hablemos, no soy tan cruel.
—Si, yo... bueno, yo... to-mé varias copas.— mi voz fue más torpe, las palabras se me atrabancaban en la garganta con rapidez.
El me tomó la barbilla y me hizo mirarle a los ojos.
—Yo te provocaré un efecto mayor.— mordió sus labios y prosiguió.—Sígueme.

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Herida
Mystery / ThrillerCristina Wiltom lo sabía todo. Fue herida como las demás, pero se había llevado todo lo que sabía a la tumba, dejando en manos de Sophia clein, un inquietante, desesperante y terrorífico misterio que resolver. Sin pruebas era imposible confirmar y c...