Capítulo 04

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Mela pasó ambas manos por sus mejillas, limpiando las lágrimas que habían recorrido allí. Parecía repasar algo en su mente, volteó y nuestras miradas se encontraron, generando un aire tenso pues me miraba fijamente y sus cejas se hundieron. Me confundí y lo reflejé, pues su actitud me hacía entender que dudaba o sospechaba de mi.

—Ha pasado mucho tiempo, ¿por qué haz vendido a buscar información acá? ¿Por qué te interesas tanto en saber más?— soltó.

—Es-es que- e— las palabras se atoraban con rapidez, provocando un nudo en mi garganta. Mela no podía saber la verdad, no podía.

—Deja la inseguridad, no soy boca suelta.

—Es que no me conformo y quiero saber del paradero del asesino.— conseguí decir sin tartamudez, necesitaba hacerle creer la versión. No podía decir que había visto ese chico que tan semejante se me hacía al asesino, pues daría con la conclusión exacta, está era la de haber visto y vivido dicho asesinato, algo que durante un año y meses, mi padre, Geydi y yo, habíamos ocultado.

Mela dudó unos momentos, respiró pesadamente, —Bien, supongo que está bien.— se levantó de su asiento para dirigirse a la puerta pero alguien detuvo el paso. Mela ahogó un grito y llevó su mano a su pecho que subía y baja con rapidez.

No supe que hacer.

Mi cuerpo no reaccionó.

Mis manos se congelaron, y, al parecer, mi cuerpo se había convertido en una estatua, sin vida. No podía moverme, ni siquiera respirar, mi mirada jamás se desvió del chico que estaba detrás de aquel cristal.

Un chico encapuchado estaba frente a la puerta, tenía la cabeza agachada. Era un chico, deje de suponerlo en cuanto sacó su mano izquierda del bolsillo de su jean y pegó seguro a la puerta, levantó un poco la cabeza y solo pude ver una perfecta y blanca sonrisa, una sonrisa típica de un vampiro, o mejor dicho: de un asesino en serie.

Giró su cuerpo y echó andar, caminando muy despacio, era muy alto y sin duda alguna, tenía la misma estatura y corpulencia del chico con que me había topetado al llegar el primer de clases.

De repente mi cuerpo logró cobrar vida y reaccionar.

—No, no, por favor, mela no.— dije al ver a mela tendida en el suelo, desmayada.

Todo pasó muy rápido y quedé completamente frisada, no había visto más que aquella sonrisa tan malvada que me provocó temblores.

Un sudor muy frío recorría todo mi cuerpo.

Me agache junto al cuerpo de mela, llevé mis dedo tembloroso a su cuello, su pulso estaba débil, pero escuché el débil respirar de la chica, rápidamente busqué algún botiquín que pudiera ayudarme, cuando lo encontré, agradecí a Dios, y estampé un algodón mojado en alcohol.

—Mela, por favor vuelve, ¡vamos!— di palmadas a su rostros que se encontraba muy pálido, comenzó abrir lentamente sus ojos e intentaba decir algo, pero las palabras no salían. —Mela, ¿estás bien?— estaba desesperada y asustada, la biblioteca no tenía ventanas.

<<Moriremos asfixiadas.>> pensé y comencé a llorar sin parar.

Respire profundo y conté hasta el número diez, no era bueno pensar lo peor, y mucho menos llorar, ya casi era el almuerzo y los demás estudiantes iba a salir.

Alejé toda negatividad que quiso arroparme y traté de concentrarme en el bienestar de mela, estaba al borde de sufrir un paro cardíaco, pues mi corazón retumbaba con fuerza mi pecho, latiendo tres veces más rápido que lo normal.

Observe a mela que había abierto sus ojos y su rostro mostró una cara de dolor.

—¿Te haz lastimado?— pregunté revisando su cabeza, al no encontrar nada me alivié, pero ese alivio duró unos instantes, —¿Que-que su-ce-de?—

—Mi bebé, ¡ah! Mi bebé.— decía entre constantes gemidos de dolor, llevó su mano por debajo del vestido y la sacó cubierta de sangre. Mis ojos se abrieron de par en par. Asustada o más bien, horrorizada.

¿Mi bebé? ¿Mela ocultaba un embarazo? No, no podía ser posible.

Mi cuerpo se encontró en un estado crítico ante aquella situación.

Sangre, era sangre y prevenida de su vagina.

La palabra "bebé" hizo eco en mi cabeza, se repetía una y otra vez, intentaba ayudar, intentaba hacer reaccionar mi cuerpo para pedir ayuda, más no recibía mis órdenes.

Escuché el timbre resonar por toda la universidad.

Escuché los gritos. Los quejidos de dolor de mela me atormentaban, el aire era difícil y sentía ahogarme.

Un mareo intenso se apoderó de mi, era el efecto de la sangre, mi estómago se contrajo y sentí que iba a vomitar hasta lo que no había ingerido, pero conseguí moverme, aunque torpemente pero logré gritar auxilio y pegarle golpes a la puerta, conseguí llamar la atención de una chica y está llamo a más y luego una multitud de estudiantes corría hacia nosotras, pero cuando volteé a ver el cuerpo de mela, me aterró su estado.

Un charco de sangre se posó en medio de las piernas de mela, y de repente sus quejidos cesaron y sus ojos se cerraron por completo.

—No, mela no te vayas, —Me hinque junto a su cuerpo, y susurré, las lágrimas corrían por mi mejilla con rapidez, —¡NO! — grité tan fuerte que sentí como mi garganta ardía.

Mela no tenía pulso.

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