Capítulo 21

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Sophia

Luego de un rato, Adrián regresa con un vaso de agua en las manos, y me lo extiende, me quedo observándolo y él parece asimilar lo que acaba de hacer y se frota la cara con la mano libre.

—Perdona, olvidé que la psicóloga estaba atada.—dijo jugueteando con las palabras.

Llevó el baso a mis labios y tomé el agua con rapidez, sintiendo como se deslizaba y conseguía saciar la enorme sed que tenía, pero no comprendía a ambos chicos, Adán asesinó a dos chicas, planeaba hacerle lo mismo a Cristian en cuanto le regaló la flor, en cuanto la envolvió con sus "románticas" palabras, imaginé y ahora me trataba como si fuese la chica que siempre ha deseado, es una mierda. Adrián, por otra parte, parecía estar metido de cabeza en una terrible obsesión con mi prima Geydi, y me retenía allí para acercarse a ella, sus actitudes variaban cada momento, todo en el era momentáneo, reía y luego se desanimaba así sin más, parecía atormentado en ocasiones y en otras se le veía lo más relajado y en paz, parecía; un ángel caigo, o más bien, un demonio cubierto con plumas de ángel.

—¿Por qué hacen esto?— pregunté llena de rabia e impotencia, incluso intentando desatarme haciendo bruscos movimientos que sólo conseguían herirme.

Adrián pensó unos momentos, pero luego continuó limpiando la sangre de sus nudillos con un pañuelo, se veía acostumbrado a pelearse con su hermano.

—¿Hacer qué?— fingió no saber.

—Asesinar.

—El asesino aquí es él.— señaló con simpleza a su hermano que estaba atado a unos escasos centímetros de mi. —Ah, mira que despierta por fin.— volvió a decir.

—Pues fíjate que no te creo.— escupí.— hay muchísimos asesinatos que la policía jamás logran descubrir, solo hacen suposiciones después que la víctima lleva años desaparecida, y si su cadáver encuentran, difícilmente den con el agresor, ya ves la imagen propia de uno.— observé a Adán mientras pronunciaba cada palabra con los dientes apretados, hasta el tope de rabia.

—Sigue siendo él, el asesino aquí, yo solo ando detrás de una chica y tú me ayudarás.— había sonado como una amenaza pero era más bien, una orden.

—No.— reí irónicamente.— quizás tú haz sido más inteligente al matar y no dejar ni siquiera el cuerpo visible, ¿a caso lo haz hecho cenizas?

Él sonrió y se notó la maligna sensación de que mis palabras eran ciertas. Estos dos se dedicaban a matar, y a las que no mataban, las dejaban heridas.

—Crees que todo lo sabes, y en realidad solo haces suposiciones vagas, Sophia.

—Adán ha asesino a dos chicas, pero dime, ¿cuantas haz matado tú?

Justo cuando iba a pronunciar alguna palabra, lo detuve. — ¿10 o más, Adrián?— lo reté con la mirada.

Él explotó en carcajadas y luego me observó detenidamente, analizándome.

—Quizás sean menos, o más, pero en realidad no he matado a nadie.— volvió a reír como el malo de la película que al fin tenía el dominio de todo y en todos.

Opté por guardar silencio, prefería ahorrar energía para usarla en cuanto si sea necesaria.

Caminó con otro vaso de agua hacia su hermano, que se quejaba una vez a causa de los golpes que le había acertado su hermano, que parecía ser el mayor, Adán levantó la mirada hasta clavarla en la de Adrián que se había detenido frente a él, se miraban fijamente y no supe diferenciar cuál era más terrorífico que el otro, había un silencio agonizante pero duró poco, pues Adrián le arrojó el agua que contenía el vaso en la cara y este cerró sus ojos unos instantes, la sangre se limpió un poco de su rostro pero imaginé que sus heridas también ardieron por el agua.

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