"Siempre parecía disfrutar de todo lo que dolía."
-Albert Fish.Habían asesinado a la mejor chica de aquel pueblo, aquella que jamás levantó quejas ni tuvo problema alguno, mucho menos una baja calificación. Asesinaron a la chica que andaba en la boca de todos en la facultad, por sus buenos modales y principios, por ser como era; lista e inteligente. Y lo peor... me sentía horrible, mi conciencia no me dejaba en paz un segundo, recordándome en todo momento que también era una asesina, una que de echo, andaban buscando.
Mi corazón sufrió una ruptura como nunca en mi vida. Las lágrimas salieron reflejando el inmenso dolor que sentía al ver el estado de Jules. Su cuerpo tan herido y sin vida. Una amiga que jamás volvería a ver.
Me dolía tanto, que de pronto perdí el equilibrio y caí de rodillas en aquella alfombra roja que había tendida en el salón de acto donde todo había sucedido, donde todos salían corriendo del lugar, pero yo no pude irme, ni siquiera pude moverme, mi mente no asimilaba nada, Jules jamás le hizo daño a alguien, ella no...no merecía tal crueldad.
Gritos desgarradores.
Caos y angustia.
En eso se convirtió aquel lugar.
—¡Mi hija!— gritaba la señora polo, sin despegar un segundo las manos de su cabeza, desesperada y negándose aceptarlo.—¡Jules! ¡Jules! Yo... n-o p-u-e-d-o sin ti.— su voz era apenas un tartamudeo casi imposible de entender, y de pronto cayó al piso, desmayada.
Sus labios inmediatamente se tiñeron de un morado, por Dios, su rostro ya estaba tan pálido como el de un cadáver. Yo ni siquiera me movía, estaba tan paralizada, llena de miedo y tristeza que no fui capaz ni de llamar a alguien por ayuda.
Llegaron los paramédicos de inmediato, al rato la policía inundó el lugar, habían dos de ellos que buscan pruebas que desmintieran el "suicido". Uno utilizaba una lupa y guantes negro, otro recogía pequeñísimas partículas y las metía a un plástico con sumo cuidado.
Yo continuaba en el mismo estado: Lágrimas y culpa. Sin identidad y a punto de confesar que yo también era una asesina. Una miserable que le había causado el mismo dolor que la señora polo a dos familias. Una hija de puta, eso era, en eso me había convertido, y, a decir verdad, me sentí identificada con Sophia, como que de pronto era una copia viva de ella.
—Señorita, ¿Es que no me ha oído?—La voz furiosa de un policía me sacó de mis pensamientos.—...debe retirase.—me pidió sin rastros de paciencia.
—Yo, yo... — no encontraba las palabras, todas se quedaban atascada en mi garganta.
—Ya se iba.— completó con las manos en la cintura.—ahora termine de hacerlo.— señaló la entrada y con un temblor en las piernas, me paré y salí de aquel lugar, no antes sin echar una ultima mirada al cuerpo sin vida de Jules, mi querida Jules.
La facultad estaba llena de policías que investigan el caso, periodistas acumulados en las entradas, más que ansiosos por llenar un reportaje y ganar fama y con ello dinero, un insistente flash salía de todas partes, los periodistas intentando captar el más mínimo detalle, y sacar hasta el dato más innecesario.
Familiares de Jules, verdaderas amistades y compañeros de aula, lloraban desconsoladamente.
Y lo supe en aquellos momentos... la peor sensación proviene de alguien que te deja y lo hace por siempre. Cuando sabes que jamás regresará porque ya lo haz dejado diez metro bajo tierra. Que duro.
Que lo más doloroso, también es que alguien a quien realmente amas con todo tu corazón, un día se convierta en un simple recuerdo, en tan solo una fotografía pegada a la pared, y lo peor de todo es que con el pasar de los años, olvidas su voz, y te sientes mal por ello.
Perder es necesario. Pero duele, cuanto duele.
Pocos minutos después, la policía sacaba el cuerpo de Jules envuelto en un plástico negro y más atrás a su madre con un aparato respiratorio y un suero puesto en su brazo, era doloroso pero lo era más saber que la única familia que tenía la señora polo, era Jules.
Quedé en medio del estacionamiento, viendo cómo se alejaban.
Allí parada viendo cómo todos se iban y no dejaban de hablar de lo sucedido, aterrados, así estaban, otros en cambio, prometieron jamás volver a la facultad.
La gente del pueblo era religiosa y rara; tachaban los sitios como "malditos" si se daban casos de asesinatos por más de dos ocasiones, y, un 2 de noviembre, la facultad quedó tachada como un lugar maldito, al que todos quedaron en acuerdo de no volver jamás y así lo cumplieron.
Sepultaron a Jules.
La policía no tenía pretendido parar con la búsqueda de dos asesinos.
Buscaban culpables y yo era una. Una que aún estaba encerrada, esperando que la policía diera con cualquier huella mía y me apresaran de una buena vez, porque yo misma no reunía el suficiente valor para hacerlo.
Pero yo sospechaba de algo que la policía aún no...
Nota:
Alto ahí... ¿una asesina sospechándo de otro?
Pero... ¿de quién sospecha Liza?
Vamos a descubrirlo en los próximos capítulos, besos.❤️
~ Julio Martínez

ESTÁS LEYENDO
Herida
Misterio / SuspensoCristina Wiltom lo sabía todo. Fue herida como las demás, pero se había llevado todo lo que sabía a la tumba, dejando en manos de Sophia clein, un inquietante, desesperante y terrorífico misterio que resolver. Sin pruebas era imposible confirmar y c...