Sus ojos brillaban con intensidad, con deseo, se veían inspiradores de maldad.
Me tomó por la cintura en un rápido movimiento que me sorprendió pero no lo aparté, estaba tan confundía que dejé que pasara todo. Había tomado mucho, quizás no asesiné a nadie. Quizás había droga en mi sistema.
—Voy hacerte todo lo prometido, traviesa.— susurró y luego dejó unos cálidos besos en mi cuello. Su aliento arropó mi piel, mis piernas aún temblaban y sentí un calor abrazador en mi vagina.
Me estremecí al instante en que llevó sus manos bajo mi espalda y dio un suave apretón allí, pegándome más a su cuerpo, consiguiendo que sienta su ereción.
Lo había pensado todo y llegué a la conclusión de que solo era eso: producto de mi imaginación, efecto de la droga y el alcohol.
<<Tú no haz hecho nada. Solo déjate llevar. ¿No ves que acaricia todo tu cuerpo y tú lo disfrutas? Déjate llevar.>> me dije a mi misma y todo el terror desapareció, dándole paso a una inmensas ganas de follar hasta el puto amanecer, ahí donde nadie acordaría nada.
Y lo hice.
Me fui con el a una de las habitaciones de abajo. Pero solté una pregunta, solo para asegurarme a mi misma de que en realidad era producto de mi imaginación, que estaba en mi mente y no era real.
—¿Tienen Yacuzzi las habitaciones?
—No. ¿te gusta el yacuzzi? ¿Quieres hacerlo ahí?— respondió jugueteando con las palabras.
—Pero... tú me haz enviado una foto allí.—dije y mi cabeza dolió esta vez más fuerte.
—No, de echo acabo de llegar, no he subido a ninguna habitación.— dijo y sin esperar más, me besó.
Sus labios eran suaves, el beso rudo y sus manos se sentían jodidamente bien en todo mi cuerpo, sensibilizando todas las áreas posibles, calentándome a un grado altísimo que consiguió hacerme olvidar y acto seguido todo se fue con ello; la confusión, el miedo y el pánico.
Todo en absoluto.
Me llevo a la orilla de la cama y rompió mis bragas, luego las arrojó al piso.
Sin más, llevo su boca a mi vagina mientras que con una mano me sostenía las piernas, me besaba el sexo y lo chupaba con una extremada suavidad, consiguiendo que gritara e intentara alejarlo y cerrar las piernas, era una completa tortura.
Mis pezones endurecieron, la piel se me erizó y sentí punzadas en el vientre, luego exploté en su boca.
Estaba agitada, tuve que morder mi labio para frenar los gritos, aunque la música estaba muy alta y encerrados allí, nadie nos escucharía ni nos interrumpiría. Estábamos solos.
—Sube las piernas, ábrete para mi.— susurró en mi oído.
Obedecí. Subí las piernas y las abrasé con mis brazos, topándome la nariz con las rodillas, la luz de la lámpara que había en la mesita de noche alumbraba poco pero podía ver su bien trabajo cuerpo, un abdomen bien marcado y definido. Buscó un preservativo y se lo colocó en un segundo, la mitad de su miembro quedó fuera, estaba duro, firme hacia delante, la punta era rosada y súper ancha, las gruesas venas se veían como la viva imagen de un trueno en el cielo.
Se acomodó entre mis piernas y comenzó a frotar la punta de su pene en mi entrada, varias veces hasta que lo entró todo de dos estocadas.
Mi boca se abrió ante la dureza con la que había entrado, él sostuvo muy bien mis piernas y comenzó a moverse muy duro dentro de mi, intenté apartarlo un poco pero su agarre era fuerte y no conseguí ni moverle.
El presionó sus manos en mi boca para callar mis gritos, llevo mis piernas a su cuello y se movió aún más rápido dentro de mi, entrando y saliendo, se mantuvo así hasta que terminó en mi cara, dejando todo esparcido en mi rostro.
Dejándome las piernas inmóvil y adoloridas. Se tumbó a mi lado y así quedamos un rato en la cama, controlando las agitadas respiraciones hasta que conseguimos normalizarla.
Sentía mi piel arder, incluso mi vagina.
—Te llevaré a casa.— fue lo último que escuché antes de quedar dormida poco rato después que lo hicimos.
Nota del autor.
Muchas gracias por leer, les invito a quedarse hasta el final. Muchas cosas van a suceder, esto apenas comienza.
¿Adrián? ¿ADRIÁN? Bueno, esto se pondrá feo....
~Julio Martínez
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Herida
Mystery / ThrillerCristina Wiltom lo sabía todo. Fue herida como las demás, pero se había llevado todo lo que sabía a la tumba, dejando en manos de Sophia clein, un inquietante, desesperante y terrorífico misterio que resolver. Sin pruebas era imposible confirmar y c...