"No confíes en tu espalda."
Geydi.
Habíamos tardado solo media hora para llegar. Lo suficiente para que llevara cada una de mis uñas a la boca y la devorara con los dientes, estaba tan ansiosa y nerviosa que creí estar a punto de entrar en un estado de pánico o peor que eso. Mis manos estaban temblorosas y, a pesar de lo mucho que Evan intentaba entretenerme, no lo conseguía. Yo no ponía de mi parte. Solo estaba concentrada en el camino, en llegar y que llegáramos antes de cualquier locura.
Mi pecho dolía, no podía soportarlo.
Sentía una fuerte opresión en el pecho y una sensación extraña me hizo sentir un sabor amargo en mi boca. Y todo señalaba una cosa... era un mal presentimiento, algo había pasado o estaba pasando. Todo gritaba a qué si en un segundo no llegábamos, habrían asesinado a Sophia o, posiblemente ya se había ido a otro lugar.
—La batería se ha agotado.— dijo uno de los policías.— pero ya dimos con la ubicación y me parece que es en aquella casa que parece estar abandonada.— señaló y todos giramos a ver en esa dirección.
En un lugar súper aislado y montañoso se encontraba la casa de Adán, era esa, los recuerdos se habían activado en mi mente, todo había revivido y tenía la plena seguridad de que esa era la casa que Sophia y yo había llegado cuando nos metimos en el baúl del auto de Adán, que, aunque fue todo idea de Sophia, yo le apoyé como siempre, ambas éramos culpables, pero yo me sentía un poco más por haberle dejado allí.
El auto se detuvo frente a la casa, todas las puertas estaban abiertas, pero en realidad eso no fue en lo que me enfoqué realmente, sino en la silueta que iba acercándose hasta la puerta.
Los rayos del sol eran cada vez más débiles, la noche estaba tomando su lugar.
—¡Sophia!— grité tan fuerte que mi garganta dolió. Salí del auto corriendo, mi vista se tornó borrosa y no tardaron las lágrimas en llegar a mis mejillas.— ¡Oh, por Dios!— lloré.
Todo se quedaron en el auto, todo había pasado como en cámara lenta.
Mi cabello se movía hacia atrás cuando corrí hacia Sophia, ella se paró en seco en cuanto me vió, se le veía cansada, destruida y acabada. Estaba manchada de sangre, tenía una herida que comenzaba desde su cuello hasta sus pechos que se veían pronunciados.
Me desgarró la imagen de Sophia.
Estaba herida, estaba echa pedazos y si ella lo estaba, también yo.
—¡No! ¡No! — grité envolviéndola en mis brazos.— Por favor, Sophia no me dejes, No te lo permito, ¡No!— mis manos temblaban, mi boca también, Sophia lloraba y sus ojos quería cerrarse, su piel estaba tan fría y pálida que parecía la de un cadáver.
Había un metal traspasado desde su espalda y la punta salió por su estómago, era tan filoso que también lo sentí clavarse en mi piel, pero me importaba mucho más abrazar a Sophia.
Lágrimas imparables salían de nuestros ojos.
—Todo acabó, yo... voy a morir.— susurró entre llantos tan débil que rompían mi corazón.
—¡No! ¿Que mierda estás diciendo, Sophia?
—Te quiero, Geydi. —me miró directamente a los ojos y fingió sonreír.—Al menos llegaste a tiempo para decirte estas palabras.
—Yo... Sophia
—No digas nada, yo lo sé todo.— me calló.— sonríe Geydi, que el dolor jamás te apague esa sonrisa, no debes permitirlo.— volvió a decir y cuando sonrió, pude ver sus dientes llenos de sangre.
Nos miramos a los ojos cuando un disparo sonó y luego una bala nos traspasó a amabas.
—Tras mi espalda está, tras ella nos hirió. Es él.— dijo entre pequeños quejidos pero sin borrar esa sonrisa, como si nada le ocurriese.
La bala también me hirió.
En un segundo desvíe la mirada y pasé a mirar tras la espalda de Sophia, un chico lleno sangre sostenía una pistola en sus manos, tenía un solo ojo, el otro no estaba, su camisa estaba llena de agujeros y supuse que habían sido puñaladas mortales pero no lo habían matado. Su mirada oscura se clavó en la mía y de inmediato lo reconocí; era mi ex novio, Adrián. Era él.
Volví mi mirada a la de Sophia.
Estábamos abrazadas. Sophia descansaba sus brazos en mi cadera y yo los míos en su cuello, nos sujetábamos para que ninguna caiga, y si así sucedía, las dos caeríamos al mismo tiempo, porque éramos una, éramos hermanas.
Un disparo.
Otra bala.
Un disparo.
Otra bala.
Dos chicas, dos vidas acabadas.
Caímos al suelo, Sophia calló primero y mi cuerpo encima del suyo, clavándose con aquel metal, mi boca se abrió y sangre salió de ella empapando el rostro de Sophia.
Sus ojos se cerraron y su rostro se giró al lado izquierdo.
Se escuchan gritos y llantos, hasta que de pronto nada, solo un profundo silencio.
Hasta que de pronto imité a Sophia, sonreí y luego solo cerré los ojos y... descansé.
Nota del autor:
Muchísimas gracias por llegar hasta aquí conmigo, sé que fue horrendo el final, yo también estoy llorando. 💔
Nos vemos en otras historias.
~Julio Martínez
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Herida
Mystery / ThrillerCristina Wiltom lo sabía todo. Fue herida como las demás, pero se había llevado todo lo que sabía a la tumba, dejando en manos de Sophia clein, un inquietante, desesperante y terrorífico misterio que resolver. Sin pruebas era imposible confirmar y c...