—Vamos a meternos en el baúl, sé cómo manipular la cerradura.— dije y llevé mis manos a mi cabello, de allí saqué un pincho y lo metí en la pequeña cerradura, forjé unas veces hasta que por fin abrió.Geydi me observó y sonrió al instante, —Eres... —parecía no encontrar las palabras adecuadas.
La interrumpí de inmediato —¿Una ladrona? Descuida, no robo coches.— reímos en voz baja y echamos un vistazo más, asegurándonos de que no hubiese nadie observando por allí.
Reconocía el auto, no llevaba placa y era él menos llamativo en el parqueo, estaba viejo aunque en perfecto estado, no estaba maltratado pero su pintura gritaba que era ya, de unos años.
—Sophia, no sabemos dónde vive, ¿y si es muy lejos de la ciudad?
Saqué rápidamente una papeleta que tenía doblada en mi bolsillo trasero, —Esto es suficiente para regresar, nada va a pasar si somos cuidadosa, ¿entendido?— dije aún con el dólar en la mano.
Tragó lento y luego asintió, —Tú primero.—
Recogí mi cabello y decidí meterme en el baúl, había suficiente espacio y, por suerte, no llevaba nada en su interior, de echo estaba lleno de polvo, como si jamás le habían usado, pero no me importó en lo absoluto, a Geydi tampoco, que era, sin dudas, la chica más higiénica en la familia.
—Date prisa, no tenemos mucho tiempo.— susurré.
Al cabo de unos segundo Geydi entró y se acomodó a mi lado, pero antes se dió un golpe en la cabeza, —¡Aw!— se quejó y llevó su mano allí para masajearlo, tuve que aguantar las inmensas ganas de reírme.
Parecía algo típico en niñas traviesas, pero la verdad era esta: nos arriesgábamos. Nos estábamos metiendo en la boca del lobo, en cambio, solo quería hacerle pagar por el gran dolor que nos había dejado a Geydi, a la familia de Cristina, de mela y a mi.
La policía no actuaba con rapidez y necesitaban demasiadas pruebas para simplemente encerrar a un individuo, yo quería algo más que eso, y me aterraba convertirme en algo espantoso, pero quería y buscaba la forma de hacerle pagar de la peor y más cruel manera, quería ver heridas en su piel, escuchar sus gemidos de dolor, quería hacerle sufrir a sangre fría.
Que suplicara que le dejasen vivir. Aunque clara estaba que no le dejaría con vida, pero escuchar sus súplicas era suficiente para satisfacerme y reconfortar mi dolor.
Era débil delante de su cuerpo bien trabajado pero el detalle no era la fuerza física, eso era en lo que menos pensaba usar. Con habilidad, inteligencia y cuidado, ganaría más.
<<Solo sé cuidadosa, tanto como él.>> me permití repasar en mi mente.
—¿Traes el arma?— susurró Geydi muy bajo.
Asentí, debíamos callar, ser silenciosas era sinónimo de ventaja.
—Solo calla, ya viene.— dije llevando mis dedos a mi boca para que entendiese mejor, pues había pronunciado las palabras tan bajas que dudé si había escuchado.
Se escuchaban pasos por doquier, los estudiantes ya estaban todos buscando sus vehículos para irse a sus hogares, Adán ya venía, no tardaba.
De pronto, unos pasos se escucharon alrededor del auto en el que estábamos escondida en el baúl, se escuchó el leve ruido de unas llaves y luego, la introdujeron en la puerta delantera y se adentraron al auto, de inmediato, encendió y comenzó a salir del parqueo y luego empezó a correr a una velocidad muy lenta, casi agonizante y terrorífica.

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Herida
Mystery / ThrillerCristina Wiltom lo sabía todo. Fue herida como las demás, pero se había llevado todo lo que sabía a la tumba, dejando en manos de Sophia clein, un inquietante, desesperante y terrorífico misterio que resolver. Sin pruebas era imposible confirmar y c...