Miraba perdidamente a través del cristal del auto, como gotas de agua se deslizaban por él, mi respiración era lenta y muy fría. Estaba tan perdida en mis tantos pensamientos, que no me había dado cuenta cuando llegamos a la estación.
—Necesito limpiar mis lentes.— dije al policía que me tomaba para sacarme del auto.
—¿Y qué pretendes hacer?— soltó con una sonrisa burlona, pareció meditar por unos segundos para después volver hablar —¡Oh! Ya sé... vas a darme una patada en el miembro y saldrás corriendo, ya sabes, cómo en las películas.— volvió a decir entre carcajadas.
—Eres un estúpido e inhumano, ¿no ves que tengo el cristal empañado?— Escupí con rabia.
El policía paró de reírse y puso su frente en alto, pensando que quizás podría intimidar o tener gesto de gente sería y, descaradamente, me ignoró.
Empujó mi cuerpo hasta llegar a un escritorio donde una mujer policía escribía algo con rapidez en su portátil.
—Llévenla a la celda 08, ahí estará hasta que la víctima declare si es o no, está chica, culpable.— ordenó con tono duro y desafiante. La fulminé con la mirada, antes de que giraran mi cuerpo con brusquedad y me llevaran al lugar que había indicado.
—¡Ah! Soy mujer y me lastimas.— me quejé ante el fuerte agarre del policía.
—¡Cierra la maldita boca!— exclamó en un tono fuerte y áspero, típico de la policía en Londres.
La justicia era realmente una barbaridad, aunque para las autoridades era una forma de ser muy justo en aquella ciudad de Londres, estaba de acuerdo en una parte, pero en la mayoría no, ya que sin pruebas no detenían a nadie, ni aunque fuera este sospechoso. Tenían que encontrarte con la mano en la masa o ver algún video grabado por alguna cámara instalada en la ciudad donde tu rostro se viera y fuera evidente ser causante de un crimen o violación de cualquier ley, no podía haber ni una mínima duda, solo así encarcelaban a cualquier individuo, y a mi me parecía una mierda que las cosas funcionaran de tal manera.
—Extiende tus manos, voy a quitarte las esposas.— ordenó un seguridad.—Y te juro que si intentas algo, no dudaré en pegarte muy fuerte, princesa.— dijo clavando sus ojos color miel en los míos, era un tipo corpulento y demasiado frío, como los demás.
Guardé silencio, rendida. Tenían mucho de que hablar, principalmente con mi padre que sabía que dentro de poco, vendría.
Cuando estuve dentro de aquel lugar, se me contrajo él estómago a ver lo mal acondicionado que estaba; las paredes tenían cientos de nombres y supuse que eran personas que había pasado tiempo allí.
Me espanté cuando una rata cruzó muy rápido a la otra celda y se detuvo justo al lado de una chica que ni siquiera se había percatado de mi presencia, pensé que iban agredirme en el momento que entrara por aquella puerta, más me sorprendió no haber tenido tan siquiera una mirada encima, miré a mi alrededor en busca de alguna atención, más no tuve éxito.
Todos estaban pensativos, en silencio, posiblemente llevaban años encerrados y solo guardaban silencio mientras ansiaban ver la luz del día.
Me sentí triste y mis ánimos bajaron al tope.
Quería ducharme, arreglar mi cabello, condicional mi cuerpo, más no tenía la libertad y me sentía sucia.
Reposé mi cuerpo en un colchón, que aunque estaba desgastado y duro, era mejor que estar directamente en el suelo. Estaba a escasos centímetros de aquella chica. Tenía el cabello descolorido, sucio y muy enredado, de lejos se veía podrido y se sumó una preocupación más de inmediato, ¿yo también llegaría a tal estado o dudaría tiempo aquí?
Me quedé observando la chica un momento. Escribía algo con la punta de sus dedos, y luego levantó la mirada encontrándose con la mía.
—Sí. Ya lo sé. Todos los allegados suelen decir lo mismo: "Soy inocente" es una típica frase de los más delincuentes en Londres.— soltó la chica, ganando la atención de todos, había abierto apenas los labios para pronunciar una oración pero la chica me interrumpió con brusquedad.
Todos nos observaban con curiosidad, quizás, esperando un enfrentamiento entre la chica y yo, más no les di el placer, y guardé silencio porque era yo la inteligente no aquella demacrada y malhumorada chica, no temía, e incluso estaba conteniendo las ganas de tomarla por el pelo y estampar su feo rostro contra las rejas que nos separaban, llevaba rabia por la injusticia que habían usado conmigo, por la pérdida de mela. Quería desahogarme a puños pero ignoré y me recosté en la cama.
La dolorosa escena se repetía sin parar en mi mente; los gemidos de Mela y sus llantos, la forma en que decía "Mi bebé" me desgarró el alma. Me sentía tan destrozada y desesperada, que no pude evitar volver a estallar en un llanto bajo, no era mi objetivo conseguir demostrar que sufría, ni llamar la atención.
Cerré mis ojos intentando desaparecer el leve sentimiento de sentirme desamparada.
Cerré los ojos hasta quedarme dormida, era la mejor forma de evadir problemas.

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Herida
Mistério / SuspenseCristina Wiltom lo sabía todo. Fue herida como las demás, pero se había llevado todo lo que sabía a la tumba, dejando en manos de Sophia clein, un inquietante, desesperante y terrorífico misterio que resolver. Sin pruebas era imposible confirmar y c...