11.- Oferta de empleo

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Que un usuario te bloqueé después de haber hablado contigo un día es comprensible. No se conocen lo suficiente, no existe un sentimiento tan fuerte, puedes superarlo y seguir con tu vida.

Pero cuando se trata de tu escritor favorito, y encima es una persona encantadora que te considera su amigo al grado de confiarte la dedicación de su libro más reciente, duele mucho. O será que sentía algo más que admiración por él y su repentino rechazo lastimó su corazón llevándolo de nuevo al punto de partida donde su depresión comenzó. Con la pérdida de alguien a quien le tiene gran afecto.

Aunque sólo había hablado con él un día. Lo conocía desde los 12 años, fué en ese entonces cuando el joven escritor de 18 debutó en la profesión, ganándose los corazones de miles de lectores cada día, además de ser apuesto y carismático, tenía pensamientos altamente profundos para su edad, despertaba en los demás la curiosidad por las diferentes artes y culturas por medio de sus escrituras de fantasía y misterio.

Casi era como un miembro de su familia, pero en forma de libros.

— Debo dejar de pensar en él de esta manera— pensó Kurapika sentado en una banca pública, observando el cielo y respirando profundo — tiene mucha más edad que yo. — dijo sin pensar para luego taparse la boca. — ¿porqué dije eso? ¿qué importa la diferencia de edad? somos amigos... bueno... íbamos a serlo... — suspiró inclinándose con el ánimo decaído. — debería olvidarme de eso, ya era una suerte haber podido hablarle. 

— ¿Kurapika? — fué llamado por una voz conocida en aquél parque.

El Kurta levantó la mirada y al reconocerle ocultó su tristeza, nadie además de sus amigos podía verlo en esa condición.

— Hola Neón.

— No te veo desde que dejaste el colegio hace un año, ¿cómo has estado? — se interesó ella al notar cuánto había crecido y su cabello era más largo. — Si me dices que bien, sé que estás mintiendo.

Neón había sido compañera de Kurapika por varios años y aunque no pasaba mucho tiempo con él, lo llegó a conocer casi tanto como sus amigos, pues era a quien recurría cuando necesitaba ayuda con asuntos académicos y para enviarle saludos a Leorio.

— En realidad... — Kurapika sabía muy bien esto, mentirle a Neón no servía de nada y era una buena oportunidad para desahogarse.

— No puedo creer todo lo que me cuentas, has pasado por mucho  — comentó al cabo de un rato tras escucharlo como una psicóloga — mi papá te aprecia por lo que has hecho por mi antes y tus padres eran casi perfectos, yo te envidiaba por eso, mi papá ni siquiera me abraza.

— Al menos aún lo tienes a tu lado, quierelo igual. — aconsejó el rubio basado en su experiencia recién contada.

— Oye, y si no estás trabajando, ¿te gustaría hacerlo? mi padre tiene vacantes en su empresa para oficinistas sin experiencia, le gustará tenerte como miembro del equipo, ¿qué dices? piénsalo bien, una distracción te ayudará a recuperarte y ganarás dinero para ayudar en los gastos de tu casa.

— Lo pensaré, es sólo que... me rehuso a salir de casa por el momento. — se apenó al decir aquello, todavía le costaba reintegrarse en sociedad.

— ¡No hay problema! — resolvió Neón — papá maneja a varios empleados a distancia, hasta tenemos gente contratada en otros países, por favor, inténtalo, ¿sí?

— En ese caso, no puedo negarme a una oportunidad como esa, prometo enviar mi solicitud al regresar a casa. — aceptó ya de mejor humor al recibir una oferta de empleo desde casa.

—¡Perfecto! ¡me alegra escucharlo!

— Muchas gracias, Neón, nos vemos. — se despidió levantándose del banco y dándole la mano a su antigua compañera.

— ¡Salúdame a Leorio! — agregó ella antes de irse.

— ¿Sigues enamorada? ya pasó mas de un año.

— Cállate y guarda mi secreto, ¿quieres? cuando cumpla la mayoría de edad le pediré matrimonio.

— ¿Eso no lo debería hacer él?

— Actualízate, Kurta, las mujeres también podemos tomar la iniciativa.

Ante eso, Kurapika sonrió y finalizó la conversación, Neón no parecía un mal prospecto para su amigo después de todo.

— Cuídate, Neón.

— ¡Adiós! ¡igual! — gritó ella que ya se había alejado varios metros caminando.

Si bien no solucionó sus problemas, hablar de ellos le ayudó a sentirlos menos tormentosos.

— Si supieras que a Leorio también le gustas... — susurró sonriendo.

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