— Qué interesante, esta función no la conocía, debe ser nueva. — murmuró curioso el escritor refiriéndose a la opción de audio y deslizando su dedo hacia el perfil de Kurapika, sin darse cuenta de que había presionado grabar nota, no pudo evitar soltar esa frase, pensando que sólo él se escuchaba — quisiera tenerte conmigo...
Antes de que pudiera hacer nada, el sonido de enviado le causó un microinfarto, lo peor era que la actualización tan reciente no permitía borrar las notas enviadas.
— Estoy muerto. —se dijo así mismo apagando la pantalla, con un fuerte tono carmesí invadiendo sus mejillas, la vergüenza le obligaba a evitar cualquier espejo donde se viera de esa forma. — Es muy pronto para decirle algo así, soy un idiota... y también tus programadores. — regañó señalando el dispositivo refiriéndose a la app.
Kurapika no contestaba después del último mensaje y eso le causaba cierta ansiedad, podría haberlo tomado de tantas formas que era imposible deducir su reacción, sobre todo cuando lo conocía tan poco.
Por su lado, el Kurta quedó estupefacto al instante, una sonrisa nerviosa se esbozó en su rostro y con esa expresión llegó a casa.
— Llegaste temprano, apenas iba a preparar la cena. — saludó Leorio desde la cocina al ver entrar al rubio.
La atención de Kurapika se había ido por completo a las palabras de la nota, que no entendió bien a su amigo.
— Sí, que venga. — respondió tomando asiento.
— ¿Qué venga quién?
— Ah, ¿qué? perdón, ¿qué me dijiste?
— Olvídalo. — río Leorio — ¿tuviste un buen día? te ves muy felíz.
— ¿Adivina qué? —sacó de su abrigo el cheque que había recibido y se lo entregó a Leorio.
Al ver aquella cantidad, el aspirante a doctor no pudo evitar asombrarse.
— ¡¿Asaltaste un banco?! ¡¿porqué hay tantos ceros!?
— Quería decírtelo cuando fuera seguro, lo que pasa es que...
— Kurapika, esto no es el salario de un oficinista, dime la verdad.
— Déjame continuar, no te asustes. — tranquilizó el rubio esperando a que el mayor tomara un respiro. — No soy un oficinista, soy el vicepresidente de la corporación Nostrade.
— ¿Vice...presidente?
Kurapika asintió, causándole mayor impacto a su amigo, quien seguía mirando el cheque incrédulo.
— Ya no tendremos que preocuparnos por los gastos — explicó el rubio — con eso alcanza para pagar el atraso de los meses vencidos y los gastos de tu carrera, incluso podremos...
Leorio abrazó fuertemente a Kurapika, con un nudo en la garganta.
— Lamento haberte presionado... — dijo Leorio entre sollozos — me alegra que haya valido la pena tu esfuerzo, después de tanto tiempo estudiando y preparándote, por fin conseguiste algo valioso, pero no es tu responsabilidad hacerte cargo de nosotros.
— No digas eso — consoló Kurapika apoyado en sus hombros — ustedes son muy importantes para mi, no quiero que eso cambie nunca.
— Por supuesto, somos familia, una extraña y disfuncional familia.
— ¡Oh! hablando de familia, Killua hizo contacto conmigo.
— ¿De verdad? ¿cómo?
— Lo obligaron a hacer una cuenta en Abook y ahí me encontró. — dijo con un tono levemente risueño.
— Con lo que le encanta leer. — agregó Leorio en tono sarcástico.— Tengo que decirle a Gon que se haga una cuenta.
— No sabes cuánto bien le hará eso, es horrible verlo triste, en especial porque, ¡es GON! siempre ha sido un chico alegre.
— Te ayudaré a hacer la cena, hace tiempo que no cocino — propuso Kurapika colocandose un delantal — ¿qué haremos? lo que sea menos sushi apanado.
— ¿Recuerdos de Vietnam? — preguntó burlón.
— Ese examen de cocina me dejó traumas.
— Oh vamos, te quedó bien, sólo que el pescado tenía que estar muerto.
— Ja, ja, cállate, quedaste en los últimos lugares también.
— Pero mi pescado no se retorcía en el plato.
— Ah, ¿tienes ganas de cocinar solo? — amenazó quitándose el delantal.
— ¡No! ¡perdón, perdón! señor vicepresidente, no quise ofenderlo. — bromeó Leorio sacándole una breve carcajada a Kurapika.
La puerta principal fué abierta por el jóven Freecss, quién recién llegaba de la escuela, ver a sus amigos riéndose y jugar como dos niños le provocó un cúmulo de emociones, era cierto que extrañaba mucho a Killua, pero pudo ser peor, pudo haberlos perdido a los tres, así que sonrió con nostalgia y entró a la cocina para sin contexto alguno, recibir un cucharón de plástico y una olla para cubrirse la cabeza antes de unirse a una pelea de comida.
— Apestamos a huevo. — dijo Leorio, rendido en el suelo con una pierna de pollo frito en la mano, mordiéndola de paso.
— Hace años que no jugábamos así. — recordó Gon mientras limpiaba salsa de tomate de sus mejillas usando papas fritas para luego comérselas.
— Sí, es grandioso volver a hacer esto. — añadió Kurapika, recostado en el suelo, cubierto de harina, con un colador en la cara, apoyando la cabeza en el estómago de Leorio.
— Ojalá Killua estuviera aquí. — dijo Gon sin pensarlo para luego sentirse mal al arruinar el momento.
— ¡Ese desquiciado! ¡nos habría puesto hielo dentro de la ropa! — lejos de entristecerlo, a Leorio le había causado mucha gracia pensar en el albino.
— Literalmente nos atacaba por la espalda. — agregó Kurapika, mejorando la manera en que Gon se sentía al respecto.
Ninguno olvidaba lo que significaba estar juntos y eso incluía a Killua.
— Volverá. — dijo Gon, convencido en su esperanza — Porque nosotros somos su familia.
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ABOOK
FanfictionKurapika instaló una aplicación para lectores con tal de evitar las redes sociales, sin embargo, entre los grupos de su autor favorito conocerá un peculiar usuario que lo hará desear salir de casa nuevamente. Ninguna restricción le impedirá que se...