25.- Aeropuerto

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Había pasado toda la noche sin dormir bien, llenando su escritorio con cartas escritas una tras otra, con pensamientos cada vez más específicos y profundos. Rondando a la misma persona en su mente.

— Kurapika... — decía mientras terminaba su taza de té negro, que lo mantuvo despierto hasta el amanecer — no alcancé a escuchar lo que querías decirme al final de esa llamada.

"¡Espera! yo trabajo en..."

— ¿Dónde trabajas? — se preguntó imaginando una infinidad de posibilidades.

Una secuencia de golpes en su puerta lo sacaron del trance recordándole la realidad.

— ¡¡Hola!! ¡Chrollo, amigo! ¿pusiste seguro a la puerta? — llamó insistentemente, lleno de energía como cada mañana — ¿porqué tanta privacidad? ¿eh, pillo?

— ¿Qué quieres, Pariston?

— No seas informal, abre la puerta, mi mensaje es muy importante.

Chrollo se dirigió a la puerta, desganado, apenas removiendo el seguro para ser abierta de un desesperado pero discreto empujón.

— ¿Qué es tan importante? — preguntó el escritor notando la prisa del manager.

— ¿Estabas ocupado? oh, ya veo — divisó el escritorio repleto de hojas sueltas con textos — nueva inspiración, ¿sobre qué escribes? ¿puedo leer?

— ¡No! — exclamó Chrollo deteniendo a Pariston en la entrada para que no viera de cerca las cartas a Kurapika — son borradores de ideas y aún no están terminados.

— Ya veo, está bien, me alegra que estés pensando en nuevas historias — sonrió satisfecho al saber que el azabache no perdía el tiempo del todo — el año que viene será grandioso, tu saga ha sido todo un éxito, el director de cine quiere verte de nuevo personalmente en el estudio, ya le dije que firmarias.

— Eso es una buena noticia, supongo.

— El problema es que ya hice la cita, pero no puedo entrar a la página de la aerolínea para comprar los boletos y debemos ir personalmente al aeropuerto internacional Kippon.

— ¿Cómo que debemos?

— Sí, tengo que sacarte a la luz de vez en cuando antes de que los rumores sobre ti se extiendan más... ups...

Aquello había sido dicho a propósito para obtener la reacción de Chrollo, quien no estaba al tanto de noticias.

— ¿Rumores? ¿qué rumores?

— Ah, es que, no te lo dije, comprendo que cometí un pequeño error con mi mensaje en tu libro y... ahora tus lectores piensan que eres un narcisista ególatra y sociopata al "decir" que no te importa hacer amigos más que a mi y eso...

— Siempre has sido un grandísimo estúpido pero esta vez te superaste.

— Lo sé, fué mi error, lo voy a remediar, ahora vamos, vístete, sin importar lo que digan de ti, cuando te vean en persona te pedirán fotos y autógrafos, así es como funciona la hipocresía de internet.

— Me das miedo cuando hablas así. Espera afuera, no quiero que vuelvas a "bloquear algo por accidente". — lo empujó fuera del departamento para cerrar la puerta.

— Uy, qué malo eres, Chrollo, supéralo. — renegó cruzandose de brazos como un niño. — Al menos está escribiendo, si aún hablara con ese tipo estaría como un holgazan y yo sin ganar dinero.

Era temprano, su puntualidad era envidiable e irradiaba una faceta encantadora mientras llegaba a la empresa, apenas era su segundo día y le entusiasmaba más tomar el teléfono arriesgándose a ser descubierto.

— Tengo que marcarle de nuevo para que sepa que soy yo. — pensó marcando el número mientras se relajaba sentado frente al escritorio — Si sólo puede recibir llamadas empresariales, entonces... oh, qué vergüenza, usar el teléfono de la empresa para hacer este tipo de cosas es... emocionante. 

Mientras Lucilfer salía del vestidor, una vibración en el bolsillo le llamó la atención.

— ¿Nadie me ha llamado desde hace semanas y ahora los Nostrade llaman dos veces? — la capacidad intelectual del hombre le permitió atar cabos enseguida. — ¿Y si él trabaja ahí?

Sólo había una forma de averiguarlo.

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